Los hijos airados del FIS
Unos 2.000 militantes, muchos de ellos armados, conforman en Argelia los 'grupos de choque' del integrismo
Los muros de los suburbios de Argel se han convertido en un libro. Su autor es un historiador an¨®nimo que a diario deja sobre ellos retazos de las actividades del movimiento radical integrista. Son mensajes cortos y lac¨®nicos. Son los partes de una contienda que recuerdan que el emir Chebuti se encuentra en el maquis, que Layada permanece en la c¨¢rcel pendiente de juicio, o llaman la atenci¨®n sobre Abassi Madani, condenado a 12 a?os de prisi¨®n.Son las voces col¨¦ricas de los hijos armados del Frente Isl¨¢mico de Salvaci¨®n (FIS). Desde hace dos a?os militan en cualquiera de las dos organizaciones integristas radicales hegem¨®nicas: el Movimiento Isl¨¢mico Armado (MIA) o el Grupo Isl¨¢mico Armado (GIA). Desde all¨ª protagonizan una lucha a muerte contra el Gobierno argelino, que se ha saldado en los ¨²ltimos 23 meses con m¨¢s de 2.500 muertos, entre los que se encuentran sobre todo miembros de los cuerpos de seguridad, pero que ha salpicado tambi¨¦n a intelectuales, periodistas o pol¨ªticos que propugnaban una sociedad diferente a la rep¨²blica isl¨¢mica, defend¨ªan en algunos casos la laicidad o trataban de propagar la tolerancia.
Las fuerzas de seguridad calculan que m¨¢s de 2.000 personas forman parte de estas dos organizaciones armadas. Seg¨²n estas estimaciones, unos 600 estar¨ªan armados. Estas cifras no incluyen los centenares de militantes detenidos, ni los 300 condenados a muerte por los tribunales especiales. Las acciones de estos activistas se desencadenaron antes de que se interrumpieran las elecciones legislativas, en enero de 1992. Sus primeros rastros de violencia se remontan a octubre e 1991, cuando, en v¨ªspera de los comicios, un grupo de islam?tas radicales asalt¨® el acuartelamiento de Guemmar, junto a la frontera de T¨²nez, degoll¨® a toda la guarnici¨®n y se apoder¨® de sus armas.
Fue el punto de partida del actual Movimiento Isl¨¢mico Armado (MIA). La operaci¨®n contra este acuartelamiento fue el fruto de una pol¨¦mica interna en el seno del movimiento isl¨¢mico, entre quienes propugnaban la l¨ªnea pol¨ªtica y la participaci¨®n en las elecciones o los que deseban, por el contrario, acceder al poder por la fuerza de las armas.
Resurrecci¨®n
La acci¨®n de Guemmar, m¨¢s que un nacimiento, fue la resurrecci¨®n de un movimiento surgido en la d¨¦cada de los ochenta y que hab¨ªa sido bautizado con las mismas siglas. El primer MIA lo impulsaron los hermanos Buyali, seguidos por apenas un centenar de militantes. Los que lograron sobrevivir al acoso policial acabaron sent¨¢ndose ante los acusados del tribunal de Medea en 1987.
Los miembros de esta guerrilla urbana y rural, liberados y amnistiados en 1989 por el presidente de la rep¨²blica Chadli Benyedid, fueron recuperados por el movimiento islamita, que se cohesion¨® en torno al profesor de psicolog¨ªa de la Universidad de Buzarea Abassi Madani. Fue el principio del FIS. Algunos ocuparon un lugar destacado en la organizaci¨®n pol¨ªtica, como Karmerdne Kherbane, un ex oficial del Ej¨¦rcito del Aire, encargado de la protecci¨®n personal del l¨ªder n¨²mero uno, otros pasar¨ªan a formar parte del aparato clandestino. ?ste es el caso de Abdelkader Chebuti.
Abdelkader Chebuti hizo resurgir el Movimiento Islamita Armado en 1990, al amparo del aparato pol¨ªtico del FIS. Al principio fue una organizaci¨®n perfectamente estructurada. Pose¨ªa su propio Consejo Consultivo y estaba dividida en diferentes grupos regionales. A pesar de su escasa formaci¨®n intelectual, Chebuti se convirti¨® en un l¨ªder indiscutido, capaz de arrastrar a sus hombres con la misma fuerza con la que hab¨ªa convencido a sus fieles desde el p¨²lpito de la mezquita de Blida. Atr¨¢s hab¨ªa dejado sus peripecias en la organizaci¨®n de los hermanos Buyali para convertirse en comandante supremo del Movimiento Isl¨¢mico Armado, rebautizado el 21 de abril de 1992 como Movimiento de la Rep¨²blica Isl¨¢mica. Chebuti est¨¢ considerado como el hombre de confianza el FIS en el seno del movimiento armado. Ha recibido el respaldo de los l¨ªderes encarcelados o en el exilio y bajo su ¨¦gida se espera unificar las diversas organizaciones armadas. Pero su primera tentativa, en septiembre de 1992, en Tamesguida, fracas¨® como consecuencia de una operaci¨®n policial.
Chebuti logr¨® salvar su vida, pero su principal rival, Moh Leveilley, promotor del GIA (Grupo Isl¨¢mico Armado) morir¨ªa en el asedio. El emir Chebuti pudo volver al maquis, pero desde entonces est¨¢ condenado a muerte por los ex compa?eros de Leveilley.
Abdelkader Layada, un chapista de Baraki, uno de los suburbios m¨¢s alejados de Argel, se apoder¨® de la herencia de Moh Leveilley y de la direcci¨®n del GIA, despu¨¦s de que aqu¨¦l fuera abatido por las fuerzas de seguridad. Layada, como su predecesor, propugna la lucha sin cuartel, se niega a cualquier tipo de di¨¢logo y condena las desviaciones de la direcci¨®n pol¨ªtica del FIS en el exterior o en el interior, a la que acusa de corrupci¨®n y de dilapidar el dinero del pueblo. Layada, como lo hicieron sus predecesores, sobre todo el predicador Omar el Eulmi -muerto en abril de 1993 por una patrulla de la gendarmer¨ªa- discrepa duramente de Madani y se opone firmemente al liderazgo de Rabah Kebir y Oussama Madani como representantes del FIS en el exterior. La mayor parte de sus seguidores son los afganos, ex combatientes de la guerra de Afganist¨¢n.
Apoyo pol¨ªtico
Pero Layada fracas¨® en sus dos principales objetivos: unificar bajo su mandato el movimiento armado integrista y lograr el apoyo pol¨ªtico y econ¨®mico del FIS. Fue detenido en el intento, en Marruecos, cuando trataba de dirigirse a Bruselas para participar en una reuni¨®n del movimiento integrista argelino.
El pasado mes de octubre, las autoridades de Rabat lo entregaron al Gobierno de Argel. Su sucesor es Djaafar el Afgani, cuyo verdadero nombre es Si Ahmed Mourad. Aparece implicado en numerosos atentados y asesinatos y sobre todo en el secuestro de los tres funcionarios de la Embajada de Francia en Argel. Su organizaci¨®n es la autora del ultim¨¢tum dirigido hace un mes a la colonia extranjera para que abandone el pa¨ªs.
Chebuti y Layada protagonizan una guerra fratricida, plagada de delaciones, que ha permitido a las fuerzas de seguridad adentrarse en los vericuetos del movimiento armado terrorista y desentra?ar algunos de sus secretos. Pero eso no es todo. En torno a estos dos emires gira una nebulosa constituida por numerosas formaciones aut¨®nomas. Componen un magma impreciso que act¨²a por mimetismo. Son los incontrolados que rivalizan con el MIA y el GIA en una loca carrera hacia la rep¨²blica isl¨¢mica, que inevitablemente pasa por el terror y la muerte.
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