La sorpresa china
EL NUEVO papel de China en la escena mundial ser¨¢ uno de los rasgos definitorios en el tr¨¢nsito al siglo XXI. Ya hubo indicios de ello en la reciente cumbre de la cuenca del Pac¨ªfico en Seattle, en la que el presidente chino, Jiang Zeming, dej¨® muy clara la voluntad de su pa¨ªs de desarrollar una pol¨ªtica exterior de gran potencia. Estados Unidos no se esperaba semejante determinaci¨®n. El Departamento de Estado cre¨ªa, por el contrario, que Jiang Zeming har¨ªa concesiones en el problema de los derechos humanos, permitiendo, por ejemplo, que la Cruz Roja visitase a los presos pol¨ªticos. Nada de eso ocurri¨®.Parece claro que, ante la asamblea de l¨ªderes asi¨¢ticos reunida en Seattle, Pek¨ªn no quer¨ªa mostrarse complaciente, sino m¨¢s bien subrayar que goza de una pol¨ªtica propia. El viaje de Jiang Zemin a Cuba, a rengl¨®n seguido, confirm¨® esa actitud, que, adem¨¢s, era vista con buenos ojos por parte de algunos de los vecinos de China, a los que molesta la prepotencia de Washington. La clave del creciente peso mundial de Pek¨ªn es, sin duda, su impresionante despegue econ¨®mico. Su econom¨ªa creci¨® en t¨¦rminos reales en un 13% en 1992, ritmo que se va a superar este a?o.
Pero este auge econ¨®mico est¨¢ cambiando las relaciones de poder en el plano interior, a pesar de que el partido comunista sigue monopolizando la direcci¨®n del Estado. El crecimiento se basa en el desarrollo de un sistema puramente capitalista, mientras que la industria estatal, que es una carga terrible para el presupuesto, opera a un m¨ªnimo de su capacidad, en contradicci¨®n con todo lo que era la raz¨®n de ser hasta hace muy poco del r¨¦gimen chino. Se ha creado, pues, un divorcio entre el mundo econ¨®mico y el pol¨ªtico, en el que el primero es el que impone su ley.
China extiende sus relaciones comerciales con los pa¨ªses asi¨¢ticos, en los cuales, a diferencia de EE UU y Europa, la preocupaci¨®n por el respeto de los derechos humanos no es gran tema de actualidad. Estados Unidos no puede ni debe prescindir de esta realidad, sin embargo, aunque por ello tampoco deba renunciar a sus leg¨ªtimas exigencias. En este terreno es sintom¨¢tico el giro de Washington ante el angustioso problema de los planes nucleares de Corea del Norte: acaba de dejar de lado las amenazas militares y ha ofrecido a Pyongyang conversaciones directas. Es una adaptaci¨®n a las recomendaciones de China, m¨¢s partidaria del di¨¢logo que de la amenaza en el caso de Corea del Norte.
Frente a la pol¨ªtica oficial, hay en EE UU sectores influyentes que piden una pol¨ªtica m¨¢s dura para obligar a que Pek¨ªn respete los derechos humanos en lo relativo a los presos pol¨ªticos y a la libertad de informaci¨®n, as¨ª como hacen campa?a para que EE UU anule la cl¨¢usula de naci¨®n m¨¢s favorecida, que otorga a China grandes ventajas comerciales. En este sentido no es imposible que Pek¨ªn busque una ocasi¨®n m¨¢s discreta que la cumbre de Seattle para hacer las concesiones que en foros m¨¢s abiertos deb¨ªa negar.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.