Contra el chantaje
SI FUERA cierto que todav¨ªa quedan por pagar a ETA 200 millones de pesetas por el rescate del ingeniero Julio Iglesias Zamora, no cabe ninguna duda de que las fuerzas de seguridad tienen el deber de impedir que esa importante cantidad llegue a manos de los terroristas. Ese deber no ha dejado de existir a lo largo de los 117 d¨ªas que dur¨® el cautiverio; lo que ocurre es que su cumplimiento planteaba a la sociedad y al Estado un serio conflicto moral: la posibilidad de que los terroristas llevasen a cabo sus criminales prop¨®sitos sobre la vida del secuestrado si se frustraba el objetivo econ¨®mico de conseguir un precio por ¨¦l.Tras la liberaci¨®n de Julio Iglesias Zamora, el escenario ha cambiado radicalmente. Es indudable que todav¨ªa pesan riesgos sobre su vida en el supuesto de que queden pagos aplazados a cuenta de su rescate. Pero las fuerzas de seguridad est¨¢n ahora en condiciones de conjurarlos. Su deber de impedir que sigan llegando a manos de la banda terrorista fondos con los que organizar nuevos secuestros y asesinatos es plenamente compatible, en estas circunstancias, con el de proteger de una manera efectiva a la v¨ªctima de la extorsi¨®n.
Esa actuaci¨®n policial, junto a la investigaci¨®n r¨¢pida y exhaustiva de las circunstancias del secuestro y de las v¨ªas de intermediaci¨®n en el pago del rescate, hacen todav¨ªa posible que lo que ha sido un ¨¦xito t¨¢ctico de ETA -eludir el cerco policial y obtener una parte del precio de su extorsi¨®n- se convierta muy pronto en un fracaso, poniendo a los extorsionadores y a sus c¨®mplices a disposici¨®n de la justicia.
A quienes imp¨²dicamente han avalado el chantaje de ETA ("?Julio, paga!") y c¨ªnicamente jaleado sus inhumanos efectos sobre la v¨ªctima ("?Gracias, Julio!") hay que hacerles ver dos cosas: que estos m¨¦todos mafiosos han dejado de producir r¨¦dito alguno en el seno de la sociedad vasca (su repulsa activa del secuestro ya lo puso de manifiesto) y que, m¨¢s bien pronto que tarde, quienes los ponen en pr¨¢ctica pagan por ello. Ha sucedido otras veces y no hay raz¨®n para dudar de que en muy breve plazo as¨ª suceder¨¢ tambi¨¦n ahora.
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