"?Qui¨¦n quiere ese infierno de Gaza?"
El mercado de frutas y legumbres, conocido como el zoco Hagarmel, en el sur de Tel Aviv est¨¢ abarrotado. Algunos clientes pesan y seleccionan gruesos racimos de uvas negras y discuten sobre pol¨ªtica bajo el ojo vigilante del vendedor. "Malditas sean las manos que han firmado el acuerdo con Yasir Arafat [l¨ªder de la Organizaci¨®n para la Liberaci¨®n de Palestina, OLP]". La mujer que pronuncia esta frase no muestra rasgos de ferocidad. Es una valiente ama de casa de unos cuarenta a?os que interviene en una discusi¨®n entre dos hombres m¨¢s ancianos en relaci¨®n con la eventual retirada del Tsahal (Ej¨¦rcito israel¨ª) de la regi¨®n de Gaza, prevista para el pr¨®ximo d¨ªa 13.Le preguntamos por qu¨¦ maldice a Isaac Rabin, el primer ministro israel¨ª que ha firmado el acuerdo. "?Maldecir a Rabin? ?Yo? Nunca. Que nuestro primer ministro tenga larga vida", responde. Al insistir en que sus alusiones no pueden tener otro blanco que Rabin, el ama de casa insiste: "?Qui¨¦n habla de Rabin?. Es Bellin [el viceministro de Exteriores] el que lo ha urdido todo. A pesar de que su nombre permanezca en la sombra, ¨¦l es quien ha enga?ado a Rabin". Alrededor de la mujer hay un revuelo. Todos asienten.
Sin embargo, al preguntar a los presentes si el Tsahal debe permanecer en Gaza todos se oponen indignados. "?Qui¨¦n quiere quedarse en ese infierno? ?Qui¨¦n necesita Gaza?", contestan varios transe¨²ntes.
Un poco m¨¢s lejos, en una tienda de ultramarinos, tambi¨¦n se discute sobre Gaza. Un hombre corpulento, de unos sesenta a?os, con gran bigote y una cabezota redonda y calva como una pelota, explica con autoridad: "No hay que preocuparse por Gaza. Ya ver¨¦is. En cuanto el Tsahal se haya ido de all¨ª van a empezar a matarse entre ellos". Y a?ade front¨¢ndose las manos: "Gaza se convertir¨¢ en un segundo L¨ªbano. Ser¨¢ entonces cuando los palestinos de Gaza lamentar¨¢n nuestra salida".
Algunos de los que le escuchan le miran con aire de duda. "Pero si esto estalla all¨¢ abajo, nuestras ciudades y pueblos, al otro lado de la frontera, se ver¨¢n de nuevo amenazados por las infiltraciones de terroristas", dice un hombre de unos treinta a?os.
El anciano le dirige una mirada severa: "?Es que no sabes que al m¨ªnimo incidente antiisrael¨ª nuestros tanques se volver¨¢n a poner en marcha y volveremos a ocupar Gaza?", le explica. Pero nadie aplaude y el joven le pone mala cara. "Soy yo qui¨¦n tendr¨¢ entonces que saltar dentro del tanque, ponerlo en marcha y reocupar Gaza, no t¨², abuelo. Y no me apetece nada volver a empezar".
Estos di¨¢logos apasionados y contradictorios reflejan la confusi¨®n, incertidumbre y temores de los israel¨ªes a menos de una semana de la fecha fat¨ªdica del 13 de diciembre, en que deber¨¢ comenzar la retirada de las tropas israel¨ªes de Gaza.
Menos de dos meses despu¨¦s del famoso apret¨®n de manos entre Isaac Rabin y Yasir Arafat ante la Casa Blanca en Washington, los israel¨ªes cuentan sus nuevos muertos (todos ellos v¨ªctimas de atentados palestinos) con indignaci¨®n, pregunt¨¢ndose qu¨¦ es lo que vale la palabra de Arafat. Incluso sus propios hombres no le obedecen. ?C¨®mo estar seguros de que la polic¨ªa armada de la OLP no proteger¨¢ a los terroristas contra Israel?
Una encuesta para preguntar a los israel¨ªes si aprobaban o no el acuerdo con la OLP ha obtenido un 47% de respuestas negativas frente a un 43% favorables. El pasado 21 de septiembre s¨®lo el 38,6% de israel¨ªes se opusieron al acuerdo en una encuesta parecida.
La oposici¨®n nacionalista y religiosa y, sobre todo, los colonos jud¨ªos se aprovechan de esta evoluci¨®n del estado de ¨¢nimo en Israel para reforzar su ofensiva contra el "acuerdo de los embaucadores que conduce la naci¨®n a la cat¨¢strofe".
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