Don Camilo
Vaya. Ahora resulta que los comunistas no eran tan malos. Despu¨¦s de haberlos satanizado y habernos puesto content¨ªsimos porque su sistema se hab¨ªa ca¨ªdo como un castillo de naipes, debemos dar marcha atr¨¢s. No se?or, despu¨¦s de todo, los rojos ten¨ªan sus virtudes.?No os pong¨¢is de rodillas! Levantaos ahora mismo. Dice el Papa que librasteis como nadie la lucha contra el desempleo y sentisteis como ninguno la preocupaci¨®n por los pobres, y que, como afirmaba su ilustre predecesor Le¨®n XIII, "hay semillas de verdad incluso en el programa socialista". Pues vaya. Se va a acabar librando de los infiernos hasta Felipe Gonz¨¢lez.
Esto de la preocupaci¨®n de los comunistas por los pobres me da la impresi¨®n de ser de un tenor parecido al de los capitalistas por la misma gente. No recuerdo que los pobres vivieran particularmente bien en la URSS o en Polonia. Igual que en Nueva York, ?no? Ser pobre es una perrer¨ªa en cualquier sitio. Y m¨¢s bien me parece que en esta tierra es a ellos a quienes encargan de preocuparse de s¨ª mismos.
El entrevist¨®n de Su Santidad ayer en estas mismas p¨¢ginas (bueno, mismas, no: en tres p¨¢ginas y portada, que yo s¨®lo consigo una columna en la ¨²ltima) era un enorme gui?o a los malos de toda la vida. Ley¨¦ndola, me acord¨¦ de las peleas que se montaban entre Don Camilo (el aguerrido p¨¢rroco de la Baja del Po) y Peppone (el alcalde comunista del mismo lugar). Porque se daban de palos hasta decir basta y, luego, a ¨²ltima hora, cuando nadie los ve¨ªa, se pon¨ªan ciegos de vino en la sacrist¨ªa.
Mientras tanto, los malos son nuevamente los ricos, por ricos y por degenerados y por abortistas y por divorciantes. ?No ser¨¢ que todos tenemos un poco de esto y otro poco de aquello y hacemos lo que se puede por alcanzar la felicidad?
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