Gran triunfo de Fraga
EL REFORZAMIENTO de la mayor¨ªa absoluta que ya ostentaba Manuel Fraga, el descalabro de los socialistas, a quienes el Partido Popular dobla con creces en n¨²mero de votos (PP), y el crecimiento espectacular del Bloque Nacionalista Galego (BNG), de Xos¨¦ Manuel Beiras, que ha mejorado en 10 puntos sus resultados, son los tres datos m¨¢s visibles de las cuartas elecciones auton¨®micas gallegas, celebradas ayer. Los comicios se plantearon como una batalla entre un bloque conservador homog¨¦neo, encabezado por un l¨ªder indiscutido en ese sector, y un bloque opositor heterog¨¦neo y sin otro terreno compartido que el rechazo de Fraga. En esas condiciones, el candidato del PP, que contaba con un balance de gesti¨®n estimable en terrenos como las infraestructuras, los servicios p¨²blicos y la proyecci¨®n exterior de Galicia, plante¨® los comicios como una opci¨®n entre la gobernabilidad, identificada con su continuidad al frente de la Xunta, y la inestabilidad y el desgobierno.Los resultados de ayer demuestran la receptividad del electorado gallego a ese planteamiento en unos momentos en que tambi¨¦n en el ¨¢mbito de la pol¨ªtica nacional el asunto de la gobernabilidad, y de los acuerdos entre fuerzas heterog¨¦neas, ocupa un lugar central en el debate pol¨ªtico. As¨ª, los conservadores contar¨¢n con otros cuatro a?os para preparar la sucesi¨®n de Fraga, gran triunfador de unos comicios que ser¨¢n, seg¨²n ha manifestado, los ¨²ltimos a los que concurra como candidato. El porcentaje alcanzado ayer por su partido (m¨¢s del 52%) supera el 48,4% conseguido en el ¨¢mbito nacional por Felipe Gonz¨¢lez en las legislativas de 1982, y que fue un¨¢nimemente considerado como "hist¨®rico": se comprende, por ello, la satisfacci¨®n de Manuel Fraga, un veterano profesional de la pol¨ªtica que ha obtenido al final de su carrera, en su lar gallego, el reconocimiento que no acab¨® de encontrar en el ¨¢mbito de la pol¨ªtica nacional tras la instauraci¨®n de la democracia.
El ensayo de un Gobierno de coalici¨®n encabezado por un socialista ya se hizo en Galicia entre 1987 y 1989, con el resultado de provocar la primera mayor¨ªa absoluta de Fraga en la primera ocasi¨®n que tuvieron los electores para pronunciarse directamente sobre la cuesti¨®n. La forma como los socialistas llegaron a gobernar en esa comunidad, benefici¨¢ndose de los votos de cinco tr¨¢nsfugas elegidos en las listas conservadoras, es una hipoteca que lastra desde entonces las posibilidades del PSOE en la comunidad. En esta ocasi¨®n, adem¨¢s,. la desaparici¨®n parlamentaria de las opciones centristas o nacionalistas moderadas otorgaba un papel central en cualquier hip¨®tesis de alianza anti-Fraga al nacionalismo radical de Beiras: demasiado para el electorado socialista, ya bastante desconcertado por las divisiones intemas de ese partido, que, llevaron a eliminar de las listas a los candidatos m¨¢s identificados con el sector guerrista. A mayor abundamiento, a los socialistas del resto de Espa?a no les ven¨ªa del todo mal que Fraga mandase en Galicia: como recordatorio al electorado moderado susceptible de fugarse con Aznar, y a modo de escudo frente a las acusaciones de abuso de autoridad, sectarismo en televisi¨®n, etc¨¦tera.
El ascenso espectacular del BNG viene a confirmar una tendencia que ya ven¨ªa manifest¨¢ndose y que diferencia al nacionalismo gallego del catal¨¢n o vasco: la debilidad y adscripci¨®n preferentemente provincial de los sectores nacionalistas burgueses ha dejado espacio para un nacionalismo de izquierdas, independentista o federalista, radical pero pac¨ªfico. Esa tendencia ha ido adquiriendo relevancia electoral en la medida en que ha ido moderando su mensaje, en el sentido de admitir en la pr¨¢ctica el marco auton¨®mico que en teor¨ªa niega: algo que, de entrada, da la raz¨®n a quienes consideran que uno de los m¨¦ritos del sistema auton¨®mico es el de expresar m¨¢s cabalmente el pluralismo de la sociedad proporcionando un marco de participaci¨®n pol¨ªtica y de integraci¨®n en el sistema democr¨¢tico a los sectores radicales disidentes, en particular juveniles. En fin, el resultado muestra tambi¨¦n la eficacia del sistema auton¨®mico para reflejar situaciones claramente diferenciadas desde el punto de vista del sentimiento nacionalista: as¨ª como en el Pa¨ªs Vasco y Catalu?a los partidos nacionalistas suelen ser los ganadores en las elecciones auton¨®micas, y no necesariamente en las legislativas, el galleguismo moderado es compatible con opciones nacionales de centro-derecha, y as¨ª viene manifest¨¢ndose en los comicios auton¨®micos desde 198 1.
Por lo dem¨¢s, la participaci¨®n, en tomo al 65%, acaba con la excepcionalidad de un abstencionismo muy superior al de otras comunidades que marc¨® el inicio del proceso auton¨®mico, y cuyo dato m¨¢s alarmante fue el refer¨¦ndum de ratificaci¨®n del Estatuto, en diciembre de 1980, en el que la participaci¨®n no super¨® el 30%.
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