Ritual entre mujeres

Con un excelente y controlado nivel de baile, Margarita Guergu¨¦ (Barcelona, 1957), una de las figuras m¨¢s interesantes de la danza catalana actual, ha creado una pieza densa y compleja, donde a veces falta la progresi¨®n.Poco p¨²blico hubo en el Pradillo, lo que no hace justicia a la seriedad de su trabajo, que s¨ª recibi¨® amplia respuesta de cr¨ªtica y espectadores en Nueva York -donde reside-, Alemania y Holanda. La m¨²sica de su colaborador habitual, Hahn Rowe, la ayuda en su soberbia apertura individual y pauta con aire salsero los fragmentos de danza pura. La core¨®grafa est¨¢ madura, sabe lo que quiere y estructura la propuesta sobre un vocabulario donde la t¨¦cnica debe mostrarse limpiamente y a chispazos.

La Guergu¨¦ ha encontrado una compa?era esc¨¦nica que la libera del solo y que posee su misma din¨¢mica, con virtudes a?adidas como un salto inspirado, ex¨®tica belleza y enorme poder de concentraci¨®n.

La obra es un inteligente d¨²o pleno de misterio y revelaciones intimistas. Va de lo dom¨¦stico al abismo, pasando por varias pruebas de fuego; trata de la convivencia y sus duras reglas, aderezadas con ofrendas, donde se respira el juego y el deseo, para desembocar de nuevo en una lucha en dos niveles: por una parte, el riesgo de vivir en la noche (que dir¨ªa Djuna Barnes), y, por otro, la resistencia al orden. ?De qu¨¦ sirve realmente que los objetos est¨¦n en su sitio? La artista prefiere que la cuberter¨ªa descanse en el florero junto a unas varas secas (restos de un pasado).

La habitaci¨®n teatral es un sitio m¨¢gico y tr¨¢gico, tal como Constanza es nombre que evoca una mujer de mirada fija que s¨®lo oye y atiende a su lucha personal, o sea, a su locura. Las dos bailarinas se soportan en el ritual donde no faltan el dinero, los dados, las cartas marcadas: s¨ªmbolos de un mercado del que ya nadie puede escapar. Para Constanza y sus fines, la penumbra sirve tanto como la luz.