Cinco consideraciones antes de privatizar
1. Las grandes operaciones de privatizaci¨®n ya no corresponden al momento hist¨®rico y pol¨ªtico que vivimos. Cuando se ejecutaron las primeras privatizaciones, con los entonces nuevos Gobiernos de Thatcher (desde 1979) y Reagan (1981), se crearon grandes expectativas. Era una ¨¦poca en la que se debat¨ªa sobre la eficacia del sector p¨²blico empresarial. Hoy, 10 a?os m¨¢s tarde, no es ¨¦ste ya el debate, y el balance de aquella experiencia es, siendo condescendiente, agridulce.En la mayor¨ªa de los casos la experiencia de las privatizaciones ha sido negativa. Es decir, con algunas excepciones, no ha aumentado la calidad del servicio/ producto ofrecido por las empresas reci¨¦n privatizadas, y los pretendidos beneficios de la privatizaci¨®n no se han traducido en precios menores para el p¨²blico. "La privatizaci¨®n no es, como hemos demostrado, ni necesaria ni suficiente para producir cambios en el comportamiento de las empresas" (1). "No existe motivo alguno que permita sostener la menor eficiencia de la empresa p¨²blica por la naturaleza de su propiedad" (2).
1
Matthew Bishop y John Kay (London Business School), 1991.2. Julio Segura. La industria espa?ola y la competitividad. Espasa-Calpe, 1991. 3. Bishop y Kay, 1991. 4. V¨¦ase Guillermo de la Dehesa, 1991.
Ello no quiere decir que en muchos casos no se haya ganado en eficacia despu¨¦s de privatizar (principalmente por v¨ªa de reducir el empleo), efecto positivo que b¨¢sicamente fue trasladado a los accionistas (mayores dividendos) y a los altos ejecutivos de las empresas reci¨¦n privatizadas (salarios, bonus, etc¨¦tera).
Pero la exigencia de m¨¢s eficiencia fue seguida por las empresas p¨²blicas. As¨ª, en el Reino Unido "Ias firmas privatizadas empezaron con una mayor rentabilidad, pero no hay nada que sugiera que la hayan aumentado m¨¢s que el sector p¨²blico existente en 1979" (3).
Adem¨¢s, la experiencia indica que, sobre todo en el Reino Unido, se produjo una importante descapitalizaci¨®n del sector p¨²blico, eso s¨ª, con una importante rentabilidad electoral para el Partido Conservador: para asegurar las colocaciones, los precios de salida fueron por lo general bastante bajos. Tambi¨¦n el capitalismo popular (muchos peque?os accionistas) fue s¨®lo un espejismo: las acciones por lo general acaban en manos de grandes inversores, despu¨¦s de que peque?os ahorradores hayan hecho algunas plusval¨ªas.
2. Todo esto no significa que por sistema se haya de estar en contra de privatizar. Todo depende de qu¨¦, por qu¨¦, c¨®mo y cu¨¢ndo.
A veces la privatizaci¨®n es beneficiosa, o procesos de desregulaci¨®n (de los que tan poco se habla y tan profundo alcance tienen) tambi¨¦n lo son.
A mi entender, en el caso espa?ol, se pueden privatizar empresas p¨²blicas o servicios p¨²blicos, bajo determinadas circunstancias, que sin ¨¢nimo de exhaustividad pudieran ser:
-Si estamos en un sector estrat¨¦gico o de gran s¨ªntesis, se podr¨ªa privatizar si no hay p¨¦rdida del control. Habitualmente, el l¨ªmite del control est¨¢ en el 50,1 % del capital, pero en determinadas circunstancias, con cifras inferiores de participaci¨®n se puede tener de hecho el control de la empresa.
En los casos de que la participaci¨®n del Estado sea del 100%, la privatizaci¨®n parcial bajo los anteriores supuestos nos parece adecuada porque el que accionistas privados compartan mesa y mantel con el Estado en todo tipo de negocios es garant¨ªa de racionalidad y de m¨ªnimas interferencias pol¨ªticas en la gesti¨®n de la empresa. O, si no, ?qui¨¦n iba a ser socio de un accionista indolente o incompetente?
Esto es lo que ha ocurrido con las privatizaciones parciales de Repsol (hasta llegar el sector p¨²blico a una posici¨®n inferior al 50%) y de ENDESA (25% de su capital).Otra cuesti¨®n a discutir es el de los fondos obtenidos con estas operaciones y con los dividendos que nos proporcionan las empresas rentables y que., desgraciadamente, en el caso espa?ol, m¨¢s que reinvertirlos en otros negocios con futuro los hemos tenido que emplear en enjugar d¨¦ficit de empresas con constantes p¨¦rdidas o han ido directamente a Hacienda para otros fines.
-Cuando la presencia del sector p¨²blico no es de liderazgo, lo que es habitual en sectores con escasas barreras a la entrada y por tanto habitualmente con una estructura empresarial muy atomizada (textil, calzado, madera y corcho, artesan¨ªa, alimentaci¨®n y bebidas, etc¨¦tera).
-Cuando la viabilidad de la empresa pasa por convertirse en una multinacional y son necesarias fuertes inversiones exteriores (que no generan empleos en Espa?a). ?ste es el caso de Seat o ENASA.
-Cuando es necesario abrir participaci¨®n a un socio que aporta algo fundamental (tecnolog¨ªa, know how, mercados, red comercial).
En Espa?a, las privatizaciones efectuadas han sido necesarias por coherencia financiera o por racionalidad industrial y tecnol¨®gica. En otras palabras, lo que se ha conseguido con las privatizaciones ha sido lograr econom¨ªas de escala y alcance y atraer inversi¨®n, gesti¨®n y tecnolog¨ªa extranjeras principalmente. Por contra, no ha sido un proceso de naturaleza pol¨ªtica, sino con un gran pragmatismo y examinando siempre caso por caso.
3. Aunque la argumentaci¨®n que sigue es coyuntural, debemos mencionar que el momento econ¨®mico actual no hace aconsejable el lanzamiento a Bolsa de grandes paquetes accionariales.
Otra cosa es que las sociedades de valores o de corporate finance vean grandes comisiones en toda gran operaci¨®n privatizadora, y, sesgados por esa posibilidad de lucro, siempre la aconsejen.
Hay que examinar cuidadosamente hasta qu¨¦ punto el lanzamiento de tan importantes paquetes accionariales podr¨¢ ser digerido por las bolsas espa?olas y qu¨¦ parte ser¨¢ puesta a disposici¨®n de inversionistas en bolsas extranjeras.
4. Por otro lado, se?alar que una operaci¨®n de privatizaci¨®n masiva no supone m¨¢s que un peque?o pa?o caliente sobre el problema del d¨¦ficit, toda vez que no incide en sus causas y no genera una corriente de fondos a medio plazo que garanticen un mayor equilibrio en las cuentas p¨²blicas.
Mencionar tambi¨¦n que al privatizar estas empresas el Estado prescinde de unos dividendos futuros y que necesariamente se deben contabilizar como un coste de oportunidad y una mayor presi¨®n sobre el d¨¦ficit p¨²blico en el futuro.
5. En el caso espa?ol hay que ser extremadamente cauteloso con las privatizaciones, especialmente en la industria, ya que corremos el riesgo de la desaparici¨®n del sector p¨²blico empresarial en Espa?a, y esto no es aconsejable. Espa?a es un pa¨ªs con un importante d¨¦ficit de empresariado industrial (que no financiero) y el sector p¨²blico empresarial viene cubriendo una de las m¨¢s importantes carencias estructurales de nuestra econom¨ªa.
El Estado, antes y ahora, est¨¢ obligado a jugar un papel de empresario, especialmente cuando hacen falta importantes concentraciones de capital, porque en Espa?a no ha habido nunca grandes empresas internacionales y no debemos renunciar a nuestro sector p¨²blico empresarial dada nuestra debilidad industrial relativa respecto a otros pa¨ªses europeos.
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