Humo, cuero y flamenco
Los lunes de la sala Rev¨®lver unen a un p¨²blico joven con los cantaores de m¨¢s solera
Estaba cantado. Chano Lobato se presentar¨ªa en la sala Rev¨®lver un lunes 6 de diciembre como surgido de la niebla, se abrir¨ªa paso, como un pistolero cansado, entre cazadoras negras y muslos prietos, y cantar¨ªa de cosas muy viejas. Pon que hubiera cien chavales en el local de Arg¨¹elles. Estaba cantado que el viejo Chano se los meter¨ªa en el bolsillo en cuanto abriera la boca, porque guarda a¨²n muchas noches de juerga y vicio en su garganta. Pero nadie habr¨ªa augurado tanta magia.Mucha gente va a los lunes flamencos de Rev¨®lver a ver qu¨¦ cae. Llegan sobre las once de la noche y el pinchadiscos mete algo de buler¨ªas, unos tangos, unas alegr¨ªas, un poco de todo y mucho Camar¨®n. Una hora m¨¢s tarde puede que un artista de los antiguos, desconocido para la mayor¨ªa, como el gitano Paco Valdepe?as, 71 a?os en bandolera, cante con micr¨®fono inal¨¢mbrico, haga tocar palmas hasta al apuntaor, y de repente se levante y baile mientras canta. Con s¨®lo mover una ceja, Valdepe?as baila, pero si ya da un paso y se quita la chaqueta, cada vaso de Rev¨®lver se llena de flamenco.
Lujuria
Y al final, cuando nadie lo espera, se arrancan en taconeo unas mujeres que andaban por la sala en vaqueros, el ambiente se impregna de lujuria, el p¨²blico se entusiasma y quiere m¨¢s, y entonces el cantaor dice: "Ahora va a salir alguien viejo, muy viejo". Y sale el Potito, el Potito, s¨ª, el cantaor m¨¢s joven con voz de viejo, con su melena casi roz¨¢ndole el ombligo, el traje negro, y sale a bailar, ?a bailar!, tan extra?o y natural como un indio danzando ante una hoguera, encorvando la espalda el flamenco y levantando una rodilla. La gente no se lo puede creer, es como si el p¨²blico se metiera sin que nadie lo hubiera invitado en la fiesta de una familia gitana, entre sus vinos y bromas.Pues la noche del Chano, lo mismo. Cantaba con las palmas de la mano de cara al p¨²blico, la cintura ladeada, como si hubiera pasado un toro entre ¨¦l y el micr¨®fono. Cuando la gente ped¨ªa m¨¢s y m¨¢s, Chano rog¨® silencio, y el p¨²blico le respet¨® como a esos curas del Bronx que juegan al baloncesto con los delincuentes del barrio. "Vamos a demostrar que los j¨®venes sabemos [Chano tiene 66 a?os] escuchar". "?Ol¨¦, ol¨¦!", se o¨ªa. "Voy a cantar un martinete [palo triste y profundo donde los haya] y tenemos que estar todos calla¨ªtos. Pero antes me voy a tomar un vasito whisky". "?Di que s¨ª, di que s¨ª!". Coge y se levanta a por el vaso -"ni?o, ll¨¦name esto"-, y los chavales le aplauden. A cualquier cosa que dijera le responder¨ªan con un ol¨¦.
Volvi¨® para acongojar las tripas de Rev¨®lver. Pocas veces se escuch¨® tanto silencio en aquella sala. La noche del lunes fue toda para ese hombre que enganch¨® sin guitarra una letra sobre lo desgraciado que es quien tiene que vivir del pan que le dan los dem¨¢s.
Despu¨¦s, mientras su hijo, el guitarrista, afinaba cuerdas, contaba aquello de que el cantaor Peric¨®n de C¨¢diz, "que Dios lo tenga en su gloria, qu¨¦ buen cantaor era, pero qu¨¦ embustero", siempre dec¨ªa a todo el mundo que en cierta ocasi¨®n lleg¨® a coger una mojarrita muy chica en la bah¨ªa de C¨¢diz, que el pesca¨ªto, mientras dejaba escapar dos l¨¢grimas negras por sus ojos, exclamaba: "?Peric¨®n!, ?no te da pena pescarme, tan peque?ita como soy?", y el Peric¨®n la solt¨®. Al cabo de tres a?os, cont¨® Chano que Peric¨®n pesc¨® una mojarra gorda de sonrisa enorme que le dijo: "Peric¨®n, ?no te acuerdas de m¨ª? Mira lo que te he tra¨ªdo". "Y le trajo este reloj de Ceuta".
Un cuarto de hora y varios whiskys despu¨¦s, tras el descanso, los cr¨ªticos flamencos Juan Verd¨² y Julio Gamboa y el cantaor Mereguito salieron al escenario para cantarle por tangos cumplea?os feliz, y el gaditano sali¨® a bailar cumplea?os feliz.
Despu¨¦s cant¨® por buler¨ªas que una vez, bajo el ala de su sombrero, a una mujer le dijo te quiero. Y la frase son¨® m¨¢s dura en su boca que todas las pel¨ªculas de Bogart. Al acabar se llev¨® la mano a la garganta y dijo: "Tengo al Papaloti [Pavarottil hecho polvo". Risas.
Cant¨® tambi¨¦n por aires de C¨¢diz unos cupl¨¦s que hablaban de cosas como volver con la frente marchita, las nieves del tiempo plateaban su sien, y que las rondas no son buenas y se acaba por llorar. La gente estall¨® en aplausos, ¨¦l se levant¨®, se sec¨® los ojos con un pa?uelo y muchos creyeron que el Chano lloraba.
Entre el p¨²blico andaban guitarristas como el Paquete, hijo del cantaor Ram¨®n el Portugu¨¦s, americanos, gitanos del Rastro, modernos, posmodernos, desfasados de siempre y de todo, modelos, cantaores y bailaores.
Cuando el respetable sali¨® del bolsillo de la chaqueta del Chano, a esa hora en que los gatos parecen ni?os llorando, d¨ªcese hacia las dos de la madrugada, llevaba demasiada poes¨ªa y humo de tabaco en los ojos. La gente hab¨ªa descendido en dos horas hasta las honduras del martinete, escalado poco a poco por caracoles hasta las alegr¨ªas y los tangos, y hab¨ªa bailado incluso por rumbas. Magia.
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