Nueva Italia
A CADA nueva elecci¨®n en Italia muere un partido. En las municipales de junio, el partido socialista sufri¨® su virtual exclusi¨®n del mapa pol¨ªtico; en las celebradas el domingo para completar aqu¨¦llas, ha sido la Democracia Cristiana (DC) la que sale de escena.El sistema que durante 40 a?os se ha sostenido sobre la base de un acuerdo entre la DC, eje central de una compleja arquitectura, y el partido comunista, con su apoyo siempre externo al Gobierno pero imprescindible para el funcionamiento de las instituciones, salta por los aires cada vez que se convoca al electorado seg¨²n el nuevo sistema mayoritario a dos vueltas. Del sabio pero corrupto florentinismo pol¨ªtico de la ya virtualmente difunta 1 Rep¨²blica italiana casi no queda nada. S¨®lo los ahora ex comunistas, consentidos pero nunca plenamente aceptados por el antiguo r¨¦gimen, permanecen en cotas electorales respetables. El PS falleci¨® en junio, y la DC sac¨® el domingo una media del 10% de sufragios en ese sur de Italia donde ten¨ªa su gran feudo hist¨®rico. Hoy, el viejo Parlamento es ya un cad¨¢ver que pide urgentemente unas honras f¨²nebres electorales.
El primer rasgo de los resultados es que la ca¨ªda de la DC ha sido mucho m¨¢s fuerte de lo que se hab¨ªa previsto, sin mencionar a los socialistas y otros partidos del sistema, expulsados de la pol¨ªtica por una ciudadan¨ªa indignada de que hayan utilizado sus d¨¦cadas de poder para implantar un sistema de corrupci¨®n sin fronteras. Esa Italia se ha acabado y han empezado a perfilarse las nuevas fuerzas pol¨ªticas llamadas a gobernar en el futuro.
Globalmente, el ex comunista Partido Democr¨¢tico de Izquierda (PDS) se afirma como el partido con m¨¢s peso, capaz de hacer frente en G¨¦nova y en Venecia a la Liga del Norte, y al MSI neofascista en Roma y N¨¢poles. Por no hablar del caso excepcional de Palermo, donde el antiguo alcalde Orlando, que la DC expuls¨® de sus filas, ha obtenido, apoyado por el PDS y una coalici¨®n progresista, m¨¢s del 70% de los votos.
En la derecha, la Liga del Norte, temida por todos despu¨¦s de conquistar en junio la alcald¨ªa de Mil¨¢n, se ha quedado muy por debajo de sus expectativas. En G¨¦nova y Venecia, sus candidatos quedan detr¨¢s de los de la izquierda, y la imagen de la apisonadora de Bossi en el Norte se ha desdibujado, lo cual aleja la amen a de una disgregaci¨®n de Italia entre el norte industrial y el sur tercermundista. El crecimiento del neofascista Movimiento Social Italiano (MSI), sobre todo en Roma, parece indicar un desplazamiento a la derecha de parte del electorado democristiano. Pero no parece el MSI un partido capaz de dar confianza -a pesar de sus esfuerzos por borrar sus rasgos del fascismo hist¨®rico- a la gran franja de sociedad que ha confiado en la DC durante d¨¦cadas.
Al margen de los resultados concretos, resulta interesante comprobar que ha sido el sistema de elecci¨®n directa del alcalde lo que ha permitido que se manifiesten ciertas novedades significativas: por un lado, ha permitido sellar alianzas entre diversas fuerzas en torno a una personalidad de prestigio. De esta forma, grupos surgidos en tomo a temas espec¨ªficos, como la Rete anti-Mafia de Orlando, han podido desempe?ar un papel importante: la pol¨ªtica deja de ser el campo acotado de los partidos. Por otra parte, la elecci¨®n di recta ayuda a atraer a la pol¨ªtica a personalidades que se han formado * en otra actividad, pero cuya influencia pesa en la sociedad. Es, pues, una forma de superar una perversi¨®n que ha hecho mucho da?o a los sistemas democr¨¢ticos.
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