'Porno' t¨ªmido
'Top less' y 'show centers', la versi¨®n castiza del ambiente de Bangkok
En Madrid existen muchos locales en los que, adem¨¢s de una copa, se sirve una teta, un gl¨²teo, un contoneo femenino, masculino o mixto. De todo hay. Desde las walkirias / camareras de los bares de dise?o, y posmodernidad, pasando por los cl¨¢sicos y tiernos clubes y los as¨¦pticos top less, hasta los llamados show centers, existe algo as¨ª como una reproducci¨®n en adobe del alma m¨¢s rosa de Bangkok.Uno de los asuntos en los que, sin duda, la realidad ya no imita al arte es en el traj¨ªn cotidiano del mir¨®n. En realidad es posible que la televisi¨®n se haya inventado para dar cumplida cuenta de esa pulsi¨®n irrefrenable de poseer con los ojos lo que se manifiesta en las cabinas-garitas del sexo. Pero hay que reconocer que los aficionados a mirar lo tienen crudo.
Han pasado lustros desde que la golfer¨ªa madrile?a toreaba putas en el recamado vientre-ruedo de Los Gabrieles, al tiempo que arriba sonaba la copla amarga y hac¨ªan su discreto comercio estraperlistas y mecheros. La cosa del mirar ha cambiado notablemente: se ha democratizado y puesto al alcance de cualquiera. Claro que ya no se trata de tauromaquia, sino de exhibicionismo industrial, al que buscarle la gracia resulta complicado. Y aunque aquellas ver¨®nicas en cueros no fueran precisamente un monumento al aprecio por la mujer, se acercaban al juego, al gesto y a la imaginaci¨®n.
La forma de pago
Diferencias. Los top less, bares de luz tibia, son algo as¨ª como el colegio de pago de los mirones, con maestras de cierta distinci¨®n, idiomas y un aire familiar. Entre el top less y el club no s¨®lo existe una diferencia de decoraci¨®n: existe, sobre todo, una diferencia en la forma de pago. Tarjetas de cr¨¦dito frente a enyesados fajos de billetes: todo un mundo. Ejecutivos frente a trabajadores de Mercamadrid y aut¨®nomos de variado pelaje, enfrentamiento que no discute de solvencia, simplemente de formas. El lugar merece la pena como la merece, en ocasiones, tomarse el caf¨¦ en Mallorca en vez de en el bar de la esquina. All¨ª, la teta est¨¢ calentita, rosada, y la chica sonr¨ªe con la familiaridad de una dependienta de mercer¨ªa. Cuando el mir¨®n disfruta de esa visi¨®n inocente no puede dejar de acordarse de las tetas montaraces que muestran los travestidos cerca de Zalaca¨ªn.El show center es otra historia. Una historia contempor¨¢nea, es decir, un apareo de botella y tetrabrik, de Dickens y Paul Auster. Olv¨ªdese de los historiados meubl¨¦s, e incluso del camastro rinconero de aquel local de carretera entre Murcia y Cartagena que se anunciaba racial sobre el cielo con letras rojas: Cluts.
En los show center le entregan a la entrada una boleta, e igual que en la cafeter¨ªa de un ministerio, le anotar¨¢n en ella las consumiciones: la bebida, el l¨¢tigo de cinco puntas que puede regalarle a su se?ora, y la visita a la cabina del vivo y no directo. En cuanto a la atm¨®sfera, imag¨ªnese que ha entrado en los s¨®tanos de Azca. Qued¨® dicho: porno t¨ªmido.
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