La agon¨ªa de un modelo
Hay dos presupuestos b¨¢sicos desde los que se contempla la Econom¨ªa Sumergida (ES): 1) la preocupaci¨®n por el deterioro de las condiciones de vida y trabajo y por la vuelta del capitalismo salvaje; 2) la preocupaci¨®n por la presi¨®n fiscal y el gigantismo de nuestro Estado de Bienestar, cuando aqu¨¦lla es de las m¨¢s bajas de la OCDE y ¨¦ste est¨¢ m¨¢s cerca de las hermanitas de los ancianos desamparados que del boyante jubilado escandinavo.En cuanto a los enfoques metodol¨®gicos, perm¨ªtaseme reducirlos a dos. El primero parte de una conceptualizaci¨®n m¨¢s precisa, busca definir tipos de ES y explicarlos sin perder de vista su profunda imbricaci¨®n con la estructura social. En mi libro El trabajo a domicilio en el Pa¨ªs Valenciano llegu¨¦ a algunas conclusiones a primera vista sorprendentes: 1) no hay oposici¨®n sino complementariedad entre econom¨ªa formal y ES; 2) La mayor¨ªa de los trabajadores sumergidos estad¨ªsticamente no son parados sino inactivos (por ejemplo amas de casa). Su contabilizaci¨®n reducir¨ªa muy poco el n¨²mero de parados. El segundo enfoque busca cuantificar el fen¨®meno y ha pagado el precio de utilizar un concepto de ES que la ha convertido en un caj¨®n de sastre (prostituci¨®n, narcotr¨¢fico, trabajo negro, fraude fiscal, gratificaciones fuera de n¨®mina...). Ha dado lugar a estimaciones surrealistas por su disparidad, y nunca ha habido manera de saber qu¨¦ hab¨ªa bajo aquellos porcentajes del PIB o de la renta nacional.
A caballo entre los dos enfoques, en 1985 se hizo la famosa Encuesta sobre Condiciones de Vida y Trabajo. No pretend¨ªa medir toda la ES, s¨®lo cu¨¢ntos trabajadores hab¨ªa en ella. Y de paso contrastar la calidad de la EPA para medir el paro. Les sali¨® que la EPA era muy buena, pero muchos l¨ªderes de opini¨®n todav¨ªa no se han enterado. Tambi¨¦n les salieron tres millones de trabajadores irregulares, lo que permitir¨ªa a alg¨²n agudo analista concluir que aqu¨ª hab¨ªa pleno empleo. El problema de este enfoque contin¨²a siendo el fuerte reduccionismo a que se ve sometida una compleja variedad de situaciones laborales at¨ªpicas. Trabajar a domicilio en Ontinyent para la empresa en la que se perdi¨® el empleo, completar cuatro meses de peonadas en ?cija con otros tantos a cargo del Estado y cuatro m¨¢s vendiendo esp¨¢rragos silvestres, revender billetes de metro en Madrid, trabajar como oficial en Sabadell y ser cotizado como pe¨®n, cambiar mariscos por reparaci¨®n de veh¨ªculo en Vigo, son hechos sociales heterog¨¦neos, cuya comprensi¨®n requiere categor¨ªas anal¨ªticas espec¨ªficas.
Finalmente, en cuanto a los interrogantes que plantea la ES ante el futuro, a algunos ya nos da verg¨¹enza repetimos: el trabajo negro es un paliativo que prolonga la agon¨ªa de un modelo de crecimiento con el que Espa?a se industrializ¨® hace 30 a?os. Un modelo basado en mercados cautivos, tecnolog¨ªa simple y mano de obra barata y poco cualificada. Hoy, a un juguetero valenciano, un obrero chino (en China) le cuesta i100 pesetas diarias! ?Hasta qu¨¦ nivel de equilibrio hay que reducir los costes salariales para competir con los nuevos pa¨ªses industrializados sin cambiar de modelo? Ese cambio implica una clase empresarial m¨¢s schumpeteriana y menos especulativa (pero aqu¨ª tropezamos con una rigidez estructural), tecnolog¨ªas menos transferibles a sociedades sin tradici¨®n industrial y, sobre todo, recursos humanos m¨¢s cualificados. Ahora bien, las cualificaciones laborales s¨®lo pueden construirse con ciudadanos m¨¢s y mejor educados, lo cual implica tambi¨¦n creerse la LOGSE. Pero esto es ya otra (triste) historia.
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