Pretextos frente a Schengen
DE APLAZAMIENTO en aplazamiento, la libre circulaci¨®n de las personas en el territorio de la Comun?dad Europea prevista en la Convenci¨®n de Schengen va camino de ser un objetivo m¨¢s pr¨®ximo a cumplirse en los inicios del siglo pr¨®ximo que en los finales del actual. No deja de ser una iron¨ªa, adem¨¢s de una muestra del des¨¢nimo que hoy se abate sobre la idea misma de la uni¨®n europea, que un acuerdo que debi¨® haber entrado en vigor a lo largo de 1990, anticip¨¢ndose con ello al plazo de enero de 1993 fijado en el Acta ¨²nica, se posponga una y otra vez con los m¨¢s variados pretextos.Las razones alegadas para justificar el ¨²ltimo aplazamiento -del 1 de diciembre pr¨®ximo al 1 de febrero de 1994- no son m¨¢s consistentes que las que provocaron los anteriores en enero y en junio de 1993. En esta ocasi¨®n el motivo es el retraso que seg¨²n parece sufre la puesta en marcha del fichero inform¨¢tico com¨²n situado en Estrasburgo (Francia) y la posible colisi¨®n de las disposiciones sobre el derecho de asilo previstas en Schengen con lo legislado sobre esta materia en Francia. Sin embargo, es llamativo que al menos cuatro de los nueve pa¨ªses comunitarios firmantes del acuerdo -Alemania, B¨¦lgica, Espa?a y Luxemburgo- hayan considerado irrelevantes tales obst¨¢culos y se declararan dispuestos a aplicarlo de inmediato.
En todo caso, el argumento al que han tenido que recurrir los pa¨ªses partidarios de la entrada en vigor del tratado de Schengen -demostrar a los ciudadanos que la Europa sin fronteras es algo m¨¢s que un espacio de libre cambio de mercanc¨ªas y capitales- es revelador de las distintas sensibilidades pol¨ªticas que coexisten en el seno de los pa¨ªses comunitarios respecto del proyecto de uni¨®n europea.
Francia se ha convertido en el pa¨ªs m¨¢s reticente a los acuerdos de Schengen desde la llegada del centro-derecha al poder en marzo pasado. Lo cual induce a pensar que las dificultades t¨¦cnicas que se alegan (cooperaci¨®n policial, coordinaci¨®n inform¨¢tica, armonizaci¨®n de la legislaci¨®n sobre estupefacientes, emigraci¨®n ?legal, etc¨¦tera...) encubren motivaciones pol¨ªticas de m¨¢s dif¨ªcil tratamiento. En todo caso, no se comprende bien que un tratado tan previsor como el de Schengen -redactado en 1985 e inicialmente firmado por los pa¨ªses del Benelux, Alemania y Francia- vea obstaculizada su aplicaci¨®n ocho a?os despu¨¦s por las mismas o parecidas cuestiones que urgieron a su nacimiento.
Es cierto que en este tiempo se han producido hechos tan inesperados como la reunificaci¨®n alemana y el corrimiento de las fronteras naturales de la CE hacia el Este, provocando con ello una presi¨®n migratoria de dif¨ªcil contenci¨®n. Tambi¨¦n lo es que en estos a?os el asalto del narcotr¨¢fico a Europa ha aumentado peligrosamente. Pero los pa¨ªses europeos, y especialmente los fronterizos con el espacio exterior a la CE, no se han quedado con los brazos cruzados frente a estos cambios de escenario. Espa?a es un ejemplo de ello: ha destinado al control de sus fronteras exteriores un contingente policial nada desde?able; ha puesto a punto su sistema inform¨¢tico en interconexi¨®n con el com¨²n europeo y se ha convertido en el pa¨ªs que m¨¢s droga decomisa en sus pasos fronterizos.
Es decir, que si el Tratado de Schengen pretend¨ªa ser la pieza m¨¢s simb¨®lica de la voluntad de los europeos de unirse en un solo espacio geogr¨¢fico y pol¨ªtico -de ah¨ª su cuidadosa y anticipada preparaci¨®n-, hoy por hoy no puede decirse que tal voluntad exista o que se manifieste con el br¨ªo aconsejable. Sus sucesivos aplazamientos corren el riesgo de derivar en puro incumplimiento, como denunci¨® en junio pasado el Parlamento Europeo.
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