Filme literario
Quedan lejanos los tiempos en que se estrenaban abundantes producciones argentinas, convenientemente dobladas al madrile?o. Dentro de este panorama, resulta ins¨®lito el relativo ¨¦xito alcanzado la pasada temporada por El lado oscuro del coraz¨®n, una de las ¨²ltimas pel¨ªculas de Eliseo Subiela. Aunque todav¨ªa es m¨¢s curioso que haya forzado el estreno de Hombre mirando al Sudeste, su segundo largometraje con siete a?os de retraso.Tras el relativo fracaso de La conquista del para¨ªso (1981), su primer largo, Subiela debe volver al cine publicitario del que sale. Los premios obtenidos por Hombre mirando al Sudeste (1986) y el ¨¦xito alcanzado en su pa¨ªs, le permiten proseguir su carrera a lo largo de ¨²ltimas im¨¢genes del naufragio (1989) y El lado oscuro del coraz¨®n (1992), hasta convertirse en uno de los puntales del cine argentino.
Hombre mirando al Sudeste
Director y guionista: Eliseo Subiela.Fotografia: Ricardo de Arngelis. M¨²sica: Pedro Aznar. Argentina, 1986. Int¨¦rpretes: Lorenzo Quinteros, Hugo Soto. Estreno en Madrid: Ideal.
Interesado por las relaciones entre cine y literatura, por encontrar un directo equivalente cinematogr¨¢fico a la poes¨ªa y la novela, Eliseo Subiela trabaja en esta direcci¨®n en sus pel¨ªculas. De forma que si en El lado oscuro del coraz¨®n intenta, y consigue, encontrar el equivalente de la poes¨ªa de Benedetti, Gelman y Girondo, en Hombre mirando al Sudeste el punto de partida es la novela La invenci¨®n de Morel de Bioy Casares.
Y para ello Subiela narra las relaciones entre un psiquiatra y un extra?o joven que dice provenir de otro planeta en el marco de un tan decadente como deteriorado hospital psiqui¨¢trico. Con la intenci¨®n de conseguir una hermosa pel¨ªcula literaria que encierre una compleja par¨¢bola sobre el amor y la locura, pero el resultado queda mucho m¨¢s cerca de la novela que del cine. La voz de fondo y los abundantes di¨¢logos suenan muy bien como literatura, pero quedan muy lejos del cine.
Original guionista
Subiela demuestra ser un original guionista, pero como realizador derrocha muy poca imaginaci¨®n. Se limita a rodar a sus actores diciendo su texto, y en la ¨²nica escena en que se aparta de ¨¦l, la del concierto, no consigue su prop¨®sito. De manera que el tri¨¢ngulo planteado entre un psiquiatra triste, un loco divertido y una mujer situada entre ambos, resulta premioso y largo, a pesar de los excelentes actores. Tanto por la fuerza desplegada por Hugo Soto, que logra dar una enorme intensidad a su complej¨ªsimo personaje entre la locura y la genialidad, como por la convicci¨®n insuflada por Lorenzo Quinteros, que compone un psiquiatra al borde de la desesperaci¨®n, fascinado por uno de sus pacientes. Sin olvidar el m¨¢s corto trabajo de In¨¦s Vernengo en el personaje m¨¢s misterioso y dif¨ªcil de la historia. Sin ellos, Subiela no hubiese logrado dar credibilidad a esta pel¨ªcula, m¨¢s cercana a la literatura que al cine.
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