?Qu¨¦ bueno que vinisteis!
Cuando el humor viene as¨ª, de esta manera, uno no tiene la culpa si sale del teatro con agujetas en el abdomen y caracolillos en la raz¨®n. Entre Les Luthiers y Espa?a hay relaciones formales, petici¨®n de mano y promesa de amor hasta que la muerte nos ampare. Habr¨¢ parto. Pero que no partan por mucho tiempo. S¨®lo el suficiente para montar un nuevo espect¨¢culo que, por cierto, ya se va echando en falta. Dice Jos¨¦ Luis Coll que Les Luthiers s¨®lo tienen un defecto, pero no sabe cu¨¢l es. A lo mejor es que son un poco vagos, lo cual enaltece a la vagancia.Grandes hitos es una antolog¨ªa conmemorativa de los 25 a?os del grupo, una tarta de cumplea?os, es decir, un postre, signo inequ¨ªvoco de que ya est¨¢n preparando otro banquete. A la gente le gusta mucho el dulce, porque el mismo d¨ªa de su presentaci¨®n Les Luthiers ya hab¨ªa terminado con el papel para los 31 conciertos madrile?os: m¨¢s de 40.000 localidades vendidas. Se van a esgrimir navajas en la reventa porque la temporada es improrrogable.
Les Luthiers, grandes hitos
Carlos L¨®pez Puccio, Jorge Maronna, Marcos Mundstock, Carlos N¨²?ez Cort¨¦s, Daniel Rabinovich. 1.400 espectadores. Precio: 1.500 a 3.500 pesetas. Teatro Alcal¨¢ Palace. Madrid, 20 de octubre.
Fascinados por la palabra
Si Les Luthiers no hubieran hecho esta antolog¨ªa, sus seguidores correr¨ªan el riesgo de no volver a disfrutar en directo y a la vez de las creaciones m¨¢s geniales de los geniales artistas argentinos. Para percatarse de la universalidad de sus planteamientos, basta con echar una ojeada a sus apellidos internacionales: Puccio, Maronna, Mundstock, Rabinovich y, en fin, N¨²?ez Cort¨¦s. Este batiburillo de procedencias est¨¢ magistralmente cohesionado por un protagonista brillante y poderoso: el idioma castellano. Les Luthiers est¨¢n fascinados por la palabra. Sus ambig¨¹edades, su sonoridad, sus recovecos, sus conexiones arcanas. "Un libro, si no est¨¢ escrito, parece que le falta algo", dicen en un momento del espect¨¢culo. Manejan el lenguaje con pulcritud cervantina.Como instrumentistas son abrumadores. Los pintorescos artilugios sonoros creados por ellos abarcan toda la gama orquestal: teclados, arco, cuerda, viento, percusiones ex¨®ticas, electr¨®fonos estrafalarios. Por si esto fuera poco, cantan como les da la gana y son rapsodas. La coreograf¨ªa, el movimiento de escena, la fluidez integral, el desparpajo, la m¨ªmica, los gui?os, la solera tabluna, el goce en la recreaci¨®n, la inteligencia, el respeto dubitativo, la santa desverg¨¹enza, la endemoniada pulcritud: todo ello al servicio absoluto del humor, del sentimiento c¨®mico de la vida y la muerte. Les Luthiers, con esta mefistof¨¦lica perfecci¨®n, provocan en los esp¨ªritus sensibles silogismos estremecedores: el humor es patrimonio del alma; el alma s¨®lo es de Dios; luego, Dios es humor (y el diablo tambi¨¦n tiene su gracia). Por un razonamiento peripat¨¦tico similar, Fray Justino de Burgos (Borges, en El nombre de la rosa) quema el manuscrito del Libro IV de la Po¨¦tica de Arist¨®teles. El hombre, seg¨²n el griego, es el ¨²nico animal que se sabe re¨ªr. Eso s¨ª, siempre que le dejen. Pues bien, a pesar de sus finas diatribas contra algunos prohombres, Les Luthiers no han tenido apenas problemas ni siquiera con los dictadores.
Qu¨¦ bueno que vinieron Les Luthiers, porque el humor actual est¨¢ roto entre los pe?ascos y el estercolero. Y sin humor, qu¨¦ es la vida, ?un frenes¨ª? Pues, s¨ª, para qu¨¦ nos vamos a enga?ar.
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