La sangre riega los bananos de Colombia
Guerrilleros, ex guerrilleros, soldados y paramilitares anticomunistas se combaten a muerte en Urab¨¢
El atractivo paisaje selv¨¢tico de la zona bananera colombiana de Urab¨¢ enmascara una de las ¨¢reas donde m¨¢s sangre se vierte en uno de los pa¨ªses m¨¢s violentos del mundo. El fuego cruzado de la guerrilla, los paramilitares, las fuerzas de seguridad del Estado y los guerrilleros legalizados que volvieron a coger las armas marcan la sufrida vida de 24.000 trabajadores agr¨ªcolas y sus familias.Urab¨¢ est¨¢ en el noreste del pa¨ªs, pr¨®ximo a la frontera con Panam¨¢, con salida al golfo que le da el nombre, el mayor del litoral caribe colombiano, y es el territorio donde se fund¨® la primera ciudad espa?ola en Suram¨¦rica, Santa Mar¨ªa la Antigua del Dari¨¦n, de la que apenas quedan vestigios en las cr¨®nicas de la conquista.
Hasta mediados de diciembre, el saldo de v¨ªctimas de la violencia pol¨ªtica en la regi¨®n era de centenares de heridos y 410 trabajadores y campesinos asesinados, muertos todos en acciones como la del d¨ªa 9, cuando a las 6.30 horas, en la hacienda La Ceja, en el municipio de Turbo, "fueron sorprendidos por 18 hombres que portaban armas de largo y corto alcance minutos despu¨¦s de iniciar sus labores en la empacadora de bananas", seg¨²n una fuente del legalizado Esperanza, Paz y Libertad (EPL). Cinco de los trabajadores, seleccionados por los asaltantes, fueron asesinados. Siete horas m¨¢s tarde, despu¨¦s del almuerzo, bajo el sopor del ambiente selv¨¢tico, en la hacienda Kat¨ªos, tambi¨¦n pr¨®xima a Turbo, otra banda armada irrumpi¨® disparando indiscriminadamente: mat¨® a 12 trabajadores y dej¨® varios heridos. "Uno a uno, los amarraron a los cables" donde se cuelgan los racimos de las frutas, relat¨® un testigo al diario El Colombiano, de Medell¨ªn. Las v¨ªctimas eran comunistas o simpatizantes.
Los de La Ceja y Kat¨ªos son s¨®lo dos episodios de la guerra sucia que arreci¨® a fines de octubre al mismo tiempo que se iniciaba la campa?a electoral en la que se juega el predominio pol¨ªtico del EPL, que en 1991 dej¨® las armas, y de los comunistas y su ala Uni¨®n Patri¨®tica, que antes tuvieron la mayor¨ªa en la regi¨®n.
El EPL atribuye la ¨²ltima ola de atentados contra sus militantes a las milicias bolivarianas, grupos que obedecen orientaciones de las comunistas Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), organizaci¨®n mayoritaria de la Coordinadora Nacional Guerrilla (CNG).
Vuelven los paramilitares
Los comunistas y la Uni¨®n Patri¨®tica atribuyen la violencia contra sus miembros a los Comandos Populares -formados por guerrilleros que se reinsertaron en 1990, cuando se legaliz¨® el EPL, y que retornaron a la lucha armada-, y al resurgimiento de grupos paramilitares anticomunistas que a finales de la d¨¦cada de 1980 asolaron la regi¨®n con operaciones de exterminio.El Gobierno, a trav¨¦s del consejero presidencial para Urab¨¢, Jos¨¦ No¨¦ R¨ªos, reconoce que hay paramilitares en la regi¨®n, pero se?ala a la CNG como la principal instigadora de la violencia.
El obispo cat¨®lico de Apartad¨®, principal centro urbano de la regi¨®n, monse?or Isa¨ªas Duarte, posiblemente la ¨²nica persona considerada neutral por todos los bandos de la guerra sucia, alert¨® en agosto acerca del resurgimiento e los paramilitares. Para el obispo, era el siniestro resultado de la necesidad que muchos campesinos hab¨ªan sentido de armarse para poder as¨ª defenderse, y que terminaron por convertirse en agresores con la complicidad del Estado. "En mis visitas a la zona he podido comprobar su presencia", dice el prelado. "En el pasado jam¨¢s hab¨ªa visto ese tipo de organizaciones en esos territorios de Urab¨¢. Son verdaderos ej¨¦rcitos que se forman en las fincas para protegerse de la guerrilla, pero ¨²ltimamente han salido a los caser¨ªos a cobrar justicia con sus propias manos o a eliminar a aquellos que tengan v¨ªnculos con los guerrilleros", agrega el obispo, quien pide al Gobierno que emprenda una verdadera reforma agraria y asigne tierras a grupos comunales para que la exploten a modo de cooperativas.
En los 3 1.000 kil¨®metros de la regi¨®n bananera de Urab¨¢ (una superficia como la de Catalu?a), donde se generan 200 millones de d¨®lares (unos 28.000 millones de pesetas) anuales por la exportaci¨®n de la fruta, m¨¢s de 500.000 personas no conocen el significado de la palabra progreso. La incertidumbre y el temor por la propia vida marcan el diario hacer de los bananeros, que asisten a una pugna que no es la que cabr¨ªa esperar de empresarios y sindicatos, que acaban de suscribir un convenio con dos a?os de vigencia, sino el combate a muerte entre grupos pol¨ªticos, organizaciones guerrilleras y paramilitares anticomunistas.
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