'En busca de Bobby Fischer' trae el genio del cine en estado de total pureza
En el ¨²ltimo Festival de Cannes se proyect¨® Lloviendo piedras, ¨²ltima pel¨ªcula del brit¨¢nico Ken Loach, que est¨¢ a la altura del talento radical, generoso y solidario de su c¨¦lebre creador y as¨ª se dijo entonces. Pero ahora, junto a ella, descubrimos que la primera pel¨ªcula dirigida por el escritor estadounidense Steven Zaillian, En busca de Bobby Fischer, que fue arrinconada como un filme menor durante el Festival de Venecia, reaparece en Valladolid y nos trae cine en estado de absoluta pureza: obra donde la matem¨¢tica y la emoci¨®n se funden hasta ser la misma cosa.
A prop¨®sito de Lloviendo piedras alg¨²n miope dijo que era una concesi¨®n del insobornable Ken Loach a la invasi¨®n de conservadurismo que azota a Europa. Que este cineasta de ra¨ªz subversiva asuma ahora la defensa de un obrero ingl¨¦s cat¨®lico a machamartillo, es interpretado por algunos como una bajada de pantalones de Loach ante la bestia thatcheriana, cuando en realidad es todo lo contrario: una subida del list¨®n de su intransigencia contra el capitalismo salvaje, pues Loach enrola en su llamada a la movilizaci¨®n activa contra esta plaga b¨ªblica contempor¨¢nea a un cat¨®lico, casi un beato. Y lo hace con todas las consecuencias, incluida la dinamita moral con bendici¨®n sacerdotal.LLoviendo piedras es una provocaci¨®n natural de la lecci¨®n de coherencia moral y pol¨ªtica que Ken Loach viene dando pel¨ªcula tras pel¨ªcula: golpe a golpe, desde hace tres d¨¦cadas. Y lo que eleva esta coherencia ¨¦tica es que su traducci¨®n al cine segrega a su vez una coherencia est¨¦tica inseparable de aqu¨¦lla, por lo que no hay manera de distinguir en Loach entre el artista y el agitador. Y es en la transparencia y sencillez de Lloviendo piedras donde esta indistinci¨®n alcanza, por ahora, su mayor grado de firmeza.
De Loach y su nueva pel¨ªcula ten¨ªamos noticia: no nos coge desprevenidos. Quien en cambio nos cogi¨® con el pie cambiado, por lo que nos paraliz¨® y dej¨® con la boca abierta por la admiraci¨®n, es el guionista norteamericano Steven Zaillian, que ha dirigido su propio formidable gui¨®n de En busca de Bobby Fischer, y lo ha hecho con no menos talento que lo ha escrito. El resultado es una pel¨ªcula situada en los bordes de la perfecci¨®n, la que contiene m¨¢s y mejor cine de cuantas hemos visto este a?o aqu¨ª.
La pel¨ªcula construye en forma de evocaci¨®n -con exquisitas pinceladas eleg¨ªacas, dignas de Jean Renoir o de John Ford- un intenso y crucial a?o, de la vida de un ni?o ver¨ªdico.- un muchacho neoyorquino que se llama Josh Waitzkin -ahora tiene 14 a?os- cuando a los siete se rebel¨® de pronto como un superdotado jugador intuitivo de ajedrez.
Con esta sencilla materia, el guionista Zaillian trenz¨® y puso en bandeja al director Zaillian una construcci¨®n primorosa. Apoyado -y esto no puede ser casual- ni m¨¢s ni menos que por el gran Sidney Pollack, aqu¨ª en funciones de productor ejecutivo, se atrevi¨® a ponerla en im¨¢genes por s¨ª mismo, con -un cuadr¨¢ngulo de formidables int¨¦rpretes -Joe Mantegna, Ren Kingsley, Joan Allen y Laurence Fisliburene-, cuyo centro geom¨¦trico est¨¢ ocupado por un quinto rostro, el de Max Bomeranc, un ni?o de ocho a?os al mismo tiempo actor excepcional y ajedrecista de un gran talento precoz.
El quinteto es todo un lujo para los ojos, un alarde de talento colectivo en la composici¨®n del reparto. Y el resultado es una indagaci¨®n po¨¦tica de primer orden dentro del misterio de la formaci¨®n de la identidad de un ni?o y dentro de las aguas profundas donde se desliza como un pez el enigma del despertar de la inteligencia humana, del instinto de la creaci¨®n y del talento.
Babelia
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