Nunca m¨¢s
F¨ªjense en la astucia discriminatoria y machista: para que los muchachos objetores de conciencia se fastidien y cumplan con el servicio civil sin quejarse, van a obligar a las mujeres a que hagan tres cuartos de lo mismo. La mili hace aguas por todas partes, y en vez de buscar la aver¨ªa regalan flotadores.C¨®mo ser¨¢ el asunto que hasta a ellos mismos -me refiero a las rectas mentes que nos gobiernan, enfundadas tanto en cuerpos de hombres como de mujeres- les huele la cosa a restos del ayer, y se han apresurado a declarar que el muerto que piensan colocarnos no tiene nada que ver con el servicio social que el r¨¦gimen franquista impon¨ªa a las mujeres, porque ¨¦ste s¨®lo las hac¨ªa trabajar "en tareas propias de su sexo", mientras que su invento ser¨ªa un servicio "para el cumplimiento de fines de inter¨¦s general". ?Y qu¨¦ demonios piensan que estamos haciendo ahora hombres y mujeres, en nuestros puestos de trabajo, en nuestras labores en casa, en los tenderetes ambulantes y cuidando de los urinarios p¨²blicos? Contribuir a que este pa¨ªs salga adelante. No tenemos absolutamente ninguna deuda que pagar a la sociedad. Ni ellos haciendo la mil? ni nosotras acompa?ando ciegos.
Para empezar, tambi¨¦n con el franquismo limpi¨¢bamos cacas a los ni?os de las guarder¨ªas, entre otras minucias, y eso era inter¨¦s general, aunque lo consideraran entonces s¨®lo propio de nuestro sexo. Y para seguir, ?de qu¨¦ demonios de sociedad me est¨¢n hablando? ?De la que ellos -sigo refiri¨¦ndome a los mismos- est¨¢n haciendo polvo a golpe de decreto? ?Me est¨¢n diciendo que tengo alguna deuda que cancelar?
Nuestros servicios sociales, nuestros deberes para con los semejantes, nuestro compromiso con los dem¨¢s, pertenece a nuestra conciencia. Y es responsabilidad de este r¨¦gimen, de la cultura insolidaria propagada por este r¨¦gimen, el que cada vez los otros nos resulten m¨¢s ajenos. Eso no se arregla obligando a nadie a hacer caridad por horas.
El problema es que los j¨®venes no tragan con esa lamentable p¨¦rdida de tiempo que es el servicio militar, ni con la descorazonadora soledad y la est¨²pida aceptaci¨®n de disciplinas obsoletas que implica. Y el Gobierno, en vez de encarar la dimensi¨®n del problema de frente, crea una nube y la extiende para ocultar la realidad. La palabra desdichada es obligatorio. Nada que sea obligatorio puede ser social. A m¨ª no me pone la piel de gallina que me manden un par de a?os a un hospital ni que me obliguen a darle una habitaci¨®n de mi casa a uno de los defraudados del PSV. Lo que me eriza los pelos es esa facilidad para el toque de corneta y, ?ar!, todos -todas- a formar.
Pues mucho cuidado, porque como sigan en ello nos van a tener en la calle a todas: de ancianas de 80 a?os a ni?as de pecho. A lo largo de los ¨²ltimos a?os nos han ido enviando las ruedas de molino mientras manten¨ªamos la boca abierta, en espera de que se tratara de rosquillas. Si nos quieren solidarias y entregadas, un modelo de abnegaci¨®n, que sea porque todo lo que vemos, todo lo que se nos inculca, conduzca a ello. Pero antes muertas que volver al castillo de La Mota, cualquiera que sea la excusa que se nos d¨¦ -al fin y al cabo, la de Franco era el bien de la patria- para quitarnos un poco m¨¢s de la libertad que hemos conquistado.
No llegamos hasta aqu¨ª para esto, Cristinita.
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