Garc¨ªa Rodero desvela en im¨¢genes el choque entre lo viejo y lo nuevo
La fot¨®grafa expone en Madrid sus fotograf¨ªas de fiestas y rituales de Espa?a
Observadora excepcional de los ¨²ltimos 20 a?os en los pueblos espa?oles, Cristina Garc¨ªa Rodero se ha alegrado de los aspectos positivos del progreso: la facilidad de vida y la comodidad de la gente. Pero tambi¨¦n ha visto con rechazo la homogeneidad progresiva entre el norte y el sur, o entre Extremadura y Levante. Ella defiende una simbiosis entre lo nuevo y las formas de vida tradicionales. "Y eso s¨®lo se logra con la cultura", dice. Desde ayer, Garc¨ªa Rodero expone sus fascinantes fotograf¨ªas, con el t¨ªtulo Fiestas y ritos, en el Museo de Antropolog¨ªa de Madrid (antiguo MEAC). Y explica que las fiestas ayudan a recordarnos aspectos equivocados del progreso.
A veces Cristina Garc¨ªa Rodero llega a un pueblo y se acuerda de una pared maravillosa, o de una construcci¨®n en medio de la plaza que sirvi¨® para enmarcar en su recuerdo el esp¨ªritu de una fiesta. "Vuelves y te encuentras una casa de tres pisos horrorosa", dice. "Hay un sentido equivocado de lo que es el progreso que asocia la arquitectura popular a la pobreza, por ejemplo. Eso no es as¨ª, la arquitectura popular refleja una profunda sabidur¨ªa, la de la utilidad en funci¨®n del paisaje, el clima y la forma de vida. Tiran las viejas casas y hacen otras que lo mismo podr¨ªan estar en el mar que en la monta?a. Pierden la diferencia en favor de lo homog¨¦neo. Se hacen cosas irreparables, pero, como todo tiene una l¨®gica, ante las ciudades monstruo y la p¨¦rdida de identidad se est¨¢ mirando ya de nuevo a la naturaleza, se vuelve a ella, la gente se empieza a preocupar de cuidarla porque la est¨¢ perdiendo. Y lo mismo pasa con los pueblos, se vuelve a ellos cuando se quiere disfrutar de lo que no se tiene".Garc¨ªa Rodero ha gastado millones de pesetas en su recorrido por las fiestas de Espa?a. Durante mucho tiempo fue una inversi¨®n poco productiva, pero desde hace algunos a?os, ya considerada como una de las grandes de la fotograf¨ªa, le llegan los beneficios. Como esta exposici¨®n organizada por el Ministerio de Cultura, que ampl¨ªa el libro publicado por Lunwerg, o las 6.000 fotograf¨ªas que le compr¨® el Getty Center de Santa M¨®nica (California).
Nacida en Puertollano, Ciudad Real, Garc¨ªa Rodero estudi¨® Bellas Artes (ahora es profesora de fotograf¨ªa en la escuela de Madrid) y luego fotograf¨ªa en Florencia. Recibi¨® una beca de la Fundaci¨®n Juan March para un proyecto en el que las fiestas eran s¨®lo un cap¨ªtulo fotogr¨¢fico. Pero se fue interesando hasta convertirlo en tema casi ¨²nico, al adentrarse "en un mundo muy rico, muy desconocido, poco valorado y expuesto a todos los cambios de este ¨²ltimo cuarto de siglo", explica.
En burro y en moto
Para ver las fiestas ha tenido que viajar en burro, en caballo, moto, tractor, autobuses buenos, autobuses pirata, camiones... "He notado el cambio m¨¢s en las carreteras que en la arquitectura, cuyas construcciones ahora son mejores pero sin tener generalmente en cuenta lo rural, que deber¨ªa ser su verdadera fuente de inspiraci¨®n", dice.Cada fotograf¨ªa cuenta una historia. Por ejemplo, esa procesi¨®n nocturna en la que los habitantes de Fuente el Saz (Madrid) bajan a la Virgen de la cig¨¹e?a desde la ermita al pueblo en medio del fuego, porque a ambos lados del camino arden los rastrojos. "Es la fiesta del fin de la cosecha", dice. "Ellos iluminan el camino como se?al de gozo. Y el fuego, que es purificador, deja una ceniza que fecunda la tierra".
En sus 1.500 reportajes Garc¨ªa Rodero tambi¨¦n ha fotografiado ejemplos de la Espa?a m¨¢s tortuosa, la que hace da?o a los animales o adora a momias artificiales. Pero los ritos de Espa?a captados por sus c¨¢maras son generalmente de una riqueza y complejidad tan apasionantes que los rasgos m¨¢s negros se empeque?ecen. Triunfan los ritos del fuego sobre el toro de Coria cruelmente clavado de alfileres.
"En Jarandilla, C¨¢ceres", dice, "en la fiesta de fuego de los escobazos, se realiza una procesi¨®n c¨ªvica que es un estallido de luz y de color. La sensaci¨®n es que arde el pueblo entero: fantasmag¨®rica, m¨¢gica, de paso a otra realidad".
En la fiesta de San Pedro Manrique (Soria), los hombres cruzan sobre la alfombra de brasas, descalzos. "He visto lo mismo en Grecia, en una fiesta dionisiaca, y en la isla de Reuni¨®n", cuenta. "El sentido de las fiestas m¨¢s primitivas es universal y se basa en el contacto con lo sagrado a trav¨¦s de lo natural. La fiesta es la guerra contra la muerte, una manifestaci¨®n vital que le sirve a la gente para disfrutar de la vida, para relacionarse sin que durante unas horas haya etiquetas, para expresar que todo vale o que se puede disfrutar sin nada especial: una m¨²sica, un trago, cualquier pastel que te ofrecen".
La intr¨¦pida Garc¨ªa Rodero, que es baja de estatura y parece ella misma muy espa?ola, morena de ojos grandes, tambi¨¦n ha tenido dificultades fotografiando fiestas. Como en la tomatada de Bu?ol (Valencia), donde cada vez que sal¨ªa al balc¨®n c¨¢mara en ristre era el objetivo favorito de docenas de tomates. O en la impresionante procesi¨®n de la Virgen del Carmen por el mar, en Fuengirola (M¨¢laga), donde los marineros andan con la Virgen dentro del agua y a Garc¨ªa Rodero las olas la tapaban y tuvo que ser rescatada.
La fot¨®grafa ha retratado Espa?a en color o en blanco y negro. Con este ¨²ltimo procedimiento se siente m¨¢s libre, no hay tantos problemas t¨¦cnicos: "tiene un misterio y una fuerza que el color no". Pero, a cambio, el cromatismo puede salvar una fotograf¨ªa. "Todos mis estudios han sido de pintura y no puedo olvidarme del color", dice. "Y hay cosas que no se pueden contar en blanco y negro, como los misterios del fuego, o los trajes, cuya riqueza necesita el color".
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