El reto del desgaste
Iggy Pop desaf¨ªa al paso del tiempo sobre el escenario. Camino de los 50 a?os, este superviviente vocacional se faja con un repertorio que no da tregua. Conserva ese cuerpo fibroso cuyo torso desnudo es todo un s¨ªmbolo de batalla. El de Michigan se contorsiona, lanza con rabia el pie de micro y suda que te suda.El p¨²blico, que abarrot¨® el local hasta los topes, reconoce a Iggy Pop como pionero representante de la familia del ruido. Aficionados al rock contundente en todas sus variantes, se dieron cita para participar en las dos horas de rompe y rasga que tambi¨¦n lo fueron para los asistentes. Al protagonista, no se le pide otra cosa que su rabia esc¨¦nica, ahora en los noventa desprovista del rito masoquista de la herida sangrante. El antiguo vocalista de Stooges, crucial banda del b¨¦lico Detroit de finales de los sesenta, no ofrece otra cosa que lo que tiene: intensidad. En ese sentido, no cabe mayor honestidad.
Iggy Pop
Iggy Pop (voz, gruitarra), Eric Schemerhom (guitarra), Hal Cragin (bajo), Larry Mullins (bater¨ªa). 2.000 espectadores. Precio: 3.000 pesetas. Sala Aqualung Universal. Madrid, 31 de Octubre.
Haciendo un s¨ªmil con American Caesar, t¨ªtulo del reciente doble ¨¢lbum de este hombre de rostro terrible, podr¨ªa decirse que Iggy Pop es el gladiador que sale a morir sobre las tablas. La gran diferencia frente al mito del circo romano es que aqu¨ª no hay incertidumbre. El bregador obtiene el premio del pulgar hacia arriba, recompensa de una concurrencia que tiene en su mano el veredicto final. Aunque ese aspecto de personaje eternamente dispuesto para la acometida provoque miradas insostenibles e improperios en torrente, Iggy Pop ama a su gente. En Beside You, una balada que no desentona en su l¨ªnea de creaci¨®n, se le pudo ver en baile lento junto a una muchacha de las sufridas primeras filas.
Una cierta sorpresa, por lo manido del asunto, represent¨® el inicio del bis en tono ac¨²stico, un modo aparentemente opuesto a la electricidad apabullante de su trayectoria. Pero r¨¢pidamente arremeti¨® con el estallido de Louie Louie y las aguas volvieron a su cauce. Convertido en un hombre nuevo, seg¨²n declara en las entrevistas, el Iggy Pop de hoy no comete m¨¢s excesos que el de su admirable vigor esc¨¦nico. La coherencia de este combatiente no es materia cuestionable.
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