Horarios, ?pol¨ªticos o comerciales?
ALFONSO MERRY DEL VALEl autor aboga en este texto por la libertad de horarios comerciales, sobre todo en una ¨¦poca de crisis en la que, por la ca¨ªda de la demanda, hay que esforzarse en facilitar la compra alconsumidor.
La sociedad espa?ola vive inmersa desde hace algunos meses en un apasionado debate sobre la libertad de horarios comerciales. Hemos asistido a un intercambio de cifras y argumentos divergentes, pero siempre ha existido un punto de encuentro: la necesidad de adecuar, modernizar y dinamizar nuestro sector, garantizando as¨ª su capacidad para generar empleo.A lo largo de la historia econ¨®mica reciente, todos los cambios habidos en aras de la modernizaci¨®n no han estado exentos de discusi¨®n, dudas razonables y conflictos, pero la realidad nos ha demostrado que el ¨¦xito de ¨¦stos ha sido posible por su capacidad de satisfacer las necesidades de la sociedad.
Hoy se est¨¢ poniendo en tela de juicio el llamado decreto Boyer, una norma de 1985 que en su momento se consider¨® vanguardista. Es parad¨®jico que esto suceda ocho a?os despu¨¦s, cuando nuestra sociedad camina cuantitativa y cualitativamente hacia un mundo de servicios y bienestar dif¨ªcilmente renunciable.
Espa?a necesita fuertes inversiones para modernizar su red comercial y crear empleo. No se puede pedir a los agentes econ¨®micos que realicen inversiones cuantiosas en un entorno incierto y enrarecido desde el punto de vista legislativo, y menos en un momento en el que la crisis econ¨®mica desanima la actividad inversora.
Si el sector del comercio quiere tener ¨¦xito, tendr¨¢ que incrementar su productividad por dos v¨ªas: el servicio y la atenci¨®n a los consumidores, y la buena gesti¨®n en el marco de una planificaci¨®n econ¨®mico-financiera. Que nadie piense que, ahora que la crisis llama con insistencia a la puerta, ¨¦sta va a pasar de largo si ponemos el letrero de "cerrado".
En ¨¦pocas como la actual, la contracci¨®n de la demanda produce menores ventas y, en consecuencia, peores resultados; esto es igual para todos, grandes y peque?os. ?Cu¨¢l es el papel que juegan los horarios? La libertad de horarios facilita la adaptaci¨®n a las necesidades del consumidor. En un momento de ca¨ªda de la demanda, parece evidente que tenemos que esforzarnos m¨¢s en conseguir que el consumidor "entre por la puerta", y una forma, muy importante de lograrlo es ampliar los horarios y facilitar al compra en festivos.
La limitaci¨®n de horarios o de d¨ªas de apertura afecta de ra¨ªz a las posibilidades de gesti¨®n de los comerciantes y supone una injerencia en la parcela de riesgo que les pertenece a ellos como empresarios. Por otra parte, implica limitar la rotaci¨®n de los activos y, en consecuencia, disminuye la rentabilidad de la inversi¨®n.
En la Comunidad de Madrid, antes de la implantaci¨®n del decreto Boyer, el 70% de las infracciones que se produc¨ªan en el sector eran por aperturas del peque?o comercio en d¨ªas festivos. Es l¨®gico si pensamos que el peque?o comercio es el que m¨¢s f¨¢cilmente puede captar la demanda de proximidad.
En Suecia, en 1972, se implant¨® la libertad de horarios comerciales y, sin embargo, el n¨²mero de peque?os comerciantes se ha duplicado. ?Por qu¨¦ no estudiamos seriamente qu¨¦ ha pasado en Suecia, Escocia, Irlanda, Estados Unidos, Jap¨®n, etc¨¦tera, donde la libertad de horarios ha modernizado el comercio?
En Europa se est¨¢ asistiendo actualmente a un profundo debate sobre el comercio, sus horarios y su impacto en el consumo. En Francia, Reino Unido y Alemania, la tendencia es ampliar los horarios, no restringirlos. ?Por qu¨¦ no seguimos con atenci¨®n lo que sucede en nuestro entorno?
Se dice que se han perdido miles de empleos y que han cerrado miles de comercios. Las estad¨ªsticas nos demuestran lo
contrario. El empleo en el sector del comercio ha crecido m¨¢s de un 40% en los ¨²ltimos diez a?os (datos del INE). Es cierto que ha disminuido el n¨²mero de establecimientos, algo l¨®gico si tenemos en cuenta que en Espa?a el peque?o comercio dobla en cantidad al de los pa¨ªses m¨¢s desarrollados de la CE.
Crisis significa menor rentabilidad, incertidumbre, pero tambi¨¦n significa oportunidades. Es el momento para que el comerciante moderno, es-pecializado, orientado al consumidor, se arriesgue, invierta y, en consecuencia, cree empleo. Por ello creo que la abolici¨®n del decretoBoyer significar¨ªa el fracasao de la modernizaci¨®n del comercio en Espa?a. Significar¨¢ reducci¨®n del empleo en el sector y un grave perjuicio para el consumidor; una oportunidad perdida, una especie de aprobado general en el que los comerciantes eficaces y los no eficaces se meten en el mismo saco. Todos sabemos que la competitividad ni se puede repartir ni se debe subvencionar, y, el d¨ªa que esto ocurra, la competitividad dejar¨¢ de existir.
El peque?o comercio en Espa?a tiene otros problemas mucho m¨¢s importantes; se encuentra en un entorno desfavorable, con altos impuestos, rigidez laboral, altos salarios, etc¨¦tera. Su falta de especializaci¨®n y de formaci¨®n profesional, el bajo nivel de franquicias y su no vinculaci¨®n a f¨®rmulas asociativas tampoco le favorece. ?No ser¨¢n estos los problemas que habr¨ªa que abordar desde la Administraci¨®n para favorecer su futuro?
El debate actual sobre los horarios me produce una sensaci¨®n de huida de la realidad., ?Estamos abordando seriamente el futuro o nos estamos resistiendo a ¨¦l? ?Cree alguien que un comercio poco atractivo para el consumidor tiene futuro, o que ese futuro se lo puede dar la limitaci¨®n de aperturas en domingo?
El debate entre lo grande y lo peque?o es falso. Es un error considerar al comercio por su dimensi¨®n; al comercio, como a todo, hay que juzgarlo por su eficacia. Nuestro sector es muy din¨¢mico, y tenemos que aprender d¨ªa a d¨ªa a ser m¨¢s eficientes para no quedamos atr¨¢s.
Los valores que el consumidor considera esenciales actualmente son: especializaci¨®n, proximidad, amplitud de horarios, facilidad de pago y de aparcamiento, atenci¨®n especializada, calidad, precio, etc¨¦tera. Este abanico de posibilidades permite a las distintas f¨®rmulas comerciales, en funci¨®n de su propia estrategia, elegir los valores que le van a permitir tener ¨¦xito en su segmento de consumidores. Por ello, el peque?o y el gran comercio son complementarios y no incompatibles. Los centros comerciales no tendr¨ªan sentido y no existir¨ªan sin el peque?o comercio, que configura decisivamente su oferta.
Las grandes y medianas superficies son locomotoras de los modernos centros comerciales, son polos de atracci¨®n de consumidores y, por tanto, favorecen al comercio que se instala en ellos. Todos estamos en este sector con el ¨²nico fin de servir al consumidor, y ¨¦se es nuestro reto. La Administraci¨®n debe crear el marco de actuaci¨®n para facilitar esta labor, no para restringirla.
El comerciante es, por naturaleza propia, un empresario; ¨¦l sabe que su ¨¦xito se lo debe a s¨ª mismo, a su esfuerzo, a su buena gesti¨®n, al acierto de su oferta. El sabe que no se lo debe ni a los pol¨ªticos ni a la Administraci¨®n; sabe tambi¨¦n que su futuro depende de s¨ª mismo y que ning¨²n pol¨ªtico ni decisi¨®n administrativa har¨¢n entrar al consumidor en su tienda, ni garantizar¨¢n el ¨¦xito de su proyecto empresarial.
Por cierto, se?or director, le ruego que usted siga publicando este peri¨®dico los lunes y le deseo que su profesi¨®n, el periodismo, no sufra el intervencionismo que amenaza al comercio.
es consejero delegado de Continente.
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