?Nuevos modos en lo ambiental?
Ninguna campana est¨¢ doblando porque el m¨ªnimo rigor exige considerar que ni una d¨¦cima parte del potencial pol¨ªtico, econ¨®mico y social de lo ecol¨®gico ha sido puesta al descubierto. Aun as¨ª, algo flota sobre el mar: la punta del iceberg de lo que ser¨¢ el tema central del pr¨®ximo siglo y que est¨¢n empezando a ver algunas de las mejores mentes del poder.Y eso a pesar del estrepitoso fracaso electoral de los verdes en Francia y Espa?a. Algunos hemos tenido que tragarnos crudas las estimaciones de que aqu¨ª habr¨ªa parlamentarios ecologistas por primera vez. All¨ª fue m¨¢s duro, pues de la altura de tercera fuerza pol¨ªtica del pa¨ªs se cay¨® a la nada. Tampoco cabe euforia ante el actual grado de exigencia social ni ante el dinamismo del movimiento ecologista. Con todo, el futuro pasa por cumplir los acuerdos de la conferencia mundial de R¨ªo de Janeiro. Algo de momento casi por completo ausente de los objetivos pol¨ªticos del Gobierno espa?ol. Cierto es que nuestro tiempo es de puo parricidio, y no s¨®lo para con la naturaleza; tambi¨¦n la realidad devora a su madre, la verdad. Y adem¨¢s ha desaparecido la est¨¦tica del cumplimiento de los compromisos. Y escribo sobre la belleza porque lo moral, como no se ve y estamos en tiempos de superficialidad absoluta, disfruta de una sustanciosa jubilaci¨®n anticipada, cuando la ¨¦tica deber¨ªa ser la primera fuerza laboral en nuestras sociedades. En fin, que aunque las pol¨ªticas ambientales padecen raquitismo, y no menos el asociacionismo o la conciencia general en la sociedad, algo de elixir del crecimiento parece estar a punto de aparecer. Algo que tan s¨®lo hace unos d¨ªas parec¨ªa imposible ante los primeros pasos del ser Albero neg¨¢ndose en banda a cumplir la promesa electoral del PSOE de aglutinar lo ambiental en un solo departamento. Ha compartimentado una vez m¨¢s lo administrativo al enquistar de nuevo al Icona en su ministerio, cambiando incluso sus propios criterios cuando era secretario de Estado para el Medio Ambiente.
Todav¨ªa m¨¢s oscuro nos lo ha puesto al nombrar a un "ecologista hist¨®rico" -extra?o rango demasiadas veces mal usado- al frente del Icona. Otro cambio de opini¨®n demasiado rotundo cuando el se?or ministro de Agricultura se ha pasado los dos ¨²ltimos a?os descalificando absolutamente el ecologismo con argumentos torpes y reduccionistas como los de considerarlo incluso de peligro para la democracia y comparando lo que es regeneracionismo humanista con el comunismo estatalista del pasado periodo en los pa¨ªses del Este. No menor incongruencia es la de quien, tras asumir sucesivamente y al revoltijo las estrategias pol¨ªticas de Izquierda Unida, los verdes y ecologistas -entre ellas, la desaparici¨®n del Icona-, se ponga al frente de ese organismo. Raro, a no ser que lo vaya a dinamitar desde dentro. Recomiendo al respecto leer el l¨²cido y acertado art¨ªculo de Rafael Ruiz sobre Humberto da Cruz en este mismo peri¨®dico.
Tampoco han contribuido a la clarificaci¨®n las vacilaciones del se?or Borrell a la hora de dise?ar el ala izquierda de su departamento, seg¨²n se entra, claro.
Pero como m¨¢s vale tarde que nunca, ya podemos hablar de atisbos de pol¨ªtica ambiental de este Gobierno nuevo-viejo.
Ha sido nombrada Cristina Narbona, con decuplicaci¨®n de su trabajo. Y creo estar usando bien la palabra porque ocuparse de la casa chica de todos, por cierto una de las principales causas de deterioro ambiental, a hacerlo de la casa grande, la de los cielos, las aguas, el suelo y el desarrollo econ¨®mico equilibrado, es, por lo menos, multiplicar por diez el ¨¢mbito de las responsabilidades administrativas y tal vez por cien el horizonte pol¨ªtico con vistas al futuro.
Perfil, modos y voluntades de la nueva secretaria de Estado convocan a una pausa en el acelerado pesimismo que nos consum¨ªa tras las elecciones. Vamos a esperar otros cien d¨ªas, pero sin descontar los festivos. Y lo haremos esperanzados porque algunos modos est¨¢n cambiando. Han desaparecido las anteriores descalificaciones y se est¨¢n aceptando muchas sugerencias.
Otros aspectos constructivos se est¨¢n esbozando. Aunque el di¨¢logo ha existido, parece haberse abierto con doble anchura la peque?a rendija de la puerta tras la que se parapetaban Borrell, Albero y sus equipos. De momento ha habido cambio de impresiones sobre el nombramiento de Narbona y no s¨¦ ha producido la ca¨ªda del rango de secretar¨ªa de Estado, que lleg¨® a ser una amenaza. Demasiado epitelial quedaba aquello de sumar lo de Medio Ambiente al largo tren de denominaciones competenciales del ministro del AVE, las carreteras, el urbanismo y las casas.
Es m¨¢s, se ha creado un borrador de Plan Nacional del Medio Ambiente, todav¨ªa en su mayor parte oscuro, es decir, no p¨²blico. Volveremos en cuanto lo hayamos le¨ªdo. Y tambi¨¦n se ha abierto un amplio consultorio de opiniones bajo la hospitalidad de Domingo Jim¨¦nez Beltr¨¢n, el mejor preparado de los cargos de lo ecol¨®gico. Se pretende debatir, tal vez simplemente ir descubriendo, lo que hay detr¨¢s del mandato de la conferencia de R¨ªo de Janeiro sobre el desarrollo "sostenible". A las comillas me obligo por creer que el t¨¦rmino es un garrafal desliz y preferir la palabra equilibrio, o econom¨ªa equilibrada, para ponerle nombre a esta nueva piedra filosofalde nuestra atormentada ¨¦poca. En el corto plazo siguen faltando, por supuesto, la integraci¨®n del Icona en el departamento de Borrell y la coordinaci¨®n efectiva de las pol¨ªticas ambientales de las comunidades aut¨®nomas.
Se anuncia, es m¨¢s, la creaci¨®n de un consejo asesor para la pol¨ªtica ambiental que esperemos sea ¨¢gil, independiente y sobre todo creativo. Si se escucha a esos sabios, si "el ministro del medio ambiente" pierde estas comillas y es capaz de que la pol¨ªtica ambiental se infiltre y contagie de bello constructivismo, y no de ese realismo destructivista al que nos ten¨ªa acostumbrados, los planes hidrol¨®gicos, de costas, de infraestructuras y no digamos los puramente econ¨®micos -los presupuestos del 94 son ambientalmente impresentables-, estaremos en el primer d¨ªa del resto de nuestra vida. Es decir, habr¨¢ proyecto. Porque lo que realmente sucede, la crisis, es que no hay voluntad de elegir otro camino. Se sigue hacia el agotamiento sabiendo que el recorrido de este modelo de sociedad se ha terminado precisamente al borde de un insondable abismo. Y tenemos salida: hay lo que llamamos trayecto de la reconciliaci¨®n con la naturaleza. Camino, aunque s¨®lo sea por absolutamente nuevo, lleno de posibilidades.
Recorrer esa ruta es hoy una de las pocas salidas del callej¨®n en que nos han metido quienes han pilotado la nave sabiendo, oh paradoja, que equivocaban el rumbo.
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