El erotismo de la m¨²sica

Tras rodar media docena de atractivos cortometrajes en la primera mitad de los ochenta, la neozelandesa Jane Campion comienza a trabajar en televisi¨®n y se da a conocer con el largo Sweetie (1989). Su ¨¦xito en casi todo el mundo, menos en Espa?a donde permanece in¨¦dito en las pantallas cinematogr¨¢ficas, pero estos d¨ªas lo emite Canal +, le lleva a plantearse la ambiciosa serie de televisi¨®n Un ¨¢ngel en mi mesa (1990), exhibida tambi¨¦n en salas de cines.Con estos buenos antecedentes se lanza a rodar El piano, la mejor y m¨¢s ambiciosa de sus obras, basada en un gui¨®n original suyo. El atractivo de su historia, su perfecto desarrollo dram¨¢tico, las peculiaridades de sus personajes, el romanticismo destilado por el ambiente, la tan eficaz como cuidada direcci¨®n de Jane Campion y la perfecta elecci¨®n de sus colaboradores, desde el terceto protagonista, a la excelente fotograf¨ªa de Stuart Dryburgh y la brillant¨ªsima m¨²sica de Michael Nyman, le hacen ganar con toda justicia la Palma de Oro del pasado festival de Cannes y que Holly Hunter consiga el premio de interpretaci¨®n femenina.

En un tono rom¨¢ntico, Campion narra en El piano como una mujer, que se ha quedado muda a los seis a?os y que se comunica con su entorno a trav¨¦s de la m¨²sica que toca en su piano y de su hija, descubre el erotismo. A trav¨¦s de una historia llena de exotismo, ambientada en Nueva Zelanda a mediados del XIX, cuenta c¨®mo emigra con su hija para conocer a su segundo marido, un puritano colono.

Tal como subraya una divertida versi¨®n de Barba Azul, situada en el centro de la acci¨®n, El piano puede tomarse como una peculiar versi¨®n del cuento infantil donde el malvado protagonista es un puritano colono que no consigue el amor de su esposa y, para evitar que pueda tocar el piano y acariciar a su amante, le corta un dedo de la mano derecha. Aunque el aut¨¦ntico atractivo de la pel¨ªcula reside en la relaci¨®n entre la muda Ada y el misterioso amante Baines.

En el centro de El piano se sit¨²a al trabajo excepcional de la norteamericana Holly Hunter en el papel de Ada, tanto por no decir una palabra en toda la pel¨ªcula como por escenas tan ambiguas como eficaces. Muy bien acompa?ada por Harvey Keitel, que en su papel de Baines una vez m¨¢s vuelve a demostrar que es un gran actor, y Sam Neill, que hace una personal versi¨®n del marido traicionado. Sin olvidar a la jovenc¨ªsima Anna Paquin, la espabilada hija, que se sit¨²a a la misma altura que sus compa?eros.