Un juguete a cambio de la pistola
400 armas de todo tipo, recogidas en Nueva York para ser canjeadas por regalos
El empresario hispano Fernando Mateo se ha convertido estas navidades en un Santa Claus muy particular y adecuado para la conflictiva urbe de Nueva York. Se ha dedicado a regalar juguetes, eso s¨ª, a cambio de cualquiera de las armas que convierten a esta ciudad en uno de los mayores arsenales privados del pa¨ªs. Gracias a su inciativa de canjear las armas por vales de 100 d¨®lares -unas 14.000 pesetas-, con los cuales es posible adquirir regalos y juguetes, ha retirado de las calles un total de 400 variopintos aparatos de matar, desde un bol¨ªgrafo-pistola hasta una ametralladora de combate. El ¨¦xito de esta convocatoria en uno de los barrios neoyorquinos m¨¢s problem¨¢ticos ha provocado que se sumen m¨¢s patrocinadores al proyecto y que se valore seriamente la puesta en marcha de un programa semejante a escala nacional.A Fernando Mateo Junior, de 14 a?os de edad, le horrorizaba el aumento de la violencia, en Nueva York y en todo Estados Unidos, y no acababa de aceptar la idea de ver a chicos de su edad acostumbrados a manejar armas y a llevarlas al colegio. Por eso sugiri¨® a su padre, que tiene un negocio de alfombras, que pusiera dinero para que quien tuviera armas en su casa pudiera entregarlas en una comisar¨ªa y recoger a cambio un certificado que podr¨ªa cambiar por juguetes. Los 5.000 d¨®lares aportados por el padre se agotaron el primer d¨ªa.
Otras empresas y particulares reforzaron el fondo, y la comisar¨ªa 34 -en el coraz¨®n de Washington Heights, campo de batalla de narcotraficantes y para¨ªso del crimen- se vio desbordada por colas de gente con el rev¨®lver o la pistola semiautom¨¢tica debajo del brazo. Nadie les hac¨ªa preguntas, y los certificados se agotaron el d¨ªa de Navidad. Ahora, nuevas aportaciones de dinero permiten ampliar el plazo hasta el 6 de enero; la polic¨ªa y el alcalde han apoyado oficialmente la iniciativa y se ha abierto un debate en el que participan congresistas, dirigentes sociales y expertos, con el prop¨®sito de extender la idea a otras ciudades.
Charles Schumer, congresista dem¨®crata por Nueva York y uno de los art¨ªfices de la ley Brady para el control de armas, ha propuesto que las compa?¨ªas que dan dinero para respaldar el intercambio obtengan beneficios fiscales. En los ¨²ltimos a?os se han desarrollado programas de este tipo, con algunas variantes y menos ¨¦xito: las armas se canjeaban por peque?as sumas de dinero o por entradas para conciertos musicales y espect¨¢culos deportivos. Los promotores sol¨ªan ser ayuntamientos y departamentos de polic¨ªa. Para Fernando Mateo, de 35 a?os, la clave de la buena acogida de esta idea en Nueva York ha sido el car¨¢cter privado de la iniciativa: "La gente tiene miedo de ir a la polic¨ªa, porque creen que van a caer en una trampa' .
La importancia simb¨®lica del cambio de armas por juguetes en estas fiestas no hace olvidar, sin embargo, que se trata de una gota en el oc¨¦ano. En Nueva York circulan, seg¨²n datos de la polic¨ªa, dos millones de armas, y s¨®lo hay 129.000 personas con permiso legal para usarlas. La zona de Washington Heights, adscrita a la comisar¨ªa 34, tiene unos 200.000 habitantes y cuenta con uno de los peores ¨ªndices de delincuencia de Nueva York: a lo largo del, a?o que termina, 65 personas han sido asesinadas con armas de fuego.
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