Vivir vidas ajenas
Los g¨¦neros biogr¨¢ficos est¨¢n de moda. Algunas editoriales han abierto colecciones espec¨ªficas, incluso con determinaci¨®n de sexo (Mujeres apasionadas). Est¨¢n las memorias pol¨ªticas (Carrillo, Herrero de Mi?¨®n, Sempr¨²n, Thatcher), la biograf¨ªa del personaje contempor¨¢neo convertido en mito (Marilyn Monroe), la del gran artista (Cervantes, Leonardo, Mozart), la dedicada a figuras hist¨®ricas sobresalientes (Isabel de Austria, Napole¨®n), o las memorias de los escritores, m¨¢s o menos autobiogr¨¢ficas (Bryce Echenique, Monterroso, Vargas Llosa).
No es f¨¢cil se?alar las razones de esta moda. Hace ya tiempo fueron muy le¨ªdas las biograf¨ªas noveladas de Andr¨¦ Maurois, ciertamente m¨¢gicas, y las pat¨¦ticas pero a su modo emocionantes de Stefan Zweig. Como s¨®lo en ellas cabe encontrar una de las mejores memorias literarias escritas en castellano, Mi medio siglo se confiesa a medias, de C¨¦sar Gonz¨¢lez-Ruano, un prodigio de estilo y de recreaci¨®n de ambientes, al margen de los desafueros del personaje. Volviendo a la moda: a buen seguro la oferta editorial es hoy mucho m¨¢s Insistente que antes. ?Por qu¨¦? ?Qu¨¦ es lo que interesa? ?La intimidad de los grandes personajes, que a veces son menudos, el cotilleo, la pasi¨®n de la historia o aquella lecci¨®n moral que buscaba Plutarco en sus Vidas paralelas y que estaba en el fondo de los textos de Zweig? Cabe pensar que de todo un poco.
En ocasiones, desde luego, nos adentramos en los terrenos m¨¢s insanos, como las peripecias de la familia real brit¨¢nica. Pero todas las ¨¦pocas han tenido sus santos y las hagiograf¨ªas han contado siempre con muchos lectores. La literatura alimenta las expectativas del p¨²blico, y no se trata de adoptar registros moralistas, sino de controlar la calidad de los productos.
Puestos a hablar de lo excelente, uno. debe mencionar, por ejemplo, el admirable montaje que hizo Andr¨¦ Malraux de la vida de Napole¨®n, que acaba de editarse. Viniendo al presente literario, dir¨¦ que El pez en el agua, de Vargas Llosa, resulta sugestivo en la parte autobiogr¨¢fica; que Permiso para vivir, de Bryce Echenique, es un texto desenfadado, divertido y pol¨ªticamente injusto, y que Los buscadores de oro, de Augusto Monterroso, evoca la infancia de? autor con profundidad po¨¦tica. En cuanto a Federico S¨¢nchez, ay, Federico S¨¢nchez muri¨® hace ya muchos a?os.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.