Sobre gatos y ballenatos
Mucha gente sabe que a los madrile?os sol¨ªan llamarles "gatos", y era por un soldado que, cuando Alfonso VI tom¨® la ciudad en 1083, trep¨® por la muralla ayud¨¢ndose con una daga que met¨ªa entre las piedras. Menos conocido es que, durante mucho tiempo, los hijos de esta ciudad fueron conocidos por "ballenatos", y as¨ª lo atestiguan textos de Cervantes, Lope de Vega y Tirso de Molina. La cosa vino de que un d¨ªa alguien dio la alarma de que una ballena bajaba por el Manzanares, y los vecinos de Madrid que fueron a matarla se encontraron con que lo que bajaba por el r¨ªo era una albarda rellena de paja. Tom¨¦ de Burguillos escribi¨®: "Riberas del estrecho Manzanares / por donde antiguamente / alborot¨® los l¨ªmites postreros / la que tuvo a Jon¨¢s en sus ijares / hasta que abandon¨® los lavaderos / a fuerza de los fieros / dardos y chuzos de la gente armada".Estoy disfrutando, en estos d¨ªas, de la lectura de un libro,
El porqu¨¦ de los dichos, de Jos¨¦ Mar¨ªa Iribarren, que anduve buscando sin ¨¦xito por librer¨ªas de lance y que acaba de ser reeditado por el Gobierno de Navarra. Es una obra cumbre de la paremiolog¨ªa espa?ola, y apenas hay refr¨¢n, proverbio o frase hecha que no encuentre en ¨¦l su explicaci¨®n. Veo que recoge no pocos dichos relacionados con Madrid. El m¨¢s famoso es aquel que dice: "?Adi¨®s, Madrid!", a?adiendo "que te quedas sin gente". Iribarren dice que esto se dec¨ªa cuando de una reuni¨®n se desped¨ªa alguien poco importante que se daba ¨ªnfulas de serlo.
La expresi¨®n "A Madrid y a ver al conde" era equivalente a otra que dec¨ªa "A Sanl¨²car, por at¨²n y a ver al duque". Seg¨²n el maestro Correas, paremi¨®logo del siglo XVII, la frase se aplicaba, "a los que dan a entender que van a una cosa y van a otra de principal intento". Me ha hecho mucha gracia la frase hecha que dice "A mi hijo, en Madrid". Viene de un gallego que puso as¨ª la direcci¨®n de su hijo en la Corte. La, carta lleg¨® porque el muchacho fue a Correos y pregunt¨¦: "?Hay carta de mi padre?", y los carteros pensaron que no pod¨ªa ser otro el destinatario.
Muy distinto es el Madrid de hoy al del tiempo en que estas cosas se dec¨ªan. O, si se mira bien, no tanto. Porque a aquella frase, surgida con motivo de las reformas de Carlos III en el siglo XVIII, que dec¨ªa "De Madrid al cielo", un poeta vizca¨ªno, Antonio de Trueba, le puso un estrambote que podr¨ªa aplicarse a la agobiada ciudad de nuestros d¨ªas: "De Madrid al cielo / porque es notorio / que va al cielo quien sale / del Purgatorio".
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