El Sanse se viste de gris

Si al partido de ayer hubiera que ponerle un color, ¨¦se seria, sin duda, el gris. El encuentro disputado en Matapi?oneras se contagi¨® del color del cubierto cielo madrile?o, y lo mismo sucedi¨® con el resultado. Pero lo que realmente adquiri¨® tintes gris¨¢ceos fue el futuro del Sanse. Si ayer no pudo con un equipo como el Pontevedra, jugando en casa, cabe preguntarse qu¨¦ va a ser de este club, que ya ha entrado en la zona g¨¦lida de la tabla.

Los jugadores del Pontevedra saltaron al terreno de juego con un letrerito en la frente que dec¨ªa: "Venimos a empatar". Y es que dif¨ªcil resulta encontrar planteamiento m¨¢s conservador que el presentado por Antonio G¨®mez, que renunci¨® al ataque para tejer un aut¨¦ntica tela de ara?a en torno a su porter¨ªa. Los de Pontevedra no tuvieron ambici¨®n alguna y cuesta comprender por qu¨¦ no hicieron otra cosa que defenderse. Pero, a su modo, triunfaron: al fin y al cabo, se llevaron lo que quer¨ªan.

El Sanse, sin embargo, sali¨® dispuesto a ganar. Incluso brind¨® cinco minutos de emoci¨®n a la afici¨®n con tres ocasiones consecutivas en las postrimer¨ªas del primer tiempo. Pero su esfuerzo a lo largo del partido no se tradujo en buen juego y dio la imagen de un p¨²gil que va minando sus fuerzas a base de soltar golpes al aire.

Empe?ados en penetrar por el centro de la defensa visitante, los sanseros s¨®lo descubrieron fisuras en la zaga gallega en las escasas ocasiones en las que jugaron por las bandas. Y suspendieron la asignatura de lanzamiento y remate de c¨®rneres, sistem¨¢ticamente desaprovechados. Un juego embarullado y una curiosa querencia por la p¨¦rdida de balones marcaron la inoperancia del Sanse y provocaron constantes resoplidos entre los aficionados.