Laboralistas
Algunos abogados laboralistas se dieron cuenta hace 20 a?os de que lo suyo no ten¨ªa futuro y se reciclaron en jueces, presidentes de Gobierno, matrimonialistas y as¨ª. O sea, que hay gente con una visi¨®n de futuro asombrosa. Yo no soy abogado laboralista, menos mal, pero, de todos modos, si hace 11 a?os, cuando ganamos las elecciones del 82, viene Rappel y me dice que en poco m¨¢s de una d¨¦cada de Gobierno socialista desaparecer¨ªa una profesi¨®n que entonces estim¨¢bamos tanto, me muero de la risa. Abogado laboralista, casi nada, aquello era lo m¨¢s que se pod¨ªa ser en la vida. Claro, que si me dicen que el tal Rappel llegar¨ªa a ser una estrella de la televisi¨®n p¨²blica, tomo el fusil y la manta y me largo a la sierra.Me encontr¨¦ el otro d¨ªa con un antiguo amigo, abogado laboralista, y me pareci¨® que en lugar de envejecer se le hab¨ªa puesto una cara rara, como de especie en extinci¨®n. Mientras tom¨¢bamos un caf¨¦, me explic¨® que las leyes laborales, que constitu¨ªan su alimento primordial, hab¨ªan empezado a escasear. "Caen abogados laboralistas como chinches", a?adi¨®. "Pero todav¨ªa quedan algunas leyes laborales", dije. "S¨ª, pero parecen de pl¨¢stico, no sirven para nada; ahora vienen por el despacho, que est¨¢ en ruinas, muchos obreros a los que la empresa les ofrece dos duros por firmar el despido con la amenaza de que en tres meses les despedir¨¢n igual, pero sin los dos duros, y les tenemos que decir que tomen el dinero y corran. Algunos corren tanto que ni siquiera nos pagan".
A m¨ª siempre me ha costado entender que hubiera gente empe?ada en pasar a la historia, con la de gentuza que hay dentro de la historia, que te asomas y da asco verla, pero lo que no me cabe en la cabeza es que se quiera pasar a cualquier precio, incluso al de arruinar la propia biograf¨ªa.
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