A vueltas con los salarios
No es nada extra?o que el tema de los salarios est¨¦, vivamente, en el debate, ahora, aqu¨ª. Los temas distributivos despiertan pasiones sociales, aunque un mont¨®n de economistas haya decidido pasar de ellos. Pero sorprende la cantidad de t¨®picos que nos circundan, aun en el caso de que uno tenga el buen gusto de no conectar con las nefastas tertulias radiof¨®nicas al uso.Se debate la incidencia de los salarios en costes y precios. En la industria su peso parece que oscila entre un 15% y un 25% del coste, por lo tanto, menos sobre el precio. En cambio, en los servicios su incidencia puede estar entre un 25% y un 80% (!) de su coste, bastante menos en cuanto a precios. Hay aqu¨ª, pues, una dualidad relevante.
De otro lado las rentas de trabajo deben de constituir ahora entre un 5 1 % y un 54% de la renta nacional: de ah¨ª que, su comportamiento monetario sea relevante en t¨¦rminos de potencial de inflaci¨®n de costes. Desde luego, la moderaci¨®n salarial tiene un sentido en estos tiempos dentro de una cierta pol¨ªtica de rentas (el Gobierno no debiera perder la perspectiva a tres a?os). Pero tambi¨¦n se ha de dejar lugar al funcionamiento del mercado de trabajo. A uno, lo del 5%-6% de aumento en la negociaci¨®n colectiva no le causa ni sobresalto, ni estupor. Y no se puede olvidar un cierto mantenimiento del consumo, como objetivo instrumental.
Dentro de las estrategias empresariales los retos son muy diversos: ventas, tecnolog¨ªa y desarrollo, estrategias de productos, organizaci¨®n, productividad, exportaci¨®n, etc¨¦tera. Las voces sindicales se han esforzado en poner de relieve esta multipolaridad de la estrategia empresarial correcta. La polarizaci¨®n en la carga de la n¨®mina, como variable "controlable", no deja de ser un recurso bien parcial.
Median otros tres emplazamientos contextuales: las "cargas sociales" como impuesto sobre el empleo y su diferencial exterior, donde algo se tendr¨¢ que hacer en la econom¨ªa espa?ola; de hecho, ya se hubiera tenido que apuntar algo, en una perspectiva a tres a?os que nunca debiera perderse ahora. La redistribuci¨®n p¨²blica a trav¨¦s del gasto social, con su incidencia en los costes productivos, que a partir de la segunda mitad de los ochenta ha sido la pieza clave de pol¨ªtica social y que hemos de considerar en pausa y retroceso. Las implicaciones de la globalizaci¨®n mundial de las econom¨ªas: decididamente, la socialdemocracia en una sola ¨¢rea y con liberalizaci¨®n exterior no tiene futuro.
Otros aspectos son, por ejemplo, el de la relaci¨®n entre costes laborales (incluyendo los de des pido) y empleo. En principio es incontestable que la moderaci¨®n mejora los niveles del empleo.
Tampoco es una cuesti¨®n deleznable la de la virtualidad de "las consignas de topes de revisi¨®n salarial" en una econom¨ªa de mercado en la que muchos subsectores e innumerables empresas opten por revisiones m¨¢s amplias porque puedan o incluso para evitarse conflictos. La disciplina en este terreno es cuando menos problem¨¢tica. Aunque segmentado, hay un mercado de trabajo dentro de la econom¨ªa de mercado. Por lo que hace a la congelaci¨®n relativa de sueldos de funcionarios, me parece acorde dada su estabilidad. As¨ª, pues, y en conclusi¨®n: ?moderaci¨®n salarial? Hombre s¨ª, toca. Pero no exageremos sus efectos ni su virtualidad.
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