Mensaje sencillo

Admito la relevancia de la estructura de la Iglesia como organizaci¨®n que administre la solidaridad que, con sus aportaciones y trabajo voluntario, quieran tener los cristianos con sus semejantes, sobre todo si ¨¦sta se lleva a cabo mediante la acci¨®n social y no bajo una caridad que genere clases entre personas. Lo que no admito es que sus m¨¢ximos representantes, que lo son, primero, por una opci¨®n que un d¨ªa tomaron en su vida, y, segundo, por un sistema de elecci¨®n interno y terrenal, pretendan sentar c¨¢tedra sobre el modo de vida de los miembros de la comunidad cristiana y, por extensi¨®n, de toda la sociedad.Porque lo peor no es lo que dicen (un mensaje anacr¨®nico m¨¢s de moral de costumbres que de verdadera ¨¦tica y m¨¢s represor que esperanzado), sino lo que callan, pues en el propio Evangelio, cuyas ense?anzas, supongo, deben de ser m¨¢s fundamentales para un cristiano que las del resto de libros sagrados o enc¨ªclicas posteriores de los sucesivos pont¨ªfices, se recogen las bases (dichosos los pobres, los pac¨ªficos, los que lloran, los que tienen hambre y sed de justicia, los misericordiosos, los limpios de coraz¨®n, los que trabajan por la paz, los perseguidos por la justicia o por causa de su cristianismo) para una vida basada, no en una ley que encorsete, sino en una apuesta de vida que le d¨¦ sentido mediante la solidaridad y la sencillez, que tanta falta hacen en un mundo que econ¨®micamente agoniza. Un mensaje que, si bien hay que ser fuerte para llevarlo a cabo, al menos no hay que ser te¨®logo para entenderlo.-