Cabrera Infante, music¨®logo
En referencia al extenso art¨ªculo, publicado por su diario el pasado 25 de noviembre, El gran Cachao, el verdadero rey del mambo, donde G. C. I. reivindica la autor¨ªa del mambo para el maestro contrabajista Israel L¨®pez, Cachao, quisiera, desde su peri¨®dico, apuntarle al se?or Cabrera un dato, ya que, por segunda vez en tres meses, encuentro en art¨ªculos suyos, quiz¨¢ siguiendo los pasos de su paisano Alejo Carpentier, una curiosa atracci¨®n por las elucubraciones musicol¨®gicas.Desde que Alejo impuso definitivamente en La m¨²sica en Cuba aquella reconsabida teor¨ªa, que Infante nos recuerda (?primera vez en EL PA?S?), de que la country dance inglesa llega a Cuba v¨ªa Par¨ªs y Santo Domingo, la idea parece asentada y no hay quien la mueva.
Tanto Alejo, como Cabrera, como Natalio Gal¨¢n y otros muchos estudiosos, se olvidan de un detalle importante: de Espa?a. La country dance, ya contredanse, se bail¨® en la Pen¨ªnsula, como contradanza, parece que desde 1714, o sea, con suficiente anterioridad a la famosa estampida francesa a Cuba desde Hait¨ª a finales del XVIII. Por tanto, posiblemente tambi¨¦n se bailara en La Habana como contradanza espa?ola o protohabanera.
Que la musicolog¨ªa atraiga a un escritor cubano parece que viene siendo normal, pero no se aprende a descifrar procesos de sedimentaci¨®n en la m¨²sica ni prologando libros ni conociendo an¨¦cdotas, sino sent¨¢ndose a estudiar, analizando los ritmos, que, seg¨²n Cachao, Stravinski no pudo transcribir, conociendo la c¨¦lula habanesa y sus transformaciones, etc¨¦tera.
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