Un cabezazo de Hierro lleva a Espa?a al Mundial
Espa?a se sobrepuso a la expulsi¨®n de Zubizarreta gracias a la espl¨¦ndida actuaci¨®n de Ca?izares
Un cabezazo de Hierro sobre un avispero de jugadores meti¨® a Espa?a en el Mundial. Fue una jugada seca, la ¨²nica que pod¨ªa procurar la victoria de la selecci¨®n espa?ola en un partido de juego pobre y emotivo. Limitado por la temprana expulsi¨®n de Zubizarreta y por la presencia de un grupo de futbolistas que nunca pudo garantizar el control y el manejo de la pelota, el equipo de Clemente apel¨® al sacrificio para agarrar el partido. Y fiel como era la selecci¨®n a las ideas de su entrenador, a nadie sorprendi¨® que el triunfo llegara en un cabezazo, tras un c¨®rner y en medio de un p¨¢ramo de juego.La expulsi¨®n de Zubizarreta condicion¨® el partido y aliment¨® todav¨ªa m¨¢s el tono visceral del juego. Espa?a se prepar¨® para una noche perra. Ah¨ª estaba un equipo comido. por la tensi¨®n, sus limitaciones t¨¦cnicas y la concesi¨®n de un jugador a sus rivales. El cuadro ten¨ªa un aspecto dram¨¢tico, entrevisto antes del error de Zubizarreta. Espa?a hab¨ªa sacado a su fuerza de choque, un grupo de jugadores preparados para resistir el impacto f¨ªsico de los irlandeses y explotar sus miserias t¨¦cnicas. Pero Dinamarca es un equipo m¨¢s complejo. Dispone de una aparatosa presencia en sus defensas y de una mentalidad especulativa que le rindi¨® beneficios en la Eurocopa. La inclusi¨®n de los hermanos Laudrup a?ade la cuota de fantas¨ªa que convierte a Dinamarca en un equipo respetable. Espa?a no estaba preparada para desarmar esa mezcla. La selecci¨®n tuvo casi siempre el aspecto de un conjunto de corte muy antiguo y juego primario, bastante despectivo con la pelota.
Fall¨® Zubizarreta con el pie, la asignatura que le exige Cruyff. Nadal le cedi¨® la pelota, que vino sencilla al portero, bland¨ªsima. En el peor de los casos Zubizarreta ten¨ªa el pelotazo, pero sus opciones eran numerosas. Michael Laudrup sospech¨® algo, quiz¨¢ se fi¨® del instinto o de la experiencia de una larga carrera deportiva junto a Zubizarreta. Se fue hacia el portero y encontr¨® fortuna. El portero espa?ol le entreg¨® el bal¨®n ante la incredulidad general. Luego le derrib¨® y se fue a la ducha. El partido se qued¨® para la -tragedia o la gesta. Y todos con la escucha en Belfast.
Ca?izares sac¨® a su equipo de la conmoci¨®n. Salud¨® su entrada con un rechace excelente a un cabezazo de PovIsen y seis minutos despu¨¦s bloque¨® un remate de Michael Laudrup, solo en el coraz¨®n del ¨¢rea. El destino termin¨® por convertir a dos suplentes en los h¨¦roes del partido. Ca?izares se alz¨® sobre todas las adversidades y Kiko dej¨® escrito el tipo de equipo que debi¨® manejar ese partido. Jugador intuitivo, de clase, en la l¨ªnea de una generaci¨®n espl¨¦ndida de j¨®venes futbolistas, Kiko super¨® en todas las asignaturas a Julio Salinas. Su llegada fue decisiva. De repente, la defensa danesa parec¨ªa vulnerable, limitada ante la oferta de talento de Kiko. Pero todo eso sucedi¨® despu¨¦s de una larga agon¨ªa, con el equipo sujetado unicamente por una vena racial. El viejo f¨²tbol de la furia que tanto da?o ha hecho.
Sembrado de defensas, todos por detr¨¢s de la l¨ªnea del bal¨®n, el juego fue lineal, previsible y deficiente. La b¨²squeda constante de Julio Salinas como hombre diana fue un fiasco. La pelota anduvo entre defensas, incluso antes de la expulsi¨®n de Zubizarreta. Nada era posible entre unos jugadores que no est¨¢n dotados para edificar el f¨²tbol. El recurso estaba en los tiros de falta y en el poder cabeceador de Hierro y Bakero, dos maestros en estas cuestiones. Pero eso es un enganche pobre.
Si algo absolv¨ªa a la selecci¨®n, era su inferioridad de jugadores. El resultado depend¨ªa de la capacidad de sacrificio del equipo y de un golpe de efecto. Y las dos cosas se produjeron: existi¨® el coraje y la capacidad para transformar un c¨®rner en el gol decisivo. Dinamarca no tuvo la sabidur¨ªa para agarrar un partido que era suyo. La "amenaza Laudrup" fue m¨¢s latente que real.
Y cuando la angustia era mayor y todas las oraciones se dirig¨ªan a Belfast, Goikoetxea batall¨® por el bal¨®n en la esquina derecha y se gan¨® el derecho al tiro de c¨®rner. En el saque, la pelota vol¨® muy alto, al segundo palo, donde dicen que es m¨¢s deficiente Schmeichel y por all¨ª apareci¨® Hierro con todo su poder. El estadio recibi¨® el gol con delirio y con gratitud. Nadie estaba preparado para media hora m¨¢s de sufrimiento.
Nada de lo que sucedi¨® despu¨¦s cambi¨® el curso del encuentro. Ni siquiera la lesi¨®n de Goiko. Espa?a ten¨ªa una excusa m¨¢s para la ¨¦pica. Se meti¨® todo el equipo cerca de Ca?izares y esper¨®. Dinamarca contest¨® con salvas. Es un equipo sin grandeza, feliz en el contragolpe y un poco ru¨ªn. Pero una vez, hace poco m¨¢s de un a?o, tuvo los resultados de su parte y conquist¨® un t¨ªtulo. Eso sucede por vivir con una visi¨®n utilitarista del f¨²tbol. Les fue bien una vez, pero ahora est¨¢n fuera del Mundial. El valor de la noche es incuestionable, pero el futuro exige que el talento emergente de una camada de jugadores salga a la luz. Este equipo hizo la proeza, pero dej¨® de lado el f¨²tbol.
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