Comercio
Muchos madrile?os distraen el ocio en los grandes almacenes, mientras otros prefieren mirar los escaparates del peque?o comercio, donde descubren los maravillosos tesoros concebidos para satisfacer necesidades, gustos y aficiones.Uno abriga la esperanza de ser rico s¨®lo para ser due?o de su tiempo, lo cual le permitir¨ªa callejear el foro quedo, confortarse con un cafelito tranquilo all¨¢ donde se tercie y descubrir nuevos horizontes contemplando escaraparates.
Todo empez¨® cierta ma?ana cuando, en mi apresurado caminar hacia la ronda de Atocha, me pareci¨® haber visto un r¨®tulo que dec¨ªa algo as¨ª como "Pararrayos". "He le¨ªdo bien", me pregunt¨¦. Y volv¨ª, y comprob¨¦ que, en efecto, se trataba de una tienda de pararrayos. Ciertamente no habr¨ªa sabido decir para qu¨¦ pod¨ªa querer un pararrayos, pero tampoco necesita nadie dinosaurios y en cambio se venden como rosquillas.El hallazgo abri¨® deslumbrantes expectativas. Si una tiendecita vend¨ªa pararrayos, era l¨®gico suponer que en el peque?o comercio deb¨ªa haber de todo. Y eso es lo que un servidor pudo descubrir en sus correr¨ªas matritenses: por Jacinto Verdaguer arriba encontr¨® desatascadores; por ?ncora abajo, cajas fuertes; en Virgen del Sagrario, bordados; botones, en Alfonso XIII; fuminayas, en Rogelio Folgueres; faroles, en ?lvarez de Castro; aparellaje el¨¦ctrico, en Viguetas; cerraduras y rejas, en Alcal¨¢; bricolaje, en Marconi; muebles, en Pr¨ªncipe de Vergara; naves donde guardarlos, en una iglesia de la plaza de Espana , que gobiernan curas; col chones, en Diego de Le¨®n; juegos de cama, en Doctor Esquerdo; vaciados, en Hortaleza.
La cuchiller¨ªa constituye uno de los para¨ªsos del peque?o comercio madrile?o, que ofrece los instrumentos m¨¢s sofisticados de la cuberter¨ªa y del arte cisoria. All¨ª, desde el cazo sopero a las pinzas de servir esp¨¢rragos; tijeras diestras y zurdas; cuchillos queseros y requesoneros; machetes venatorios y navajitas multiuso... Y si al viandante le atraen ingenios de mayor fuste, no tiene m¨¢s que corregir el rumbo y encontrar¨¢ pulidoras, lijadoras orbitales, desenfoscadoras, equipos de gotelet, sierras de calar y hasta un cami¨®n para llev¨¢rselo todo a casa. Los grandes almacenes se anuncian diciendo que ofrecen toda esa mercanc¨ªa junta, pero no es verdad. Siempre falta algo por lo menudo, como falta la atenci¨®n del tendero que conoce el pa?o, sabe aconsejar sobre su utilidad e incluso explicar la funci¨®n social de la fuminaya. Y, adem¨¢s, buscando la tienda, se pasea Madrid, que es lo bueno.
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