Compartir el jornal en tiempos de crisis
Espa?a se suma a la pol¨¦mica del reparto del trabajo para paliar el grave problema del paro
Ahora tendr¨ªa 94 a?os. Empez¨® a trabajar a los 15 como fogonero en los talleres de los Ferrocarriles del Norte de Espa?a -en la actualidad Renfe- con una jornada laboral de 12 horas diarias disfrutando de un d¨ªa de descanso cada 15. En lo que ¨¦l denominaba "un presidio industrializado" vivi¨® 52 a?os, 11 meses y dos d¨ªas; en total, 19.330 d¨ªas de condena, tal como dej¨® escrito.Dec¨ªa que antes se viv¨ªa para trabajar mientras que ahora se trabaja para vivir. Y recordaba c¨®mo el canto de las sirenas de las f¨¢bricas daba la se?al de salida a un numeroso ej¨¦rcito de hombres en bicicleta que invad¨ªa la entonces peque?a ciudad castellana, casi siempre de noche y con niebla. Ahora, es una gran urbe con una industria del autom¨®vil tocada por la crisis y donde los obreros van a la factor¨ªa en cuatro ruedas.
Nadie trabaja m¨¢s de ocho horas al d¨ªa, se remuneran las horas extraordinarias, se descansa s¨¢bado y domingo y hay un mes de vacaciones al a?o. Un modelo que la crisis econ¨®mica y el paro han puesto en cuesti¨®n en toda Europa. El debate ha estallado en las manos de los sindicatos cuando, hace apenas unas semana, la poderosa Volkswagen alemana plante¨® que o se aceptaba la reducci¨®n de la semana de trabajo a cuatro d¨ªas, con la consiguiente disminuci¨®n proporcional del salario, o 31.000 trabajadores se ir¨¢n a la calle.
Desde el punto de vista de la legislaci¨®n, Francia es el ¨²nico pa¨ªs que ha dado un primer paso en este sentido. El pasado jueves, la comisi¨®n de asuntos sociales del Senado aprob¨®, con los votos en contra de socialistas y comunistas, una enmienda a la Ley Quinquenal de Empleo para que las empresas que opten por la reducci¨®n de la semana laboral y aumenten la plantilla en un 10% paguen entre un 30% y un 40% menos en concepto de cargas sociales.
La cuesti¨®n de fondo la formulaba recientemente el semanario franc¨¦s Le Nouvel Observateur en una amplia encuesta. ?Estar¨ªa usted dispuesto a reducir su jornada de trabajo y a cobrar menos para crear nuevos empleos? La mayor¨ªa de los entrevistados (el 54%) contest¨® afirmativamente. Los m¨¢s favorables a esta idea fueron los cuadros intermedios, mientras que los obreros la rechazaron por 54 contra 42.
Lo sindicatos siempre han considerado la reducci¨®n de la jornada laboral como una conquista social pareja a los aumentos salariales. As¨ª lo plante¨® en el a?o 1990 el poderoso sindicato del metal en Alemania que, tras casi dos d¨¦cadas de lucha, logr¨® vencer las resistencias de la patronal del sector para implantar la jornada laboral de 35 horas semanales. Un a?o m¨¢s tarde, la compa?¨ªa francesa del autom¨®vil Peugeot implant¨® la semana laboral de cuatro d¨ªas aunque mantuvo en 38 horas y media la jornada de trabajo. El objetivo era aumentar la productividad y crear nuevos empleos.
La Comisi¨®n Europea alcanz¨®, en junio pasado, un principio de acuerdo entre los Estados miembros para regular determinados aspectos de la jornada laboral -periodos de descanso, trabajo nocturno y en fin de semana, vacaciones y horas extras-, todo ello en la perspectiva del mercado interior. La oposici¨®n de Gran Breta?a ha impedido, de momento, sacar adelante la propuesta. Su argumento es que se trata de medidas que son competencia de cada pa¨ªs.
"La flexibilidad de los horarios de trabajo", afirma el proyecto de directiva de la CE, "contribuye a integrar a un mayor n¨²mero de personas en el mercado de trabajo y a aumentar las oportunidades de empleo". La necesidad de utilizar durante m¨¢s tiempo los medios de producci¨®n exige, igualmente, flexibilizar las jornadas "para mejorar la productividad y la competitividad de las empresas comunitarias", a juicio de la Comisi¨®n.
Ahora, sin embargo, el debate se plantea con toda la crudeza de la crisis. Bajo el t¨ªtulo "Compartir el trabajo, la gran ilusi¨®n", la federaci¨®n suiza de Sindicatos Patronales ha hecho p¨²blico un estudio cuya principal conclusi¨®n es que compartir el tiempo de trabajo es s¨®lo una medida complementaria y defensiva para proteger los puestos de trabajo existentes sin permitir la creaci¨®n de nuevos empleos.
Pone como ejemplo un pa¨ªs como Francia que a principios de la d¨¦cada de los ochenta redujo de 40 a 39 horas la semana laboral, rebaj¨® la edad de jubilaci¨®n y aument¨® las vacaciones con la "ilusi¨®n" de crear 500.000 empleos. El resultado fue que el mercado de trabajo se abri¨® a 70.000 personas pero los parados se elevan actualmente a tres millones. "Los buenos sentimientos", afirman los empresarios suizos, "chocan frecuentemente con la realidad de los hechos e imponer la distribuci¨®n del trabajo puede ser considerado, incluso por la izquierda, como el compartir la penuria".
Pero la llamada izquierda se resiste a dejar de agitar el bander¨ªn de la reducci¨®n de jornada. A mediados de este mes de octubre, el Partido de los Socialistas Europeos ha presentado en el Parlamento Europeo un proyecto de resoluci¨®n a favor de la semana laboral de cuatro d¨ªas o las 35 horas semanales de trabajo. La propuesta reclama la adopci¨®n de acuerdos entre los agentes sociales para reorganizar el trabajo existente, repartirlo mejor y reforzar la competitividad de las empresas.
En Espa?a, ¨²nicamente la coalici¨®n Izquierda Unida se present¨® a las pasadas elecciones con la propuesta de reducir el m¨¢ximo de la jornada laboral a seis horas diarias. El salario podr¨ªa, en este caso, bajar pero no en la misma proporci¨®n y de forma no lineal.
El PSOE, por su parte, dej¨® pasar las elecciones pero ahora, en la ponencia marco para su pr¨®ximo congreso, parte de la base de que el trabajo es un bien escaso y se?ala que deben discutirse tambi¨¦n las propuestas de reducci¨®n de la semana laboral con reducci¨®n del salario, posibilidad que ya se plantea como soluci¨®n temporal para evitar los recortes de plantillas en empresas o ramas en crisis. En todo caso, a?ade, "el debate realizarse en la perspectiva de mejorar la competitividad global de nuestra econom¨ªa".
Salir de la crisis
Es una soluci¨®n "est¨²pida" o simplemente una "majader¨ªa". As¨ª se expresaban tambi¨¦n esta misma semana el presidente del PP, Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar, y el vicepresidente de la CEOE, Arturo Gil, ante el debate sobre la reducci¨®n de la jornada laboral. La receta para Aznar es, simplemente, "trabajar m¨¢s", mientras que para el representante de la patronal "no se sale de la crisis con planteamientos de este tipo".
?Es posible esta revoluci¨®n en Espa?a? Juan Antonio Sagardoy, uno de los abogados laboralistas de m¨¢s renombre, miembro activo del equipo que redact¨® el Estatuto de los Trabajadores, es tajante: "Mi experiencia es que cuando al empresario no se le permite, por el convenio o por la inspecci¨®n, que sus empleados hagan m¨¢s horas extras no crea los empleos que aritm¨¦ticamente corresponder¨ªan". La raz¨®n es que "un nuevo puesto de trabajo genera costes adicionales superiores a lo que representa alargar la jornada".
El problema, para Sagardoy, no es tanto de n¨²mero de horas como de mayor flexibilidad. Cuenta que hace unos d¨ªas un empresario hotelero se quejaba ante ¨¦l de que tiene verdaderas dificultades para adaptar el horario de sus empleados a la nueva costumbre de celebrar las bodas en d¨ªas laborables y no en fin de semana, como hasta hace unos a?os.
Juan Francisco Garc¨ªa, gerente de Price Waterhouse, empresa consultora que realiza un informe anual sobre utilizaci¨®n de los recursos humanos en los pa¨ªses europeos afirma tajante que en el caso de plantear una reducci¨®n de la jornada de trabajo, "los sindicatos deber¨ªan estar dispuestos a cobrar la mitad, porque lo que est¨¢ claro es que las empresas no pueden asumir duplicar sus costes".
Otro enfoque lo proporciona Alberto ?lvarez Rold¨¢n, director del ¨¢rea de Servicios para la Gesti¨®n del Cambio de Andersen Consulting. En su opini¨®n, el debate sobre la jornada no pasa de ser "un divage te¨®rico". Piensa que el reto para las empresas es la cualificaci¨®n de sus empleados de un cierto nivel y ello requiere una fuerte inversi¨®n que debe rentabilizarse a base de m¨¢s competitividad.
Ignacio Ayuso, secretario general de Peat Marwick, autor junto a Laura Astorqui de un libro de pr¨®xima aparici¨®n sobre Los aspectos laborales de la empresa en crisis, pone el contrapunto al opinar que "la, reducci¨®n de jornada acompa?ada de la disminuci¨®n o congelaci¨®n de los salarios, facilitar¨ªa crear empleo, sobre todo en sectores de producci¨®n continua".
"S¨ªndrome de insolidaridad"
Pero una parte del problema es "el s¨ªndrome insolidaridad que en su opini¨®n padecen los sindicatos al aceptar las horas extras en las empresas. Tambi¨¦n asegura que, en algunos casos, las empresas camuflan las horas extras como gratificaciones para ahorrarse cotizaciones a la Seguridad Social.
Un sindicalista batallador, como es el dirigente de UGT Apolinar Rodr¨ªguez, parte de la base de que "con una tasa de paro del 23% la estrategia del crecimiento econ¨®mico por s¨ª s¨®la no sirve para abordar la creaci¨®n de empleo: Hay que entrar en el debate del reparto del tiempo de trabajo". Antes, la reducci¨®n de la jornada de trabajo "era una conquista m¨¢s en los convenios", ahora "hay que enfocarla desde la perspectiva de la creaci¨®n de empleo
?Y los salarios? ?Deber¨ªan reducirse en la misma proporci¨®n? "Tiene que haber un cambio de mentalidad por parte de los sindicatos", intenta responder Apolinar Rodr¨ªguez. "Estamos dispuestos a que haya m¨¢s flexibilidad, a que se eliminen obst¨¢culos, pero s¨®lo si ello permite cambiar empleo por salarios". No se trata de "abaratar costes sin contrapartidas", concluye. Seg¨²n este sindicato, s¨®lamente erradicar las horas extras permitir¨ªa crear 300.000 puestos de trabajo en Espa?a.
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