Espa?a y las part¨ªculas
LA REUNI?N celebrada ayer entre los responsables del Laboratorio Europeo de F¨ªsica de Part¨ªculas Elementales (CERN) y las autoridades espa?olas constituye un ?¨²ltimo? intento de poner fin a la an¨®mala situaci¨®n de nuestro pa¨ªs en dicha organizaci¨®n. El CERN goza de reconocimiento generalizado por ser uno de los m¨¢s importantes laboratorios de investigaci¨®n b¨¢sica en el mundo, contando con un buen n¨²mero de premios Nobel entre sus investigadores. Su existencia ha permitido que los europeos ocupen un indiscutible primer lugar en esta disciplina cient¨ªfica, gracias al esfuerzo coordinado de pa¨ªses que no hubieran podido desarrollar por separado los costos¨ªsimos instrumentos (aceleradores y detectores de part¨ªculas elementales) necesarios en este tipo de investigaciones.Espa?a se adhiri¨® de nuevo al CERN en 1983, tras un breve y decepcionante par¨¦ntesis en los a?os sesenta, por acuerdo un¨¢nime del Parlamento, incrementando desde entonces su presencia en los programas experimentales y compartiendo derechos y deberes con el resto de los pa¨ªses miembros. La contribuci¨®n al presupuesto del laboratorio, proporcional al producto interior bruto (PIB) de cada pa¨ªs, ha ido figurando, por decisi¨®n expresa del Gobierno, en el Ministerio de Industria y Energ¨ªa, uno de cuyos representantes es el delegado espa?ol en el Comit¨¦ de Finanzas.
Hasta 1991, la cuota espa?ola se fue satisfaciendo con normalidad, pero a partir de ese a?o, y en coincidencia con distintos recortes presupuestarios, dicho ministerio ha incumplido sus obligaciones, que son, no lo olvidemos, las del pa¨ªs, hasta el punto de que en los presupuestos de 1993 desapareci¨® toda referencia a este cap¨ªtulo. Sin entrar en m¨¢s detalles, el resultado final es que se debe la anualidad de 1993 completa y la de 1992 casi en su totalidad, m¨¢s los correspondientes intereses de demora.
El Ministerio de Industria y Energ¨ªa ha suavizado el impacto de los recortes en su propio presupuesto, a cambio de ir absorbiendo la partida destinada a satisfacer un compromiso internacional, poniendo con ello en cuesti¨®n nuestra credibilidad internacional y dificultando nuestra presencia activa en dicha organizaci¨®n. Naturalmente, a sabiendas de que tarde o temprano habr¨ªa que resolver el problema creado, porque, aun en el caso de que decidi¨¦ramos salimos del CERN, lo que ir¨ªa en contra de la proclamada voluntad de integraci¨®n en los organismos europeos, la deuda sigue pendiente y hay que saldarla.
La responsabilidad alcanza, desde luego, al Gobierno en su conjunto, que ha respaldado este tipo de actuaciones, y al Parlamento, que en el debate de los presupuestos de cada a?o ha ido aceptando propuestas que hac¨ªan imposible responder a un compromiso libremente adoptado por la misma C¨¢mara en 1982.
Uno de los argumentos aducidos por los responsables ministeriales es que la cuota de retornos industriales es escasa y no est¨¢ en proporci¨®n con nuestra contribuci¨®n. Dicho argumento es esencialmente correcto, aunque debe matizarse; pero la soluci¨®n es mejorar nuestros procedimientos para acceder con ¨¦xito a las licitaciones industriales del CERN, responsabilidad del ministerio en cuesti¨®n, y presionar para que haya un cambio de actitud o de reglas que favorezcan m¨¢s a nuestro pa¨ªs. Precisamente se discute en estos momentos una propuesta que, de ser aprobada, contribuir¨ªa a equilibrar los retornos industriales obtenidos por cada pa¨ªs miembro.
En todo caso, la situaci¨®n creada es inadmisible y debe ser resuelta ya. Ayer se acord¨® aplazar hasta dentro de tres meses la decisi¨®n definitiva sobre una posible reducci¨®n de la cuota espa?ola, as¨ª como sobre la forma de pago de la deuda acumulada, que es de unos 14.000 millones de pesetas. Una postura radical o maximalista podr¨ªa, incluso, poner en cuesti¨®n nuestra continuidad como miembros del laboratorio. En cuanto a las autoridades espa?olas, es hora ya de que depongan esta actitud tan poco seria y de que solventen este conflicto.
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