'Cowboys' en la frontera
Varias circunstancias hacen de Cadalso de los Vidrios (2.108 habitantes) un lugar de lo m¨¢s apropiado para recibir el bautismo equino. Una, su geograf¨ªa de poblaci¨®n fronteriza, apostada como est¨¢ en el far west de la comunidad, en la encrucijada de Madrid, ?vila y Toledo. Y, sobre todo, la existencia de un centro ecuestre como Los B¨®xer.
"Monta un tinglado para ti y tus amigos y expl¨®talo" es la filosof¨ªa de ?ngel Garc¨ªa G¨®mez, su propietario. Dicho as¨ª, suena muy bonito; pero la realidad es que el tinglado lo mont¨® hace cinco a?os "para no tener que emigrar, como tantos otros". El mismo esp¨ªritu de supervivencia parece impregnar las instalaciones, elementales a m¨¢s no poder.
Aqu¨ª no se viene a alternar con la jet ecuestre, ni a tomar el aperitivo en una cantina decorada con motivos folk, ni a pernoctar en un hotelito con encanto sobre las cuadras de cinco estrellas. Aqu¨ª se viene a disfrutar del paisaje y de los caballos, placeres b¨¢sicos donde los haya.
Unas camperas, unos vaqueros viejos y un trasero a prueba de bombas bastan para emular a John Wayne durante unas horas. Pero, en la pr¨¢ctica, son preferibles unas mallas o un pantal¨®n de ch¨¢ndal que unos tejanos, pues a menos costuras, menos rozaduras; y si debajo de todo se porta secretamente un culotte de ciclista pues mejor que mejor.
El s¨¢bado, tempranito, toca picadero. Media hora es tiempo m¨¢s que suficiente para asimilar las dos reglas de oro de la equitaci¨®n. La primera, que el caballo es un animal con tres marchas, al paso, al trote y al galope, debiendo evitarse la intermedia pues hace pur¨¦ las zonas sensibles de caballeros y amazonas noveles. La segunda, que el jinete debe utilizar las riendas con energ¨ªa para mandar sobre el cuadr¨²pedo; de lo contrario, ¨¦ste se tomar¨¢ libertades propias de su condici¨®n animal, tales como ramonear o encaminarse tozudamente hacia un abrevadero. Tras la clase inaugural viene lo bueno: un garbeo de dos horas largas por la vera del valle del arroyo T¨®rtolas.
Alcurnia, yegua blanca de ocho a?os, se sabe el camino de memoria, de modo que uno puede olvidar las riendas para gozar del paisaje. Si exceptuamos las cabalgaduras, poco tiene que ver el resto con el escenario de un western: los ¨¢lamos ribere?os, las zarzas plet¨®ricas de moras, las vides con racimos que jalonan la senda... Ni siquiera los buitres negros que sobrevuelan estas estribaciones de Gredos son los del m¨ªticos Oeste.
El domingo, aunque molidos de sus cuartos traseros, los jinetes emprenden animosos una excursi¨®n de media jornada que les transporta a mayores alturas. A trav¨¦s de pinares profundos se asciende hasta Rozas de Puerto Real (345 habitantes), en el l¨ªmite con ?vila, y se regresa por la cabecera del valle, donde pace una manada de toros bravos al paso por una dehesa.
Consumado el bautismo ecuestre, lo suyo es celebrarlo con un buen vino de la comarca. A los cadalse?os les llaman tambi¨¦n soplones, por aquello de la Real F¨¢brica de Vidrios Soplados instalada por Carlos III.
Y a¨²n hay que reservar alg¨²n tiempo para echar un vistazo desde Pe?a Mu?ana y, finalmente, caer por Cenicientos (1.793 habitantes), pueblo antiguo como pocos. Cuenta una leyenda que sus regidores, a la petici¨®n del rey Alfonso VIII de cien lanzas para su defensa, contestaron: "Para Su Majestad tenemos cien, y cientos si fuera necesario". Brava respuesta, digna del Lejano Oeste.
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