Mil alumnos de Derecho se apelotonan en un pasillo cada d¨ªa
Es la una y media. Los estudiantes de una abarrotada aula de Derecho de la Universidad Complutense, situada en el tercer piso del edificio principal, escuchan las ¨²ltimas palabras de la profesora, algunos sentados en el suelo, otros desde la puerta. La clase termina y empieza el l¨ªo: casi mil estudiantes de Derecho bajan amontonados, casi durante 10 minutos, por un estrecho pasillo, unas escaleras y un recodo que act¨²an de perfecto tap¨®n. Mientras, una se?ora de la limpieza intenta abrirse paso a empeIlones.
La masificaci¨®n de la Universidad no s¨®lo se muestra en las aulas repletas, sino en la aglomeraci¨®n de la salida, en las intentonas de coger un sitio en un autob¨²s en el que no cabe ya ni un bol¨ªgrafo y en las colas en el servicio de mujeres.
"Esto es un agobio. Deber¨ªamos estudiar aqu¨ª", dice un estudiante medio espachurrado dentro del pelot¨®n inmenso que baja por el estrecho pasillo. "Y hoy no es de los d¨ªas peores. El gran mogoll¨®n se forma cuando hay gente que quiere subir. Hoy, por suerte, va esto fluidillo" prosigue.
Momentos antes, la tuna ha pasado por las clases dando una especie de bienvenida al nuevo curso, pero se ha esfumado pronto, antes de que el aluvi¨®n comenzase.
Novatos y veteranos
Es en las primeras semanas de curso cuando estas escenas se suceden, sobre todo los martes, mi¨¦rcoles y jueves. Los estudiantes nuevos acuden siempre a clase y los veteranos tambi¨¦n: hay que entregar fichas, husmear para enterarse de qu¨¦ profesor toca, ver de nuevo a los compa?eros, etc¨¦tera.
Despu¨¦s, la masificaci¨®n se reduce un poco, pero mientras tanto los m¨¢s de 15.000 estudiantes de esta Facultad de Derecho, como los de otras de la Universidad Complutense, conviven a diario con episodios a veces sorprendentes.
"En estos d¨ªas a la gente le da por venir a clase y yo te puedo. jurar que he llegado a tardar 15 minutos en ir desde el bar hasta mi clase, que est¨¢ en el tercer piso" cuenta Paloma, de 21 a?os, estudiante de cuarto de Derecho.
"Y en la secretar¨ªa, ?qu¨¦?", pregunta Pablo, de 19 a?os, estudiante de segundo. "El otro d¨ªa estuve esperando una hora para una gesti¨®n de 30 segundos: me dijeron que ya me lo mandar¨ªan todo por correo", a?ade el estudiante Pablo.
Una vez que se ha conseguido salir de la Facultad de Derecho, empiezan los problemas para poder abandonar la Ciudad Universitaria.
En la parada del autob¨²s 62 se amontonan los estudiantes de Derecho dispuestos a tomar casi por asalto un sitio y dejar sin espacio y sin esperanza a los estudiantes de Periodismo, que tienen la parada 300 metros m¨¢s adelante.
"Es que en este autob¨²s, sobre todo a estas horas (13.40), hay casi que pegarse para poder montar", comenta Patricia, de 21 a?os, de cuarto curso, que espera, a su vez, en la cabina de tel¨¦fonos que se encuentra enfrente de la Facultad: "S¨®lo hay una cabina de monedas; las otras, o est¨¢n estropeadas o son de tarjeta, as¨ª que toca tambi¨¦n esperar aqu¨ª".
Ah¨ª y en cualquier sitio. "Como s¨®lo tenemos 15 minutos de descanso entre clase y clase, aunque a veces los profesores se toman m¨¢s, pues no hay tiempo ni de ir al servicio de las colas que hay, sobre todo en el de las chicas, claro", dice la estudiante Patricia.
Para los que vienen en coche se dan tambi¨¦n problemas de espacio. No todos caben. Esto desata una sorda lucha entre profesores y alumnos por el aparcamiento.
Cierto que los profesores tienen su sitio reservado, pero a veces la verja que impide el paso a. los alumnos est¨¢ levantada. "Y si no, pues me cuelo", espeta un resuelto alumno. El problema, comentan los alumnos, no se reduce a la Facultad de Derecho. Hay otras facultades masificadas.
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