Las obreras de la moda
Las modelos m¨¢s j¨®venes pernoctan en pensiones de mil pesetas y combaten el frio con secadores de pelo
En sus vidas diarias no hay limusinas, no hay calefacci¨®n, no hay cuarto de ba?o propio y no hay dinero hasta 45 d¨ªas despu¨¦s de realizado el trabajo. Ser modelo est¨¢ de moda, dicen las agencias instaladas en Madrid, hartas de recibir decenas de fotos a la semana de ni?as de 15 y 16 a?os que quieren salir en la portada de una revista.Sin embargo, no es oro todo lo que reluce.
Una modelo mira por encima de los hombros por una raz¨®n muy simple: en general mide entre 10 y 15 cent¨ªmetros m¨¢s que los dem¨¢s mortales, seg¨²n lleve o no tacones. Ninguna modelo que trabaje en Madrid puede medir por debajo del metro setenta y cinco si quiere desfilar por una pasarela, ni menos de un metro setenta si quiere hacer publicidad.
El hierro en la cabeza
"A este lado del mundo se cuentan muchas mentiras, pero a m¨ª no me enga?an. En cuanto una chica cruza la puerta de mi oficina, le pongo el hierro en la cabeza para medirla y su metro ochenta se va al garete. Se queda en el metro setenta y seis justito", dice Carlos Checa, director de la agencia de modelos Fashion Face, en la calle de las Infantas.
Las mentiras no se acaban aqu¨ª. "Estarnos obligadas a exagerar las cosas, a decorarlas un poquito", confiesa Rosa Pazos, una morena de Vallecas de 22 a?os que lleva casi dos a?os metida en el negocio de la moda. "Si estoy en los pasillos de Tele 5 con tres modelos y est¨¢n hablando de un fot¨®grafo de moda, yo tambi¨¦n hago como que le conozco y me invento que me ha hecho fotos para un cat¨¢logo. Hay que tener mucho morro si quieres trabajar en esto", contin¨²a.
Tara, una modelo canadiense que se hosped¨® durante una semana en la pensi¨®n Miguel ?ngel de la calle de San Mateo, tambi¨¦n ha entrado en este gran baile de mentiras, porque no le queda m¨¢s remedio. "Cuando escribo a mi madre, le cuento que hago hasta tres sesiones de fotos por semana, que como bien todos los d¨ªas y que no paso fr¨ªo", dice. Y omite que se mete a la cama con el secador de pelo encendido para quitarse el hielo del cuerpo y que la crisis ha restringido dr¨¢sticamente los presupuestos para publicidad.
La londinense Susie Kiddle, sin embargo, no tuvo que mentir a la polic¨ªa cuando denunci¨® que le hab¨ªan robado su bolso con 40.000 pesetas, a la una de la tarde, frente a El Corte Ingl¨¦s de la Castellana. "Yo s¨¦ que en Nueva York debo tener cuidado, pero nadie me hab¨ªa advertido sobre Madrid. Iba a mi agencia, y un tipo me arroj¨® mostaza picante a la cara. Iba vestida de blanco y me arruin¨® el traje", recuerda fastidiada.
Ser modelo en Madrid no es un dulce que se coma f¨¢cilmente. Las nativas tienen que abrirse paso entre un ej¨¦rcito de walkirias europeas y americanas que llegan al centro de la capital con ganas de marcha y promesas de ¨¦xito asegurado. Los clientes se pelean descaradamente los rostros m¨¢s extranjeros. "Creen que tienen m¨¢s prestigio y que han trabajado m¨¢s", se?ala Pepa, directora de la agencia Jet Set, situada en la calle de Maldonado.
A la escocesa Allison Smith se le meti¨® entre ceja y ceja que quer¨ªa venirse a Espa?a y pens¨® que lo m¨¢s c¨®modo, con su metro setenta y cinco y su desconocimiento absoluto del castellano, era colarse en una agencia de modelo. Convenci¨® a George, su novio carpintero, y aterrizaron en Madrid gracias a las p¨¢ginas amarillas de la gu¨ªa de tel¨¦fonos. Por ahora, Allison tiene bastante trabajo. "Corno soy una cara nueva, es normal que haga dos o tres sesiones de fotos a la semana. Si me hubiera ido a Londres, probablemente no estar¨ªa haciendo nada", asegura convencida. George ha dejado las herramientas y ha comenzado a posar tambi¨¦n para los fot¨®grafos de moda. Por fin han conseguido salir de la pensi¨®n Miguel Angel, a 2.200 pesetas la habitaci¨®n doble, para alquilar un piso en Tirso de Molina, con una chica coreana, por 75.000 pesetas. Ahora pueden cocinar, pero durante dos semanas comieron y cenaron por 750 pesetas en el bar de abajo de la pensi¨®n.
Vivir en Madrid en casa paterna aligera considerablemente las cosas. Roxana Gonz¨¢lez, de 18 a?os reci¨¦n cumplidos, es un rostro nuevo que se impone con fuerza. "Yo vivo de esto, y seguir¨¦ trabajando hasta que mi f¨ªsico me lo permita", se?ala. Roxana vive con su madre y sus tres hermanos. "No quiero vivir sola, me gusta sentir que pertenezco a una familia. Me dan pena las chicas extranjeras que llegan a Madrid, muchas veces peleadas con sus padres, porque no tienen un punto de referencia".
Roxana no se considera una ni?a bien, pero tampoco cree que ese tipo de modelos tengan la vida resuelta. "Puedes haber nacido en la plaza de Salamanca, pero si no sabes posar ni desfilar lo tienes crudo", se?ala. Roxana reconoce que a veces gana mas dinero que su madre, pero s¨®lo paga la cuenta del tel¨¦fono. "Mi dinero es mi dinero, aunque mi madre sabe que est¨¢ ah¨ª y cuando ha necesitado ha cogido", explica.
Las modelos madrile?as no necesitan hacer el circuito nocturno Pach¨¢-Hanoi-Archy-Joy Eslava, las discotecas de moda, para encontrar marcha. "Yo salgo con mis amigos de siempre. Fuera de los castings [pases para elegir a las modelos] no me veo con otras companeras", se?ala Vicky Mayor, una morena de 22 a?os. El dinero que gana lo invierte en viajes y en ropa. "Es muy variable lo que puedes ganar. He ganado 200.000 pesetas en cinco d¨ªas haciendo fotos en Martinica, pero tambi¨¦n he pasado tres meses sin ver un duro", dice. Vicky est¨¢ concentrada en acabar su carrera de Publicidad y prefiere perderse un casting a un examen: "Antes cruzaba medio Madrid con los zapatos de tac¨®n
Las obreras de la moda
y la minifalda en una bolsa de Alcampo para llegar a tiempo. Ahora incluso me da un poco de verg¨¹enza decir que soy modelo".Rosa Pazos y Soledad Peinador tienen suerte de ser amigas. Las dos han nacido en barrios de Madrid y siguen saliendo con sus novios de siempre. "No los hemos cambiado por un productor 0 un fot¨®grafo", ironizan.
Las dos han sido dependientas de El Corte Ingl¨¦s antes de meterse en el mundo de la moda. Despu¨¦s de casi dos a?os, han hecho varios trabajos para televisi¨®n y para muestrarios de moda en provincias. Ambas viven con sus padres y gastan casi todo su dinero en ropa para ir correctamente vestidas a los casfings, en fotograf¨ªas para mejorar su book (libreta de fotos) y traslados. Un buen book no desciende de las 20.000 pesetas. Un taxi de Tele 5 a casa de Rosa cuesta m¨¢s de 2.000 pesetas.
A Leida Hering, una mulata de Arizona (Estados Unidos), le gusta bailar y conocer gente, pero a¨²n no sabe d¨®nde est¨¢n las discotecas de moda en Madrid. Lleva 10 d¨ªas aqu¨ª y no conoce absolutamente a nadie. Empez¨® pagando 3.500 pesetas diarias por una pensi¨®n que le indicaron en Chamart¨ªn, y ahora se ha cambiado al hostal Miguel ?ngel, aconsejada por la agencia a la cual lleg¨® gracias a fotocopias de las p¨¢ginas amarillas. Come bocadillos durante el d¨ªa y muchas veces se acuesta sin cenar.
"Lo que m¨¢s odio de Madrid es que los hombres viejos me siguen en la calle. Uno me persigui¨® varias calles dici¨¦ndome que me regalaba un piso. Ten¨ªa como 70 a?os", se queja. "Acabo de estar tres semanas en Par¨ªs y me fue mal en las 15 agencias que visit¨¦. Pero no me importa, soy muy positiva y no me importa dormir en una pensi¨®n mientras sea limpia. Resistir¨¦ hasta que resistan mis padres, que son los que mandan el dinero de Estados Unidos".
Susie Kiddle no env¨ªa dinero a sus padres en Londres, pero tampoco recibe nada de el os y tiene que trabajar de jueves a domingo en Archy para subsistir, pues s¨®lo de modelo no le llega el dinero. "No me importa, porque es como salir por la noche. Estoy todo el rato bailando en la barra", dice.
Susie vive en un piso compartido en la calle del General D¨ªaz Porlier y paga 10.000 pesetas a la semana. "No me he comprado nada de ropa en Madrid, porque no tengo dinero y porque todo es car¨ªsimo. No hay sitios de ropa funcky y barata", se queja.
Velas contra el fr¨ªo
Soledad Peinador se viste generalmente en Solana, "una tienda de ropa moderna y barata". "Yo no puedo gastarme 15.000 pesetas en un par de zapatos, pero estoy obligada a tener un armario surtido", a?ade. A veces consigue ropa m¨¢s barata en Induyco, cuando hace alg¨²n muestrario.
"?Hay alguna ley en Espa?a que prohiba que enciendan la calefacci¨®n antes de noviembre? Aqu¨ª nos helamos. Yo me caliento con el secador de pelo y pongo velas por toda la habitaci¨®n para que no haga tanto fr¨ªo", protesta Yasmina, una morena alemana de 19 a?os.
Claudia, su compa?era de cuarto, se queja de que s¨®lo funciona un quemador en la cocina y de que la hora del ba?o es horrible, pues las ocho chicas que se hospedan van a los mismos castings. La desesperaci¨®n cunde a las nueve de la ma?ana.
El misterio de las cenas gratis
Las modelos extranjeras vienen a Madrid a pesar de las inh¨®spitas pensiones para mejorar su book (libro de fotos) y para conocer la noche madrile?a, que a¨²n conserva cierto aura de prestigio.Recorren en pandilla el circuito nocturno de las discotecas, especialmente si hay cenas gratis para modelos. "Es incre¨ªble", dice lan, un neoyorquino. "En Nueva York, como mucho, te permiten la entrada a un club privado por ser modelo, pero nunca ves copas y comida gratis", comenta, aferr¨¢ndose al pollo frito que cena en Hanoi.
El misterio de las copas y las cenas gratis en los bares de moda no es ning¨²n secreto para Santi, encargado de Hanoi. "Tengo que tener modelos aqu¨ª para dar color y animar. Ellos vienen en grupos grandes, son 20 chicas y chicos guapos que alegran el local. Pero como no tienen un duro, tengo que ponerles copas gratis para que vengan. Nos ayudamos mutuamente", dice. Y a?ade: "Al p¨²blico le gusta rodearse de j¨®venes guapos. Ven e lo que les gustar¨ªa ser". Suelen ir en grupo y cogen un taxi entre varios cuando por fin se retiran a sus cuarteles de invierno.
Pero es muy com¨²n que se vayan a pie hasta la pensi¨®n y que se acuesten vestidos para no pasar fr¨ªo.
Al otro d¨ªa han de quitarse las ojeras como sea para parecer elegantes j¨®venes casaderos en alguna revista femenina o perturbadores machos para un selecto cat¨¢logo de moda.
"Quiz¨¢ no sea la mejor forma de vivir, pero por lo menos vives", concluye lan.
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