Dulces ca¨ªdos del cielo
A. M. Materias primas de primera calidad, una elaboraci¨®n absolutamente artesanal y precios bajos son las caracter¨ªsticas que definen la dulcer¨ªa conventual.
En Madrid, cuatro conventos de clausura se dedican a la reposter¨ªa. En pleno centro cocinan las salesas del convento de la Visitaci¨®n -en la calle de San Bernardo- y las jer¨®nimas del convento de Corpus Christi, en la plaza del Conde Miranda. A las afueras est¨¢n las dominicas, en Loeches, y el convento de las Beatas de San Diego, en Alcal¨¢ de Henares. Las jer¨®nimas, conocidas popularmente como carboneras, decidieron hace a?os cambiar el bordado por los fogones, ya que la aguja no les daba para vivir.
All¨ª 18 religiosas se reparten la tarea diaria de la reposter¨ªa y no dan abasto. Sin m¨¢s publicidad que el boca a boca de los golosos, las religiosas venden sus manjares, todos con recetas secretas que ninguna se atreve a revelar. Elaboran mantecados al jerez, de yema, pastas de almendra, nevaditos e incluso tocino caro. En Navidad, y xtraordinariamente, elaboran polvorones, "hechos con almendras de las buenas", afirman categ¨®ricamente. Para los que tengan dudas sobre la mano y la variedad, no hay problema: en un alarde de hasta d¨®nde puede llegar la mercadotecnia religiosa, dan a probar al cliente indeciso, que por una media de 1.200 pesetas el kilo puede decidirse y llevarse a casa cualquiera de estos preparados. Pero el cliente no podr¨¢ traspasar el umbral: "Entre los franceses y el 36, nos dejaron sin los tizianos que hab¨ªa en la iglesia de la casa", recuerda temerosa una monjita dominica. Su "casa" es nada menos que el convento de la Inmaculada Concepci¨®n, de clarado monumento hist¨®rico art¨ªstico hace a?os, donde se encuentra el pante¨®n de los duques de Alba.
Bocaditos de ¨¢ngel
En 1950, una carta pastoral del papa P¨ªo XII ampli¨® las relaciones sociales de las monjas de clausura, a las que exhortaba a producir y vender su artesan¨ªa.
Las visitas tur¨ªsticas no dan para vivir, y por eso, entre paseos religiosos, las monjas muestran a los visitantes sus productos: principalmente bordados y dulces. Sobre el torno exponen como joyyas us famosas marquesitas, bocaditos de ¨¢ngel o mantecados. En sus hornos cuecen pastas de t¨¦, magdalenas o planchas de bizcocho con unos precios medios de 1.000 pesetas.
"Se escribe garapi?a, igual que se debe escribir almendras garapi?adas y nunca con doble erre", aseveran con rotundidad las clarisas de San Diego desde su convento de Alcal¨¢ de Hena res. Est¨¢n especializadas desde hace tres siglos en este tipode fruto seco recubierto de az¨²car tostada que, a tan s¨®lo 600 pesetas el kilo, aparece tras el torno para todo el que desee catar.
Las monjas aprovechan sus escasas salidas al mundo para comparar sus dulces con los aje nos. La calidad de su repoter¨ªa ha atra¨ªdo a muchos empresarios que desean comercializarlos, pero ellas a¨²n no han aceptado.
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