Alfaro confundi¨® con unos acreedores a los polic¨ªas que le detuvieron
Pasaban unos minutos de las seis de la tarde del viernes 12 de noviembre. Ciento cincuenta personas presenciaban la ceremonia nupcial de Benedicto Alfaro, hijo del empresario del mismo nombre, due?o (de una conocida cadena de su mercados, promotor inmobiliario y empresario de inform¨¢tica, quien se encontraba en la primera fila de bancos de la iglesia de San Manuel y San Benito. De pronto, tres hombres que no hab¨ªan sido invitados, y que tampoco iban ataviados como para una cl¨¢sica boda de familia acomodada, entraron en el templo y se situaron junto a la puerta.
"Temimos que fueran unos alborotadores", recuerda Carmen Alfaro, la hija del empresario. En un primer momento, el propio industrial, Benedicto Alfaro, pens¨® que los tres hombres que le esperaban pod¨ªan ser personas enviadas por clientes del intermediario financiero Baltasar Egea que hubieran perdido su dinero tras el suicidio de ¨¦ste y que pretendieran organizarle ahora un esc¨¢ndalo a la salida de la iglesia.El empresario detenido hab¨ªa denunciado ante los jueces de Alcobendas y de Delitos Monetarios que era objeto de llamadas telef¨®nicas amenazantes y que individuos desconocidos vigilaban las proximidades de su domicilio y de sus oficinas. Carmen Alfaro explica que, entre otros movimientos extra?os, en el mes de junio, fueron descubiertas varias personas cerca de las oficinas del Grupo Alfaro, en la madrile?a calle de Alfonso XIII, que a veces vigilaban en coches y otras en moto. Tales personas nunca hab¨ªan abordado a nadie, y ni siquiera llegaron a hablarles.
Por temor a todo ello, Alfaro hab¨ªa contratado para la boda un guarda de seguridad, que permanec¨ªa en el interior de la iglesia. El vigilante jurado se percat¨® de la presencia de los tres misteriosos visitantes en la iglesia y les pidi¨® que se identificasen. Los polic¨ªas lo hicieron y, acto seguido, advirtieron al guarda jurado que no pod¨ªa hacer ninguna llamada o movimiento extra?o que interfiriera su labor.
Al final de la ceremonia, mientras los novios -ajenos al suceso- sal¨ªan a la calle en medio de una lluvia de arroz los tres agentes se acercaron al empresario por un pasillo lateral del templo, hasta la nave central, y le comunicaron su detenci¨®n por orden del juez central de delitos monetarios, Miguel Moreiras.
S¨®lo algunos familiares de Benedicto Alfaro se dieron cuenta de lo que ocurr¨ªa. Mari Carmen Alfaro, hija del detenido, que hab¨ªa actuado como testigo nupcial de su hermano, s¨ª se hab¨ªa dado cuenta de la presencia de los tres desconocidos. Al no ser amigos de la familia, temi¨® que pudieran ser alborotadores. "Fue incre¨ªble", dijo ayer a EL PA?S. "Le detuvieron dentro de la iglesia, ni siquiera le dejaron salir a la calle. Intentamos localizar al juez Moreiras para que le permitiera acudir al banquete de boda, pero no fue posible". El convite se celebr¨® posteriormente, en un ambiente de aparente normalidad, porque s¨®lo los familiares m¨¢s allegados a Alfaro y alg¨²n amigo conoc¨ªan lo que hab¨ªa sucedido.
Segunda boda
Los polic¨ªas esperaron a que todos los asistentes abandonaran el templo y salieron con el empresario en el momento en que entraban los asistentes a otra boda, que se celebr¨® despu¨¦s en el mismo templo.
El juez Miguel Moreiras hizo ayer muy pocos comentarios respecto a la situaci¨®n del caso. Unicamente tuvo inter¨¦s en dejar claro que el hecho de que la detenci¨®n de Benedicto Alfaro se hubiera producido a la salida de la boda de su hijo no fue responsabilidad suya, ya que el magistrado asegura que desconoc¨ªa que un hijo de Alfaro ten¨ªa previsto casarse el mismo d¨ªa en que ¨¦l firmaba el auto de prisi¨®n contra su padre.
El abogado de Alfaro, Santiago Lago, ha explicado a este peri¨®dico que a primera hora de la ma?ana ha intentado visitar a su cliente en la prisi¨®n madrile?a de Carabanchel, pero no consigui¨® hablar con ¨¦l. El letrado ha pedido el traslado de Alfaro a la enfermer¨ªa de la c¨¢rcel, porque padece una grave dolencia de columna vertebral que requiere tratamiento m¨¦dico. La decisi¨®n corresponde al juez de vigilancia penitenciaria.
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