El mito de las locomotoras
GUILLERMO DE LA DEHESAEl autor subraya que aunque una ayuda externa de las llamadas locomotoras de la econom¨ªa como EE UU no viene mal, la clave del crecimiento de Espa?a est¨¢ en lo que hagamos nosotros mismos
A lo largo de estos a?os de recesi¨®n se escuchan una y otra vez, tanto en Espa?a como en Europa, alusiones, esperanzadas, a la llamada teor¨ªa de las locomotoras. En Espa?a, portavoces econ¨®micos oficiales dicen que las perspectivas de la econom¨ªa espa?ola son mejores, ya que hay indicios de recuperaci¨®n de la econom¨ªa norteamericana, de la japonesa o de la brit¨¢nica. En Europa o¨ªmos a alg¨²n comisario europeo decir que el final de la recesi¨®n est¨¢ m¨¢s cerca, ya que las econom¨ªas de Estados Unidos y de Jap¨®n est¨¢n empezando a reactivarse.La teor¨ªa de las locomotoras se basa en el siguiente argumento: existen tres econom¨ªas que tienen un peso relativo muy importante en la econom¨ªa mundial, Estados Unidos (el 24% del PIB mundial), Jap¨®n (el 13%) y Alemania (el 9%), y que act¨²an de locomotoras del resto del mundo. Por ejemplo, cuando Estados Unidos estimula monetaria o fiscalmente su econom¨ªa, su demanda interna crece y hace que importe m¨¢s bienes y servicios de la CE, de Jap¨®n y del resto del mundo. El consiguiente aumento de la exportaci¨®n de estas ¨²ltimas zonas a Estados Unidos estimula sus econom¨ªas, que, a su vez, importan m¨¢s de Estados Unidos y del resto del mundo, y se inicia as¨ª una segunda oleada expansionista, etc¨¦tera. Es decir, esta teor¨ªa se basa en la existencia de un efecto multiplicador del comercio exterior.
Este argumento tiene tambi¨¦n su reflejo en la balanza de capitales y de servicios locales. Si Estados Unidos crece m¨¢s r¨¢pido y tiene m¨¢s renta, los norteamericanos no s¨®lo comprar¨¢n m¨¢s de Europa, sino que invertir¨¢n tambi¨¦n m¨¢s en los pa¨ªses europeos, creando m¨¢s empleo y producci¨®n, y viajar¨¢n m¨¢s a Europa como turistas, consumiendo directamente m¨¢s bienes y servicios europeos. Todo ello tender¨¢ a reanimar en mayor medida la econom¨ªa europea, ahora tan deprimida.
El argumento, en principio, es impecable y parece estar perfectamente contrastado por la experiencia real. Los problemas surgen cuando se intenta cuantificar la importancia del efecto locomotora y se observa que dicho efecto tiene muy poca importancia, como ha se?alado Paul Krugman en un reciente art¨ªculo sobre lo que debe y lo que no debe coordinar el G-7.
Tomemos un ejemplo para Europa y otro para Espa?a. La Comunidad Europea exporta solamente un 2% de su producto interior bruto a Estados Unidos y un 1% a Jap¨®n. Esta afirmaci¨®n puede parecer chocante a primera vista, pero la realidad es que las econom¨ªas norteamericana, japonesa y comunitaria son muy cerradas. Entre 1960 y 1990, Estados Unidos s¨®lo ha exportado, de media, el 7% del total de los bienes y servicios que ha producido, y Jap¨®n un poco m¨¢s, el 11%. La Comunidad Europea ha conseguido, a trav¨¦s del proceso integrador, que sus pa¨ªses miembros sean las econom¨ªas m¨¢s abiertas del mundo, pero comercian mucho m¨¢s entre ellos mismos que con el resto del mundo; prueba de ello es que, en el mismo periodo de 30 a?os, la CE ha exportado, de media, al resto del mundo solamente el 8% de lo que ha producido. Es decir, que Europa es una econom¨ªa muy abierta desde el punto de vista intracomunitario, ya que para dicho periodo las exportaciones intracomunitarias de bienes y servicios representan el 24% del producto total, pero muy cerrada desde el punto de vista extracomunitario, ya que s¨®lo exporta al exterior el 8% de lo que produce, un poco m¨¢s que Estados Unidos y bastante menos que Jap¨®n.
Supongamos ahora que Estados Unidos haga de locomotora y crezca el 3,2%, que es lo que ha crecido, como media anual, entre 1960 y 1990 (y que es lo que probablemente va a crecer este a?o de 1993). Supongamos, por otro lado, que la elasticidad renta de sus importaciones sea 2, es decir, que por cada punto porcentual que crece su PIB crecen dos puntos porcentuales sus importaciones, que es lo normal en un pa¨ªs industrializado.
Si crece el 3,2%, aumentar¨¢ sus importaciones de la CE en un 6,4%, pero como esas importaciones representan s¨®lo el 2% del PIB de la CE, el est¨ªmulo directo final para la econom¨ªa de la CE es s¨®lo del 0,13% del PIB comunitario. Si aplicamos el mismo argumento y los mismos supuestos para Jap¨®n, que creci¨® de media el 6,3% anual en los 30 a?os pasados, el est¨ªmulo final directo para la econom¨ªa de la Comunidad ser¨¢ s¨®lo del 0,12% del PIB comunitario. Es decir, un impacto m¨ªnimo y similar en ambos casos.
Si dejamos el comercio de bienes y servicios y pasamos a la cuenta de capital, se puede intentar argumentar que, como los capitales son mucho m¨¢s m¨®viles que las mercanc¨ªas y los servicios, sus movimientos pueden tener un efecto multiplicador mayor que el del comercio, pero en realidad no es as¨ª, ya que depende del r¨¦gimen de tipos de cambio que exista entre los pa¨ªses o zonas se?aladas. Si los tipos de cambio son flexibles entre Estados Unidos, la CE y Jap¨®n, como lo son en realidad, la alta movilidad del capital puede ser negativa e incluso reducir el peque?o efecto locomotora del comercio se?alado m¨¢s arriba.
Si Estados Unidos lleva a cabo una expansi¨®n monetaria, los tipos de inter¨¦s bajar¨¢n, y el d¨®lar se depreciar¨¢, debido a que, dada la alta movilidad del capital, ¨¦ste se desplazar¨¢ desde el d¨®lar a otras monedas. Esta depreciaci¨®n del d¨®lar har¨¢ que los productos norteamericanos sean m¨¢s competitivos y Estados Unidos exporte m¨¢s y, al mismo tiempo, que importe menos, y por tanto, que se reduzcan los estimulantes efectos de su expansi¨®n en Europa, ya que las exportaciones europeas ser¨¢n m¨¢s caras en t¨¦rminos de d¨®lares, y la mayor parte de la expansi¨®n norteamericana se gastar¨¢ en bienes y servicios norteamericanos y no en los que se importan de Europa.
Pero ?qu¨¦ pasa entonces con la inversi¨®n directa que puede formar parte de esas salidas de capital de Estados Unidos y que suele tener un efecto estimulador de las econom¨ªas adonde acude? Las decisiones le inversi¨®n directa est¨¢n m¨¢s ligadas a os aspectos microeon¨®micos que a los macroecon¨®micos, ya que se trata de decisiones de inversi¨®n empresarial a largo lazo, alejadas de la coyuntura puntual de cada pa¨ªs (suponiendo, claro est¨¢, que se ate de pa¨ªses estables, econ¨®mica y pol¨ªticamente). Por tanto, puede ocurrir que la inversi¨®n directa no aumente en la misma proporci¨®n que dicha expansi¨®n, e incluso que, como parece m¨¢s l¨®gico, se concentre en el mercado dom¨¦stico norteamericano, que es el que est¨¢ creciendo as y es m¨¢s competitivo en precios. En definitiva, la alta movilidad puede reducir el efecto locomotora.
Si aplicamos ahora estos ejemplos a Espa?a, veremos que la econom¨ªa espa?ola se ve poco afectada directamente por lo que ocurra en Estados Unidos o Jap¨®n, pero es m¨¢s sensible al crecimiento de algunos pa¨ªses europeos.
Espa?a exporta solamente el 0,8% de su PIB a Estados Unidos y el 0,15% a Jap¨®n. Es decir, aunque parezca mentira, exporta m¨¢s a Holanda que a Estados Unidos y m¨¢s a Grecia que a Jap¨®n. De ah¨ª que el ejercicio realizado m¨¢s arriba, sobre id¨¦nticos supuestos, dar¨ªa un est¨ªmulo al PIB espa?ol del 0,05% en el caso de la expansi¨®n de Estados Unidos y del 0,02% en el caso de la expansi¨®n japonesa. Algo es algo, pero es muy poco, incluso si comput¨¢semos el efecto inducido a trav¨¦s de su impacto en el resto de los pa¨ªses de la Comunidad Europea.
Otro caso diferente es el efecto directo que una expansi¨®n de Alemania o Francia puede tener sobre la econom¨ªa espa?ola. Si Alemania y Francia crecieran este a?o al 3,1 % y al 3,7%, que han sido sus crecimientos anuales medios de los ¨²ltimos 30 a?os, suponiendo tambi¨¦n unas elasticidades renta de sus importaciones de 2, importar¨ªan de Espa?a un 6,2% y un 7,4%, respectivamente. Como Espa?a exporta en bienes y servicios aproximadamente un 2,2% de su PIB a Alemania y un 3,0% de su PIB a Francia, el est¨ªmulo directo sobre el PIB espa?ol ser¨ªa del 0,13% y del 0,22%, respectivamente. Si a?adi¨¦semos, en el ejemplo, a Italia y el Reino Unido, la cifra podr¨ªa superar el 0,5% del PIB espa?ol, lo cual ya es m¨¢s importante.
Adem¨¢s, en este caso, la relaci¨®n entre las monedas de estos cinco pa¨ªses miembros del SME, aunque haya sufrido fuertes variaciones en el pasado reciente, tiende a mantenerse m¨¢s estable, con lo que el impacto comercial tender¨ªa a ser mayor que entre Jap¨®n, Estados Unidos y Europa.
A pesar de este impacto directo, relativamente mayor, del crecimiento europeo en nuestra econom¨ªa, cuando se observa en conjunto, tampoco es decisivo. Si todos los pa¨ªses miembros del G-7 crecieran hoy a sus tasas medias hist¨®ricas, la econom¨ªa espa?ola, en lugar de crecer negativamente entre un -0,8% y un -1,0%, de acuerdo con las distintas previsiones que se manejan para 1993, seguir¨ªa teniendo un crecimiento negativo de entre un -0,2% y un -0,4%, lo que es, sin duda, una ayuda, pero no decisiva. Se preguntar¨¢ el lector por qu¨¦ entonces, en este a?o 1993, el impulso en nuestra econom¨ªa proveniente del exterior va a ser le dos puntos, es decir, mucho mayor de los 0,6 puntos que se est¨¢n manejando m¨¢s arriba. La raz¨®n estriba en que no s¨®lo se est¨¢ dando un aumento de nuestra exportaci¨®n, sino tambi¨¦n una fuerte ca¨ªda de nuestras importaciones, todo ello consecuencia de la recesi¨®n interna y de la fuerte devaluaci¨®n de la peseta, que ha hecho m¨¢s competi?vos nuestros productos y servicios, tanto en Espa?a como en el esto del mundo. En este caso, la alta movilidad del capital ha ayudado, finalmente, a la deprec?aci¨®n de nuestra moneda y a que seamos m¨¢s competitivos, por lo menos temporalmente.
Sin embargo, la conclusi¨®n que quiero dejar con el lector es que, aunque una ayuda externa, proveniente de las llamadas locomotoras, nunca viene mal, la clave de nuestro crecimiento est¨¢ en lo que hagamos nosotros mis mos. Si Espa?a creciese a su tasa anual media de los ¨²ltimos 30 a?os, es decir, al 4,5%, el est¨ªmulo directo de las llamadas locomotoras representar¨ªa s¨®lo un 14%, aproximadamente, de ese crecimiento; el restante 86%, aproximadamente, tendr¨ªa que provenir de nuestra propia demanda interna de consumo e inversi¨®n. Es decir, en ¨²ltima instancia, nuestro crecimiento a largo plazo va a depender de lo que los espa?oles trabajemos, pro duzcamos, ahorremos e invitamos en educaci¨®n, formaci¨®n, investigaci¨®n y desarrollo e infraestructuras.
Por mucho est¨ªmulo expansivo y ahorro que intentemos captar del exterior, siempre ser¨¢ relativamente marginal para nuestro proceso global de crecimiento a largo plazo, como ya demostraron hace tiempo Martin Feldstein y Charles Horioka. Esto no significa que no haya que fomentar la apertura de nuestra econom¨ªa, que es vital a largo plazo, ya que es la verdadera prueba de que so mos competitivos, pero ¨¦ste ser¨¢ un proceso lento y complejo, que a¨²n requerir¨¢ u?a mayor reestructuraci¨®n y especializaci¨®n de nuestro aparato productivo.
En definitiva, cada palo debe aguantar su vela, como dice el refr¨¢n, independientemente de que el viento nos haga avanzar m¨¢s o menos, pero adem¨¢s, hay que estar preparados a sacar los remos y a remar con fuerza si hay calma chicha o viento en contra, como est¨¢ ocurriendo hoy en los mares europeos.
es presidente del Consejo Superior de C¨¢maras de Comercio y consejero delegado del Banco Pastor.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.