Un arte para reinterpretar la naturaleza
La ciencia, como disciplina dedicada a observar y describir la naturaleza, va a proporcionar ciertos temas y procedimientos al arte en el momento en que el arsenal de la mitolog¨ªa aparece agotado y se impone el culto a la diosa Raz¨®n. El Romanticisrno explotar¨¢ est¨¦ticamente el nuevo mito de la sabia naturaleza; recordemos que Friedrich Schelling ley¨® en la Academia de Ciencias de M¨²nich su ensayo La relaci¨®n del arte con la naturaleza, que servir¨ªa de piedra de toque a la poes¨ªa rom¨¢ntica alemana.Desde entonces la analog¨ªa biol¨®gica va a aparecer de diferentes maneras en el arte, acentuando tanto su relaci¨®n como sus diferencias con la ciencia y la naturaleza. En este contexto actualizado hay que situar la exposici¨®n que el joven artista Pedro Mora (Sevilla, 1961) presenta en Madrid, en ella se exhiben una serie de obras que podr¨ªamos ubicar en ese extenso campo que se abre entre el surrealismo y el arte conceptual.
Pedro Mora
25, 17, 19, 9, 12.Soledad Lorenzo. Orfila, 5. Madrid. Hasta el 13 de noviembre.
Las obras, realizadas con la ayuda de la propia naturaleza (ratones que roen p¨¢ginas de libros, hongos y mariquitas adheridas a objetos, largas alfombras de hierba), se presentan con una apariencia f¨ªsica que recuerda las recurridas instalaciones como las que hac¨ªa Joseph Beuys.
Realidad turbadora
Se trata de piezas con una realidad turbadora, im¨¢genes de sue?os que se presentan ante nuestros ojos y nuestro tacto con toda su materialidad a trav¨¦s de objetos y animales que no han sido sustancialmente alterados, pero que conforman un nuevo repertorio objetual que insin¨²a otra naturaleza, la cual podr¨ªa exhibirse tanto en las vitrinas de un museo de rarezas cient¨ªficas, como en un escaparate de ex votos para un culto desconocido.
Cada obra es una sorpresa, el espectador se enfrenta a fen¨®menos naturales (roeduras de ratones, efectos de la humedad, dibujos formados por huevos de gusanos de seda) presentados en el contexto artificial del arte.
La l¨®gica intuitiva del arte, que no atiende a las razones de la ciencia, convierten estos hallazgos de la realidad natural en met¨¢foras po¨¦ticas.
Podemos suponer, por tanto, que Pedro Mora transcribe con ellas una historia silenciosa en la que el arte es amenazado por los hongos que alimenta la humedad o invadido por una plaga de indefensas mariquitas, im¨¢genes que requieren, sin duda, de una interpretaci¨®n on¨ªrica para, poder revelar el exacto significado de las alegor¨ªas.
La obra est¨¢ impecablemente realizada, y el breve discurso te¨®rico del artista, expuesto en el cat¨¢logo, resulta convincente y sensible, pero parece que a¨²n le queda a Pedro Mora una larga distancia por recorrer hasta conseguir que las obras sean signos ineludibles de su discurso; mientras tanto, aparecen como ilustraciones o materializaciones de dudosos sue?os que presuntamente son desvelados por su autor.
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