Probst Solomon y Larry Rivers creen que la confusi¨®n marca la cultura neoyorquina
La escritora y el pintor proyectan en Madrid sus pel¨ªculas sobre los a?os sesenta
Nacidos en Nueva York, ella en 1929 y ¨¦l en 1925, esa ciudad ha sido para los dos la espiral de su creatividad. La escritora Barbara Probst Solomon, que en enero publicar¨¢ en castellano su ¨²ltimo libro, Latidos de la gran ciudad, y el pintor Larry Rivers, que particip¨® en la escuela de Nueva York junto a De Kooning y Pollock, forman una pareja divertida y vital. Ambos participan a partir de hoy, en la Residencia de Estudiantes de Madrid, en un ciclo en el que presentar¨¢n sus pel¨ªculas caseras, testimonios de Nueva York en la ¨¦poca de los happenings, del beat y del pop. El ritmo era m¨¢s claro en los sesenta, mientras que ahora consideran que la marcha cultural de la ciudad la marca la confusi¨®n.
A Barbara Probst Solomon le parece que en los a?os ochenta pas¨® en Nueva York un poco lo que en Madrid y otras capitales del mundo: entr¨® el dinero f¨¢cil. "Y el ambiente no era lo que se dice agradable", dice. Pero ahora esa d¨¦cada ostentosa se ha empezado a borrar y ha dejado paso a una situaci¨®n que, en lo cultural, se presenta difusa. "Entre otras cosas", explica Probst Solomon, "ya no se puede hablar de la cultura de una ciudad como algo aparte del resto del mundo. En los ¨²ltimos a?os el mundo se ha visto reducido, y cosas que est¨¢n pasando en Jap¨®n, Roma o Rusia influyen en Nueva York. Por otra parte, creo que la cultura est¨¢ en un momento muy confuso, pero no s¨®lo en Nueva York. Es un momento cambiante en el mundo entero, no se si a mejor o peor: un momento de observaci¨®n porque no se sabe lo que est¨¢ pasando".Probst Solomon explica que la ciudad que marca la pauta art¨ªstica y de casi todas las modas en el mundo se rige por un vaiv¨¦n muy particular que no se puede juzgar por lo que pasa pol¨ªticamente en Washington. Y a?ade que los comentarios en apariencia actuales sobre los aspectos m¨¢s duros y vulgares de Nueva York no son de hoy, sino que han acompa?ado a la ciudad en toda su historia. "Nueva York es otra cosa", seg¨²n la definici¨®n de Probst Solomon, "y por eso Reagan ha tenido all¨ª poca influencia. Ya en los a?os cincuenta muchos empezaron a decir que Nueva York estaba muerta, no paraban de hablar de la suciedad y los cr¨ªmenes y se empezaron a ir a las afueras. El centro se puso tan barato que muchos j¨®venes pod¨ªan vivir casi por nada y la ciudad asisti¨® a una explosi¨®n cultural tremenda. En los ochenta sucedi¨® al rev¨¦s: la ciudad se puso tan cara que el dinero f¨¢cil hace recordar esos a?os como la d¨¦cada de los restaurantes y cosas as¨ª".
Un 'happening'
En el encuentro que comienza hoy en la Residencia de Estudiantes, a las 19.30, Probst Solomon presentar¨¢ su pel¨ªcula The anatomy of Cindy Fink, relato premiado en la Bienal de Venecia en 1964 que, en tono beat, recoge las impresiones de una bailarina que ensaya un happening en el estudio de un pintor neoyorquino. Ma?ana, Larry Rivers, ayudado por diapositivas, recorrer¨¢ su obra a trav¨¦s de la influencia que le supuso como artista la ciudad de Nueva Yorky -el d¨ªa 30 se abrir¨¢ una muestra de sus obras en la galer¨ªa Marlborough de Madrid- El jueves, Rivers presentar¨¢ sus pel¨ªculas pop de finales de los sesenta: Shirley, cortometraje sobre la madre del artista; The big B, pieza breve que simula un anuncio publicitario, y Tits, "Investigaci¨®n muy variada sobre los pechos de las mujeres", dice el pintor.Todos estos trabajos son actos casi tan espont¨¢neos como los propios happenings, y recuerdan cuando en Nueva York arrasaba el teatro de ideas, la mezcla de baile, de teatro, de escritura... En los a?os setenta continu¨® la utilizaci¨®n del cine como medio casero de expresi¨®n por escritores, pintores y artistas, seg¨²n Probst Solomon. Vistos ahora, aquellos filmes ense?an cu¨¢l fue "la manera de ser" de esa ¨¦poca.
Larry Rivers no se considera un soci¨®logo, por lo que evita generalizar sobre la manera de ser de ahora mismo, pero en el terreno art¨ªstico sigue viendo j¨®venes artistas sospechosamente preocupados por el dinero. Recuerda que en los a?os sesenta el ideal de un pintor era entrar en los c¨ªrculos vanguardistas. "Eso est¨¢ totalmente pasado", dice. "No quiero parecer c¨ªnico, pero ese ideal de vanguardismo, de pertenecer a un grupo social y art¨ªstico casi de pobreza, est¨¢ perdido. Ahora la postura es individual y cada pintor se propone acertar el primer premio de la loter¨ªa".
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Tambi¨¦n est¨¢n muy interesados los j¨®venes pintores en la publicidad. Demasiado, opina alguien tan aut¨¦ntico como Rivers, que habla desde la autoridad que le da su mirada inteligente y humor¨ªstica y su atuendo de zapatillas deportivas, pantal¨®n de ch¨¢ndal y camisa de colorines. Aunque no quiere dar una impresi¨®n derrotista: "La vida es tan cambiante y sus choques tan inevitables que siempre hay gente en cada generaci¨®n que tiene algo nuevo y profundo que decir"."Larry es un gran pintor y un m¨²sico que ha escrito libros y tambi¨¦n ha hecho cine", dice Probst Solomon. "Sus pel¨ªculas ense?an muy bien, con un sentido del humor un poco surrealista, c¨®mo fue el aut¨¦ntico ambiente neoyorquino".
La otra pel¨ªcula que hoy presenta Barbara Probst Solomon, Home movies (1948-1950), recoge im¨¢genes de su infancia y de sus primeros a?os en Nueva York, de su llegada a Europa y de la fuga de la prisi¨®n de Cuelgamuros. Este episodio, recordado por la escritora en su libro Los felices cuarenta, se remonta a agosto de 1948, cuando Nicol¨¢s S¨¢nchez Albornoz y Manuel Lamana fueron liberados del campo de concentraci¨®n franquista de la Cruz de los Ca¨ªdos por Francisco Benet Goitia y dos j¨®venes norteamericanas de 18 a?os, Barbara Mailer (hermana de Norman Mailer) y Barbara Probst.
En Home movies aparecen im¨¢genes in¨¦ditas de Juan Benet o del Madrid pr¨¢cticamente sin coches de 1948, tomadas no por un cineasta con intenciones narrativas, "sino por una chica de 18 a?os con un aparato de cine", dice Probst Solomon. "He visto a mis amigos morirse", a?ade, "y, la verdad, aunque no quiero ser pesimista, he querido recuperar este material porque si yo muriera no habr¨ªa manera de ponerlo junto".
Babelia
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