Buenas noches, doctor Phibes
La primera pel¨ªcula que no vi de Vincent Price fue Los cr¨ªmenes del Museo de Cera. La proyectaban en el hoy desaparecido cine Novedades de San Sebasti¨¢n, junto al portal de in? casa, pero no era tolerada. Suplicio de T¨¢ntalo, pasar cada ma?ana y cada tarde frente al anuncio sobrecogedor, escrutar mil veces los seis fotogramas que en el vest¨ªbulo del cine anunciaban la sombr¨ªa maravilla, ver que los d¨ªas pasaban, que iban a quitarla y que yo me quedar¨ªa sin verla... La pel¨ªcula era en relieve y mi madre me guard¨® las gafas de cart¨®n, un cristal rojo y. otro azul, que le hab¨ªan dado cuando asisti¨® a la funci¨®n. Yo me las pon¨ªa por casa y miraba los objetos familiares te?idos, desenfocados, esperando quiz¨¢ que cobrasen el g¨®tico esplendor que me estaba vedado contemplar en la pantalla. Como propaganda, se ofrec¨ªan mil pesetas de las de entonces a quien se atreviese a presenciar completamente solo la proyecci¨®n del Museo de Cera. Rumores colegiales aseguraban que un espectador temerario lo intent¨® y pereci¨® de un ataque de espanto, roto el coraz¨®n al escuchar en el pasillo sombr¨ªo del cine lo que tom¨® por los crujidos de una silla de ruedas avanzando lentamente. Unos situaban esta tr¨¢gica efem¨¦ride en Murcia, pero los m¨¢s en Zaragoza. Yo tante¨¦ con mis padres la posibilidad de prestarme voluntario al experimento, suponiendo que sacrificio tan dram¨¢tico no estar¨ªa sometido a ninguna restricci¨®n de edad. El riesgo de morir de p¨¢nico me parec¨ªa mucho menor que el de que quitaran la pel¨ªcula sin poder verla. ?Hasta estaba dispuesto a renunciar a las mil pesetas si sal¨ªa con vida del cine! Nada, hero¨ªsmo in¨²til: tuve que esperar 10 a?os antes de contemplar la sombra amenazadora -chambergo, capa negra, paso trastabillante- persiguiendo a la joven aterrada por las brumas de Londres.A Vincent Price le llamaban en Hollywood una de esas cosas que s¨®lo suenan bien en ingl¨¦s: "the merchant of menace". En efecto, nadie ha sabido enarcar una ceja o respingar un poco tan ominosamente como ¨¦l. Sus personajes sol¨ªan ser crueles, altaneros, apasionados por la corrupci¨®n ferviente de la carne, pero tambi¨¦n presas de la repulsi¨®n que suscita. Y solitarios, como el protagonista de El ¨²ltimo hombre sobre la tierra, una curiosa pel¨ªcula filmada en Italia a comienzos de los sesenta sobre la novela de Richard Matheson Soy leyenda y que es un precedente directo de La noche de los muertos vivientes. Adem¨¢s, desde luego, en su trabajo siempre estuvo presente el humor. Cuando rodaba con Boris Karloff una de las joyas de Roger Corman, El cuervo, ambos jugaban a hacerse re¨ªr uno a otro en las escenas m¨¢s truculentas para desesperaci¨®n del director, nunca sobrado de d¨ªas de filmaci¨®n... En una de las escenas m¨¢s famosas de La mosca, Herbert Marshall y Vincent Price tienen que inclinarse al un¨ªsono sobre una telara?a en la que una mosca con cabeza y brazo humanos espera al monstruo que va a devorarle gritando: "Help me!". En el rodaje no hab¨ªa, por supuesto, ninguna mosca humana en la telara?a, de modo que cada vez que Marshall y Price juntaban sus caras con expresi¨®n de susto se part¨ªan de risa; despu¨¦s de varios intentos fallidos tuvieron que rodar la escena ?espalda contra espalda, para no verse! El punto risue?o del sobresalto a lo Price se manifest¨® abiertamente en La comedia del terror, la deliciosa comedia de Jacques Tourner en la que fue acompa?ado nada menos que por Boris Karloff, Peter Lorre, Basil Rathbone y Joe E. Brown (aquel tolerante millonario al que no le importaba casarse con Jack Lemmon aunque no fuese mujer, pues "nadie es perfecto"). Lo mejor de lo mejor.
'Desperdiciados'
Karloff, Rathbone, Peter Lorre, John Carradine, Vincent Price... Sin duda grandes actores: algunos de ellos se sintieron frustrados por verse "desperdiciados" en pel¨ªculas de miedo, cuando hab¨ªan demostrado ser capaces de empe?os acad¨¦micamente m¨¢s respetables. Pero no les amar¨ªamos m¨¢s ni les recordar¨ªamos mejor en otro caso. Todos han ido cayendo: fueron los ¨²ltimos hombres de una cierta tierra en la que viv¨ª mi adolescencia. Ahora ha muerto Vincent Price, the Price of fear, con s¨®lo 82 a?os. ?Dios! ?Es que no hay cosa buena en este mundo que sepa durar cuanto es debido?
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