El gran Stravinski frente al dudoso Chaikovski

Continu¨® Aldo Ceccato al frente de la Orquesta Nacional su ciclo contrastante de la presente temporada: Chaikovski frente a Stravinski. En este caso, el autor de la Pat¨¦tica qued¨® perjudicado, pues su Tercera sinfon¨ªa, de 1875, no se cuenta entre sus t¨ªtulos sefieros, mientras Petruchka lo ser¨¢ siempre dentro de la producci¨®n de su autor y de la entera invenci¨®n musical del siglo XX.Obras como la Sinfon¨ªa en re mayor justifican el occidentalismo abusivamente atribuido a Chaikovski, quien s¨®lo dos anos despu¨¦s se mostrar¨ªa tan hondamente ruso en la Cuarta sinfon¨ªa, aun cuando sus pasos no siguieran a los nacionalistas del Grupo de los Cinco de San Petersbusgo. Durante gran parte de la Sinfon¨ªa n¨²mero 3 nos parece escuchar a un extra?o Chaikovski, un tanto mendelssofiniano, y ni siquiera La polonesa, desde la que se subtitul¨®, sin demasiada justificaci¨®n, la partitura, puede compararse a la de Eugenio Oniegin, por ejemplo.

De Petruchka, estrenada como ballet en 1911, dirigi¨® Ceccato la revisi¨®n de 1946, fechada en Hollywood, en la que Stravinski redujo algo la orquesta e introdujo leves modificaciones que no ata?en a la sustancia de la genial creaci¨®n.

Obras dif¨ªciles ambas, fueron abordadas con gran dominio por Ceccato, y con entusiasmo y competencia por nuestros profesores de la ONE, aunque creo no equivocarme al suponer menos ensayos de los necesarios: falt¨® ese ¨²ltimo sobo que otorga libertad y brillo mayores a una ejecuci¨®n, como la de ahora, ya en principio meritoria y acogida por el p¨²blico con prolongadas ovaciones.

Fueron menores las dedicadas a Chaikovski, pero el ¨²nico culpable es el compositor, que en esta sinfon¨ªa decepcion¨® a muchos cuando su estreno, y sigue decepcionando a tantos entusiastas de uno de los compositores m¨¢s programados entre los del siglo XIX.