El Madrid aprovech¨® su laboriosidad
El Valencia se hunde en el abismo al sumar una derrota m¨¢s
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LUIS G?MEZEl Madrid sac¨® provecho de su laboriosidad. Su disciplina le premi¨® con un resultado holgado en una cita comprometida, un hecho que le permite encaramarse al grupo de cabeza sin tener que dar demasiadas explicaciones. El Valencia expuso su principal debilidad, una falta cong¨¦nita de car¨¢cter, y huele a cad¨¢ver. Fue el primer l¨ªder que hizo correr r¨ªos de tinta y ahora es un aspirante venido a menos. No es ese el papel que interpreta el Madrid, que ha recuperado cr¨¦dito aunque s¨®lo sea por el apego que tiene al trabajo.
Cruce de caminos en Mestalla. El Valencia acudi¨® a la cita temeroso, angustiado por los efectos de un mal gen¨¦tico que parece condenar a este equipo a ser v¨ªctima de sus pretensiones. El Valencia es quien peor aparenta lo que no es. Todo lo contrario que el Madrid, que vive del escaparate.
Sin encanto
El Madrid de ahora mismo no tiene encanto porque a lo viejo conocido suma algunos profesionales por cuenta ajena y un exceso de material defectuoso en el banquillo. El Madrid predica un f¨²tbol laborioso, sujeto a una disciplina que sirve para encubrir buena parte de sus carencias. Pas¨® para algunos de sus protagonistas el tiempo en el que se pod¨ªan exponer seg¨²n su libre albedr¨ªo y eso se nota: todos aceptan viajar con una receta en el bolsillo. Sin ir m¨¢s lejos Butrague?o, a quien el orden t¨¢ctico del equipo sirve de amparo porque no le exige inspiraci¨®n a cada momento.
El Madrid tom¨® sus herramientas y dio por sentado que iniciaba su jornada laboral. El Valencia opt¨® por dejarse llevar, actitud que denotaba falta de autoestima. En breve tiempo, se advirti¨® que el Madrid estaba sobrado de razones para imponer un ritmo c¨®modo, no tanto autoritario como pertinaz. Tiene que ser as¨ª porque su capacidad log¨ªstica es limitada. Salvo el largo recorrido de Luis Enrique y el estado de gracia en el que vive Alfonso, el Madrid exprime sus limitaciones. Vive en precario con dignidad, como lo prueba el hecho de que su cuarteto de extranjeros equivalga en la pr¨¢ctica al remate terminal de Zamorano, un jugador cuya eficacia necesita de la jugada elaborada. Zamorano s¨®lo pone el sello. Lo suyo de verdad es un golpe a la red.
Un par de contraataques con escasa fortuna predecieron a la jugada que determin¨® buena parte del encuentro. El Valencia era m¨¢s incisivo cuando no ten¨ªa que elaborar la jugada, detalle que no debe pasar inadvertido porque significa que naufragaba cuando ten¨ªa que pensar sobre el c¨¦sped. Mijatovic (m. 5) y Fernando (m. 10) desperdiciaron sendas oportunidades y con esa brevedad caduc¨® su aspiraci¨®n por tomar las riendas del encuentro. Le lleg¨® entonces el turno a Alfonso en una jugada sin aparente mortalidad y su remate puso al Valencia frente al supuesto que trataba de evitar, verse sometido al juicio de sus incondicionales.
Poco caudal
El gol permiti¨® al Madrid acomodarse tanto a la geograf¨ªa del partido como para sufrir sin desmayo las estrechaces del final del primer periodo, cuando el Valencia recuper¨® el ¨¢nimo y puso sitio a la porter¨ªa de Buyo. Fueron los peores cinco minutos del Madrid, poco caudal para un compromiso de tanta envergadura. La presi¨®n fue m¨¢s aparente que real, propiciada sin lugar a dudas por un par de despistes defensivos y por cierta descoordinaci¨®n en el control del juego a¨¦reo. Buyo, Alkorta y Sanchis tuvieron tendencia al p¨¢nico, pero el descanso amortigu¨® lo que fue la descarga final del Valencia.
La reanudaci¨®n no sirvi¨® m¨¢s que para ahondar el abismo que separ¨® a uno del otro. El Madrid a su trabajo. El Valencia sin fe. Un cuarto de hora despu¨¦s, la sentencia definitiva: Hierro roba un bal¨®n y permite una jugada de sal¨®n en la retaguardia local. A partir de ese momento, no hubo discusi¨®n.
El Valencia se fue diluyendo por momentos. Su juego no ten¨ªa sentido. Puro voluntarismo hip¨®crita, previo paso a la anarqu¨ªa. Fue entonces cuando el Madrid encontr¨® recompensado su trabajo y pudo dibujar momentos de buen f¨²tbol. La factor¨ªa t¨¢ctica daba paso a lo que debe entenderse como una buena maquinaria. Las piezas estaban ajustadas. Esa situaci¨®n permiti¨® la benefactora inclusi¨®n de Prosinecki, que contribuy¨® a mejorar la rentabilidad del centro del campo donde Alfonso hace una aportaci¨®n discutible. Alfonso trabaja ahora de media punta y su nueva demarcaci¨®n da pie a que Butrague?o recupere la titularidad. Sin embargo, su buen rendimiento individual puede obrar un espejismo porque su aportaci¨®n como centrocampista es mediocre. Alfonso luce como delantero.
El ¨²ltimo cuarto de hora lo vivi¨® el Madrid deleit¨¢ndose consigo mismo, derrochando oportunidades y experimentando el placer que significa contar con el reconocimiento del respetable. La encrucijada de Mestalla le ha rehabilitado. Lo contrario que al Valencia, ahora mismo el primer cad¨¢ver que deja la Liga.
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