Un extranjero criticado
Desde el mot¨ªn de Esquilache hasta el m¨ªrala, m¨ªrala de la canci¨®n de los a?os ochenta, estos edificios han visto pasar guerras, hambrunas, revoluciones y generaciones de madrile?os absortas cada una en sus afanes. Ellos siguen y todo lo dem¨¢s pas¨®. Incluso desapareci¨®, o se modific¨® hasta el olvido el paisaje que los rodeaba. Sabatini fue el gran ejecutor de las ideas racionalistas de la Ilustraci¨®n en la arquitectura y el urbanismo. Pese a morir en Madrid en 1779, toda su carrera fue la de un extranjero criticado y visto con recelo, al que s¨®lo el apoyo incondicional del monarca sirvi¨® de ayuda.Naturalmente, no fue Sabatini el ¨²nico, ni siquiera el m¨¢s avanzado en sus ideas, seg¨²n opini¨®n de los expertos, pero uni¨® a su talento y al poder que le ven¨ªa del rey una gran carga de pragmatismo y de sentido de la urgencia: Madrid ten¨ªa que ser una corte digna y para ello la primera necesidad era la higiene.
Sabatini dict¨® normas de alcantarillado, empedrado de calles e iluminaci¨®n, y se asegur¨® de su cumplimiento. Pas¨®, por tanto, del pozo s¨¦ptico y la cloaca a los palacios, los hospitales y los monumentos conmemorativos, algo que olvida, a menudo, el urbanismo contempor¨¢neo. Las obras que llegan a convertirse en emblemas de una ciudad es f¨²til juzgarlas s¨®lo por sus m¨¦ritos de f¨¢brica. A ellos se unen con el tiempo los sentimientos de la ciudadan¨ªa y se funden en la historia.
Sin embargo, la obra de Sabatini merece los elogios m¨¢s fundados. Para Luis Cervera Vera, gran especialista en la la obra de Sabat¨ªni, la Puerta de Alcal¨¢ es "no s¨®lo un monumento muy bello, sino de gran funcionalidad".
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