Ni contigo ni sin ti
Un partido que aborrece el mismo t¨¦rmino 'federal" se ha convertido en el Parlamento federal canadiense en la oposici¨®n de su majestad, seg¨²n el concepto anglosaj¨®n. El Bloque Quebequ¨¦s, que cuestiona abiertamente la integridad de Canad¨¢ y apoya, aunque con matices, el separatismo, ser¨¢ de ahora en adelante la principal fuerza de oposici¨®n en Ottawa. Se trata sin duda de la gran paradoja que resulta de estos comicios, que han trastornado completamente el mapa pol¨ªtico canadiense.Era la primera vez -con una sola excepci¨®n antes de la II Guerra Mundial-que los nacionalistas franc¨®fonos se presentaban en las elecciones a nivel federal. Consideraban contradictorio ocupar esca?os en una instituci¨®n cuya existencia simbolizaba por s¨ª misma un Estado que ellos cuestionan. Pero la situaci¨®n ha cambiado recientemente. Hace un a?o, los electores canadienses rechazaron de manera espectacular, en un refer¨¦ndum, un plan aprobado por las principales fuerzas pol¨ªticas nacionales y que pretend¨ªa determinar las relaciones futuras entre Quebec y el resto del pa¨ªs. Los nacionalistas franc¨®fonos fueron quienes con m¨¢s ¨¦nfasis hicieron campa?a por el no.
Este ¨¦xito les convenci¨® de la oportunidad de ampliar su esfera de actuaci¨®n y salir a la conquista de Ottawa. Lo lograron el pasado lunes m¨¢s all¨¢ de sus propias esperanzas. ?Significa eso que la independencia de Quebec se producir¨¢ ma?ana? La realidad es m¨¢s matizada. El propio Bloque Quebequ¨¦s nunca ha sido claro en cuanto a sus verdaderas intenciones. Habla de una f¨®rmula ambigua de "soberan¨ªa-asociaci¨®n" entre la belle province y el resto de Canad¨¢, evitando cuidadosamente, salvo contadas excepciones, las palabras "independencia" o separaci¨®n".
Y es que los propios separatistas saben que no existe en Quebec una mayor¨ªa a favor de la independencia. Ni ayer ni hoy. Los quebequeses quieren reformar sus relaciones con Ottawa y gozar de m¨¢s autonom¨ªa. Votan a favor de los nacionalistas para conseguirlo, pero no para que proclamen la independencia. Lo han demostrado en varias consultas, rechazando tanto este concepto como el mantenimiento del statu quo.
La ambig¨¹edad de Lucien Bouchard y su Bloque s¨®lo refleja la indecisi¨®n de sus bases. Los quebequeses -un electorado fundamentalmente conservador- quieren a la vez conservar alg¨²n v¨ªnculo con un pa¨ªs cuyo nivel de vida es uno de los m¨¢s elevados del planeta, y ver reconocida en mayor medida su especificidad ling¨¹¨ªstica y cultural.
Todo indica, por tanto, que Bouchard dar¨¢ muestras de prudencia en Ottawa. Ha prometido organizar en 1995 un refer¨¦ndum en Quebec si los nacionalistas, como es muy probable, ganan las pr¨®ximas elecciones en esta provincia. No ha indicado, todav¨ªa, qu¨¦ soluci¨®n concreta defender¨¢ para la consulta.
Sin embargo, nadie duda de que, mientras tanto, y utilizando frente a los angl¨®fonos el espectro de una eventual separaci¨®n, intentar¨¢ sacar tajada de la presencia masiva de sus huestes en el Parlamento de Otawa.
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