Cuchilladas en el asfalto
Los motoristas sortean a diario trampas mortales instaladas en calles y carreteras
Su poderosa moto, m¨¢s veloz que el m¨¢s potente de los coches, ha vacilado al pasar sobre la raya blanca que separa la calzada del arc¨¦n cuando quer¨ªa detenerse. "Casi se me va", dice Carlos, enfund¨¢ndose el traje impermeable bajo uno de los puentes de la M-40. El viento y la lluvia llegan a oleadas. Los cuatro amigos se echan un cigarro antes de seguir viaje... a sus casas, porque la lluvia de octubre no les ha permitido llegar a Marruecos. Carlos, de 30 a?os, y Luis, de 33, departen con sus mujeres, Cati y Mari. Lo peor de llevar una moto por la ciudad, dicen, es el asfalto gastado y la pintura blanca en los pasos de cebra, que llega a ser, con agua encima, como una placa de hielo para los esquiadores. El tema de la se?alizaci¨®n en el asfalto tiene, al parecer, remedio: "En Barcelona se han rascado los bolsillos y la pintura es antideslizante", dice un veterano motorista, "no como aqu¨ª"."Aqu¨ª, en la carretera, vas esquivando incluso las flechas indicadoras que est¨¢n pintadas en el asfalto", explica Carlos, que tiene una Suzuki 1100 y vive en Brunete. Ni ¨¦l ni Luis que es de M¨®stoles y que conduce una Honda 1000, han tenido nunca un accidente, pero tocan los hierros sobre los que se sientan ahora, los guardarra¨ªles met¨¢licos que forran las autov¨ªas, y dicen: "Esto son cuchillas, est¨¢n pensadas para los coches, pero a nosotros nos destrozan".
Como una cuchilla fue el pretil de la N-1 para los brazos del ex campe¨®n motociclista Andr¨¦s P¨¦rez Rubio hace una semana. El hombre debi¨® salir disparado de su moto y cay¨® sobre el guardarra¨ªl, los antebrazos por un lado y ¨¦l por otro. Los cirujanos debieroneparar lo que el pretil destro¨®, pero las manos del piloto unca volver¨¢n a tener la misna sensibilidad ni ser¨¢n tan deicadas en sus movimientos.
'Tos pretiles parten a losmotoristas en dos", comenta uno de los m¨¦dicos de? servicio de atenci¨®n urgente del Ayuntamiento (SAMUR), "si alguno tiene la desgracia de caerse encima". Sus ambulancias patrullan la ciudad d¨ªa y noche. Por tanto, el doctor sabe de qu¨¦ habla.
Igual que Antonio, un veterano motorista de la Polic¨ªa Municipal. Nueve a?os lleva a los mandos de una m¨¢quina y ha visto muchas cosas en la M30, la principal autov¨ªa de la ciudad: por ejemplo, una pareja de motoristas extranjeros a quienes degoll¨® el guardarra¨ªl. Todav¨ªa recuerda su equipaje esparcido por el asfalto.
"Estas protecciones son buenas s¨®lo para los coches", dice Antonio, de 35 a?os, quien sufre como motorista una ciudad donde a los que van sobre dos ruedas no se les tiene respeto. "Consideran al motorista un ser inferior". Otros aficionados a la moto comparten la visi¨®n del agente.Niebla y grasa
En el Ministerio de Obras P¨²blicas tienen otra visi¨®n de estos peligros: el guardarra¨ªl es un modelo homologado, aseguran, instalado en Francia, Reino Unido y Estados Unidos. "Est¨¢ pensado para los golpes que reciben de los autom¨®viles, absorbe mucha energ¨ªa", dice un portavoz, "lo que no se entiende es c¨®mo, si est¨¢ curvado en su borde, puede cortar, en el caso del motorista [por el ex campe¨®n accidentado que sufri¨® la amputaci¨®n de las dos manos] es que deb¨ªa ir muy deprisa". Los motoristas no est¨¢n de acuerdo: basta caer sobre el guardarra¨ªl para que corte. El polic¨ªa suma a¨²n m¨¢s peligros: d¨ªas como ¨¦stos en que la niebla pega humedad al asfalto grasiento y convierte en m¨¢s deslizante el pavimento y la pintura de los pasos de cebra. Por tanto, no basta ponerse un casco y ser prudente cuando se va encima de una moto. Las trampas acechan.
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