El juicio de Liverpool
Con sabia iron¨ªa alud¨ªa Savater a las reacciones de hipocres¨ªa y desconcierto social que han suscitado los ni?os asesinos de Liverpool. Como contrapunto, mencionaba (sensibilidad obliga) a los peque?os que son exterminados en Latinoam¨¦rica o que mueren de hambre en el continente africano. Esperemos que otro d¨ªa nos hable de los escuadrones de la muerte, de los depredadores del Tercer Mundo y del modelo de sociedad al que sirven. Si no hay culpables individualizados, ni tampoco fuenteovejunas inductores del crimen infantil, ?qu¨¦ explicaci¨®n cabe? ?l no la daba, aunque apuntaba vagamente como responsable a la ignorancia educativa de la modernidad.Es posible, s¨ª, que en medio de tanto progreso haya graves carencias de preparaci¨®n, de madurez, de ternura... en las familias, o tal vez haya que contar siempre con un n¨²mero indeterminado de psic¨®patas, productos del azar o de una gen¨¦tica malvada. Pero tambi¨¦n cabe otro planteamiento poco original: el mal es un misterio que anida en el coraz¨®n del hombre y que s¨®lo se mitiga o se vence con la abundancia del bien, de un bien inteligente y con fuerza deseado. La publicidad no dice (y si lo dice es peor, pues lo trivializa) que es inteligente y rentable para todos invertir en bondad. Lograrlo (salvo que los expertos terminen haciendo el bien y el mal de verdad indistinguibles) requiere precisamente un gran esfuerzo conjunto de voluntad inteligente y humilde, de valiente e implacable autocr¨ªtica, y conseguir esto no ser¨¢ f¨¢cil, a menos que la magnitud de la crisis o la proximidad del abismo nos lo vuelvan perentorio.
?Nada que ver, pues, en estos cr¨ªmenes horribles la "bondad" social que impuso el thatcherismo, tan admirado por el inquilino de La Moncloa? ?Es de esa modernidad despiadada, sacrificada a la diosa competitividad, al dumping social, a la adoraci¨®n del dinero y a la ambici¨®n personal, de donde emerger¨¢ el respeto sagrado a la vida? - Antonio Peregr¨ªn L¨®pez de Hierro.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.